La elite que protege el clima viaja en jet privado

La ciudad-balneario de Sharm el Sheikh, una larga franja de tierra entre el desierto del Sinaí y la costa del mar Rojo es estos días centro de atención mundial por la celebración de la COP27, cumbre al más suspensión nivel de Naciones Unidas para luchar y poner remedio al cambio climático del planeta.

Abdel Fatah Al-Sisi, presidente de la República árabe de Egipto desde hace ocho primaveras, llevaba mucho tiempo esperando estas semanas de noviembre para reivindicarse como gran líder regional con influencia internacional al cultivar de huésped del evento. Encima de ensalzar su figura, como ya se hizo con la gran celebración de la ampliación del Canal de Suez pocos meses posteriormente de su venida al poder, el antiguo comandante en principal del Ejército egipcio tiene la fijación de dar la mejor imagen de su país a los fanales del mundo.







Difícil paso


La vía campo de acción es la única factible para lograr a Sharm el Sheikh, un ocupación remoto de la península del Sinaí

Como si se tratase de un mundial de futbol o unas olimpiadas, su gobierno ha invertido más de 600 millones de dólares (actualmente es una cantidad equivalente en euros) en adecentar el campo de acción que tendrán más a la panorámica los asistentes a la cumbre, está estrictamente vigilada, no solo en materia de seguridad, sino en evitar prácticamente cualquier tipo de protesta, ya no solo medioambiental sino incluso sobre la complicada situación del país. En el día a día se vive una crisis en temas como la distribución de alimentos, una posesiones no acaba de partir y la moneda locorregional, la libra egipcia con sus piastras, sigue desplomada frente al dólar.

El mariscal de campo convertido en presidente del país es criticado por varios frentes. Los más beligerantes con él son los hermanos musulmanes, movimiento islamista convertido en su peor enemigo. El ultimo ataque ha sido revelar que se están gastando 500 millones de dólares en la transacción y adecuación del nuevo avión presidencial, un B747-800, el maniquí más amplio de Boeing. Este sustituirá al Airbus A340 VIP comprado en la etapa de Hosni Mubarak en el poder. Vuele o no, el Airbus presidencial egipcio recibe los mimos del área técnico de Egyptair en el Cairo, donde permanentemente hay un motor de repuesto, expuesto con orgullo en la parte más visible de un hangar preparado para desaparecer a donde sea necesario. 

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El canciller tudesco, Olaf Scholz, a su venida al aeropuertode Sharm El-Sheikh el pasado 7 de noviembre Michael Kappeler/dpa
07/11/2022 ONLY FOR USE IN SPAIN




DPA vía Europa Press

El nuevo mecanismo, mucho más amplio y con dos puentes, como el Air Force One estadounidense, voló anteriormente para la alemana Lufthansa y aún le queda mucho potenciañ por delante, sobre todo tras las costosas modificaciones realizadas en Europa para cambiar su configuración de reactor de pasaje convencional a plataforma aérea VIP con todas las medidas de seguridad, comunicación y confort, unos trabajos que encima de la transacción del mecanismo, el gobierno egipcio ha rebajado a la fracción de lo que indican los hermanos musulmanes, que una y otra vez reivindican que son millones detraídos al pueblo.

Las críticas sobre nuevo mecanismo presidencial, que Al Sisi no ha podido abrir estos días al estar en talleres de Irlanda rematándose, no son las únicas relacionadas con la aviación y el COP27. Y es que estos días el aeropuerto de Sharm El Sheik es un hervidero de aviones que vienen y van transportando a todos los participantes en el evento, pues la vía aérea es la única factible para lograr a ese rincón apartado de la península del Sinaí. Las aeronaves comerciales viajan llenas y tan solo para estos días la aerolínea estatal, Egyptair, ha programado un refuerzo de 250 vuelos entre la renta y la ciudad balnearia del mar rojo, según datos que maneja la consultora CAPA.

La compañía aérea, sin incautación, ha legado más importancia estos días al primer planeo de su historia operado con SAF, el llamado combustible sostenible, aunque no ha corroborado el porcentaje de este que llevaba en sus depósitos. De acontecer sido el 100%, se indica que frente a los actuales este emite un 80% menos de gases de impresión invernadero, aunque esto solo ha sucedido en un planeo directo entre Paris-Charles de Gaulle y Sharm el Sheik con un Boeing 787-900.

El resto de los aviones que han llegado en avalancha estos primeros días del COP27 llevaban el jet A1 habitual que alimentan los motores a reacción. Entre estos últimos, los aproximadamente 400 aviones privados o de estado que han aterrizado hasta ahora allí. Y es que, durante los dos primeros días de la cumbre, un centenar de jefes de estado o gobierno están presentes en las jornadas y luego vuelven a su país, dejando a sus delegaciones trabajando. El gordinflón de primeros ministros, presidentes o monarcas han tomado tierra en los aviones de estado de cada país y de no tenerlos, en jets privados alquilados a cuenta del hacienda. Ayer, en la ya famosa aplicación Flightradar 24 podían seguirse casi todos los vuelos que llegaban y salían del aeropuerto que está siendo el paso al al COP27 y que en 1968 fue construido como cojín aérea por Israel, tras la exterminio de los seis días, que acabó con la toma de ese paraje por 12 primaveras.







Overbooking


Encima, de los aviones de los jefes de Estado incluso han llegado hasta el aeropuerto egipcio las naves de las empresas patrocinadoras

Ahora son los aviones militares egipcios los que vigilan un espacio etéreo más saciado de lo frecuente: aviones de empresas patrocinadoras, de gobiernos y de compañías aéreas locales e internacionales van y vienen desde las dos pistas del aeropuerto, unos movimientos, sobre todo los de los jets VIP, que coinciden con un duro noticia de Oxfam que indica que con sus aviones privados, los billonarios y quienes gobiernan el mundo emiten un millón de veces más gases de impresión invernadero que un ciudadano medio. Una evidencia que contrasta con lo que sucede en Egipto: quienes llegan a apañarse y murmurar de soluciones para la crisis climática mundial, llegan en sus propios aviones VIP.

Una excepción entre estos lideres mundiales es John Kerry, enviado peculiar de los Estados Unidos para el clima. Con la renuncia de Joe Biden a desplazarse a Egipto, el antiguo secretario de estado con Barack Obama ostenta el veterano rango estadounidense en la cumbre. Este ha renunciado a usar aviones VIP de la fuerza aérea y ha optado por lograr en planeo comercial desde Emiratos Árabes, segunda escalera de un delirio internacional que incluso le llevó a Reino Unido.

Activistas protestando en el aeropuerto de Schiphol por el uso de aviones privados que han usado algunos de los participantes en la COP27

Activistas protestando en el aeropuerto de Schiphol por el uso de aviones privados que han usado algunos de los participantes en la COP27




Remko de Waal /EFE

Este delirio de Kerry en líneas aéreas comerciales es en parte una honradez de imagen respecto a otro que realizó a Islandia para cobrar el premio Círculo Ártico por presidir las negociaciones del Acuerdo Climático de París. Entonces sorprendió por aterrizar en Reikiavik a costado del jet privado de la tribu: un Gulfstream G-IV de capacidad intercontinental. Preguntado por la prensa islandesa sobre el uso del jet para lograr prácticamente solo, Kerry respondió que desaparecer en Gulfstream era "la única opción para cualquiera como yo que viaja por el mundo para ingresar esta batalla". Esta vez, volando en rasgo regular, Kerry evitó retornar a usar ese argumento.

En la ultima lapso, con el paréntesis del periodo 2020-2021, el trafico etéreo mundial no ha dejado de crecer una media de un 5% anual y según el Consejo Internacional para el Transporte Noble, la aviación comercial es la responsable del 2,4% de las emisiones de CO2 correcto a los combustibles fósiles, aunque nominalmente esta contaminación se dispara cuando se alcahuetería de aviones privados o vip que llevan muy pocos viajeros y emiten igualmente CO2.







Las emisiones de la aviación


la aviación comercial es la responsable del 2,4% de las emisiones de a causa de los los combustibles fósiles

En los últimos tiempos compañías aéreas y fabricantes se esfuerzan y publicitan acciones para aminorar su huella de carbono: nuevos motores, combustibles de transición y nuevas maneras de desaparecer, aunque en Sharm el Sheik, para lograr a la cumbre en que tendrían que tomarse decisiones de calado parece existir una doble ético: buenas intenciones sobre el papel y escasas acciones sobre el dominio y el Paraíso

Viendo lo que sucede aeronáuticamente en Egipto estos días, es ineludible memorar una particularidad similar de tiempos de Nixon. En 1973, el medioambiente no era lo prioritario, aunque si preocupaba la escasez de combustible por la crisis petrolera de aquel año. Para dar ejemplo, el equipo de Richard Milhous Nixon, 37º presidente de EE.UU., decidió dar un ejemplo a sus compatriotas durante la crisis energética. Tras tener lugar las navidades en Washington, el 26 de diciembre de aquel año, el presidente y su tribu, adyacente a un pequeño equipo de seguridad, tomaron un Douglas DC-10 de United Airlines desde la renta del país a Los Ángeles. 

Se reservó toda el campo de acción de clase ejecutiva del avión y la presencia del agrupación a costado se mantuvo en secreto hasta que el avión llegó a California y abandonaron el aeropuerto, para ser luego publicitada por el área de comunicación. Nixon fue el primer y único presidente de EE.UU. que durante su mandato viajó en planeo regular, aunque objetivamente fue muy cuestionable, pues días posteriormente el Boeing 707 que ejercía entonces de Air Force One salió de Washington en vano para guardar al agrupación en California y regresar a la Casa Blanca en el Boeing y en helicóptero.

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