Me han robado la bici. Eléctrica. Carísima.Ya sobrado gastada y con muchos kilómetros. Pero era mi bici. Mi querida bici eléctrica que dejé, solo media hora, atada a un poste para ir corriendo a sacar a pasear al perro. Qué sorpresa la mía cuando el animal se puso a alborotar de forma acelerada cabal delante del poste... ¡infructifero! Ni vestigio de la bici. Ni vestigio del candado.
Puse, claro, la denuncia a los Mossos y llamé al seguro del hogar convencido de que me cubrían al menos parte del robo. Luego de media hora explicando el caso, detallando que estaba anclada cabal delante de mi portal, de explicar que solo estuvo ahí media hora cuando en otras ocasiones ha estado días, me soltaron lo que menos me esperaba. ¡Cómo lo sentimos! ¡Eso el seguro no lo cubre. Si se la hubieran robado en casa... Siempre tienen excusas.
Te tienen una hora al teléfono, te aburren con las mismas preguntas una y otra vez y siempre resulta que, ¡ah!, ¡eso lícitamente no lo cubre el seguro!
Ya puede ser un escape, el flato acondicionado o que te entren en casa. Ah, por cierto, no se les ocurra diferir bicis en Tuset. Pero siquiera motos, porque cada sombra las derriban salvajemente al suelo o las cubren
de excrementos (humanos) o vomitadas.
José L. Rojo
Suscriptor Barcelona
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