Daniel Anglès dirige desde hace cinco abriles el teatro Condal y ahora, asimismo, Golfus de Roma, con Jordi Bosch al frente de un equipo de 26 personas. Aunque hay un clamor popular a ayuda de los musicales en catalán en un panorama dominado por los montajes en castellano, Golfus de Roma no estaba teniendo el éxito de manifiesto deseado para hacer viable una macroproducción de esta envergadura.
Por ello hace unos días una de los protagonistas, Mercè Martínez, lanzaba un lamento de alerta en las redes: “¿ Dónde están ahora todos los que se quejan porque no hay musicales de gran formato en catalán?”
El tuit desencadenante de Mercè Martínez
“¿Dónde están ahora los que se quejan porque no hay musicales de gran formato en catalán?”
¿Tan mal iba la taquilla?
El espectáculo no iba mal. Si fuera un musical con una docena de actores, estaba yendo harto correctamente. Pero en una producción con 26 personas, necesitas tener el teatro cada día prácticamente empachado. No puedes esperar al boca a oreja, porque los números no salen.
¿Cuánto manifiesto tenían?
Dependiendo del día, entre un 40% y un 55%, en una sala de casi 700 localidades. Estaba programado hasta el 11 de diciembre y lo que decía Mercè es que, a pesar de la posibilidad de prorrogarlo, no parecía que llegara a suceder.
Pero las críticas eran buenas.
Muy buenas críticas y muy buena reacción del manifiesto que venía, pero no venía harto, aunque la curva era subido. Su tuit no se habría producido si hubiera sido un fracaso. Cuando eso pasa, lo asumes y listos.
¿En castellano habría funcionado?
No lo creo, pero sí que habría tenido mucho menos coste porque ya se había hecho en Madrid. Para hacerlo en catalán, lo hemos tenido que ensayar durante siete semanas y ha habido que rehacer todo el vestuario porque se han cambiado muchos de los intérpretes. Encima, la traducción, en el caso de un Sondheim, es muy compleja, verso a verso, rima a rima.
¿Quizá ya no hay manifiesto?
Sí que lo hay. Se habían hecho grandes montajes en catalán con mucho éxito y que llenaban, como Mar i cel, de Dagoll Dagom, o Sweeney Todd, de Mario Gas. Pero quizás estaba un poco dormido. Golfus de Roma asimismo es un montaje estupendo en muchos sentidos y, si queremos que las empresas saquen delante proyectos así, los tenemos que apoyar. Si no, no volverá a acaecer grandes producciones en catalán durante mucho tiempo. Se hacen muchos montajes en catalán, sí, pero creo que el manifiesto no era consciente de la excepcionalidad de este.
Con la curva subido, Twitter hizo su brujería.
Estamos muy contentos. Ahora estamos en una curva que asciende mucho más rápido. El manifiesto ha reaccionado y prácticamente hemos duplicado la liquidación de entradas. Y una cosa que aún no se ha hecho pública: prorrogamos hasta el 8 de enero.
¿Considera que no se había hecho harto difusión?
Algunos medios sí que han entregado una buena cobertura, pero otros lo habían hecho de una modo residual. Vienen montajes de Madrid que se les da mucha fuerza y, en cambio, en este caso, quizá porque somos los de casa, se consideró poco más frecuente. Y el tuit de Mercè lo ha modificado.
Carlos Latre era el protagonista en Madrid y aquí es Jordi Bosch. ¿Son dos espectáculos distintos?
Siendo el mismo, sí son distintos. Golfus de Roma está escrito para que el protagonista determine la personalidad de la función. Ellos dos no tienen carencia que ver, pero sí tienen cosas en global: caen correctamente, el manifiesto los adora. Y estas son las virtudes que el personaje necesita. Pero los capital que tiene cada uno son completamente diferentes: Carlos es un showman y Jordi tiene una tradición actoral de toda la vida. Conseguimos lo mismo, que la clan ría y se lo pase correctamente, de dos maneras distintas.
Usted se estrenó como director del Condal dirigiendo Fun home, que no funcionó.
Es uno de los espectáculos de los que estoy más orgulloso, pero fue un porrazo histórico con respecto al manifiesto, aunque ganamos el premio de la Crítica. Pero otros espectáculos han funcionado muy correctamente, como La filla del mar, Les feres de Shakespeare, El Màgic d’Oz, Una llum tímida... En el Condal hemos apostado por muchos musicales en catalán y de autoría catalana, y no lo dejaremos de hacer.
Una llum tímida fue un engendro y ahora tiene segunda temporada.
Es una creación de África Alonso, que actúa con Júlia Jové, con una historia que toca la fibra y un manifiesto muy fiel. Es el paraíso: en catalán, dirigido por una mujer, interpretado por mujeres, con música compuesta por mujeres... Eso demuestra la buena lozanía del productos.
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