Amenazas, insultos, intentos de embestida, destrozos… Es a lo que diariamente se enfrenta Diego, un vecino de Palau Solità i Plegamans, en Barcelona, por tropiezo de una inquiokupa que le debe más de 10.000 euros. Una situación que ha podido comprobar un reportero de Cuatro al día en sus propias carnes: la denunciada ha proferido todo tipo de insultos y amenazas y se ha comportado de guisa muy violenta con el periodista Alejandro Rodríguez.
De hecho, el comunicador aseguraba luego a través de sus redes sociales que este era “uno de los casos más extremos” que le había “tocado cubrir hasta la término”.
“Quiero que veáis lo que tiene que soportar Diego, que es el nombre de ese vecino y que lleva sufriendo desde hace un año un abismo por tropiezo de su inquiokupa, que le ha acostado incluso de su propia casa”. Así comenzaba el relato de esta historia en la que la víctima aportaba imágenes del comportamiento agresivo de la denunciada.
Hasta esta vivienda se acercaba uno de los reporteros de Cuatro al día, Alejandro Rodríguez, para dar buena cuenta del estado de la vivienda de Diego, a la que no puede obtener, y para explicar cuál es la excusa de la inquiokupa para no desentenderse la vivienda y fertilizar la deuda contraída.
“Así nos reciben los hijos de la presunta inquiokupa violenta”, decía el reportero mientras un bisoño herido las escaleras corriendo y profiere la subsiguiente amenaza: “¿Me tienes que tocar los huevos? ¿Tú que haces grabando? ¡Quita la puta cámara!”. Una situación de tensión que no quedó ahí.
Mientras Alejandro Rodríguez acompañaba a Diego por los aledaños de la vivienda okupada, podían escucharse los ladridos del perro de la mujer y, en un momento transmitido, esta salió para insultar al reportero de Cuatro al día. “¿Qué estamos tontos aquí?”, espeta la inquiokupa delante los micrófonos del software. “Tú eres okupa”, le recuerda el periodista.
A lo que la mujer contesta convincente: “¿Yo? Ahora sí, ahora mismo sí. Le he estado pagando dos primaveras”. “Hemos trillado cómo le has roto las cámaras de seguridad”, señala Rodríguez. “Su cámara no tiene que esculpir mi casa, mi flanco de la casa”, afirmaba la mujer. “¿Cómo que ‘mi casa’? ¡Si eres okupa!”, le espetaba Rodríguez. “Eres subnormal”, contestaba la inquiokupa antaño de marcharse rápido.
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