Al ‘rey de la noche’ de Mallorca le va la marcha

Mallorca asiste atónita a otro de los grandes espectáculos judiciales de su historia y el macrojuicio que tenía que suponer la condena para el patrón suerte del ocio noctámbulo de la isla, Bartolomé Cursach, ha consumido con el protagonista absuelto y con el magistrado instructor y el fiscal del caso señalados por detención ilegal, prevaricación y coacción a testigos, entre otros posibles delitos. 

Este construcción inesperado, propio de un guion de Hollywood, encaja con la peripecia optimista del rey de la tenebrosidad de Mallorca, el gran patrón del ocio noctámbulo, que en los últimos primaveras ha pivotado entre la fama de una carrera empresarial de éxito y las sospechas y rumores de prácticas poco ortodoxas para asentar su imperio noctámbulo. Ha pasado un año en la gayola, pero acaba de salir absuelto de un prudencia en el que inicialmente le pedían ocho primaveras de gayola.

Cursach es parecido de poder empresarial, el epítome del ocio noctámbulo, tan indistinguibles el uno del otro que BCM, la mundialmente conocida discoteca de Magaluf a la que van en masa los jóvenes del Reino Unido, son las iniciales de su nombre, Bartolomé Cursach Mas.







El imperio del ocio noctámbulo

Los grandes espacios nocturnos que consagraron a Mallorca como uno de los referentes de la fiesta en el Mediterráneo son una invención suya: encima de BCM, la tesoro de la corona ha sido durante primaveras la discoteca Tito’s, en pleno Paseo Transatlántico de Palma. El espacio ha sucumbido a una operación de renovación integral de toda una zona que frecuentaron el rey Felipe y sus hermanas en aquellos veranos de los primaveras 90.

Suyo es uno incluso de los grandes puntos de ocio de la Platja de Palma, el Megapark, muy frecuentado por alemanes. Ha tenido gimnasios, hoteles, intentó entrar en el negocio inmobiliario y hasta presidió el Positivo Mallorca.

Levantó un imperio, aunque la suerte de Cursach, erguido durante los primaveras 90 y los primeros primaveras del nuevo milenio, comenzó a apagarse cuando, hace más de un quinquenio, un magistrado y un fiscal, Manuel Penalva y Miguel Santo Subirán, comenzaron a investigar los claroscuros de sus negocios. Investigaban la adquisición de policías corruptos para que hicieran la perspicacia gorda en los excesos que se cometían en sus negocios y para que acosaran a los empresarios de la competencia con denuncias constantes.

La investigación acabó con Cursach y varios colaboradores en la gayola durante más de un año. Todavía se detuvo a varios policías. Durante la instrucción, se llegó a reforzar que el reservado VIP de Tito’s fue atmósfera de orgías donde políticos y policías alternaban con prostitutas y consumían cocaína a cambio de los servicios prestados al patrón.

La sordidez de estas acusaciones golpearon a la sociedad balear, pero se fueron diluyendo incluso antaño de que comenzara el prudencia cuando las sospechas de irregularidades que basculaban sobre Cursach se trasladaron de forma inesperada al otro flanco del tablero. El fiscal del caso fue apartado y comenzó a investigarse al magistrado por sospechas de que coaccionó a testigos y filtró informaciones para orientar a la opinión pública en contra de Cursach.

La ataque de Cursach contra sus investigadores fue el origen de un caso colateral provocado por la polémica requiso del teléfono de dos periodistas que seguían la investigación. Los abogados de Cursach denunciaron un incumplimiento sistemático del secreto del sumario por parte de magistrado y del fiscal. 

El magistrado de esta causa paralela ordenó confiscar los móviles de esos profesionales para ver de dónde procedían las revelaciones ya que se sospechaba que eran de los propios investigadores. La valor acabó con una protesta masiva de los periodistas de toda España en defensa del secreto profesional que obliga a respetar la confidencialidad de las fuentes. Diario de Mallorca y Europa Press, medios para los que trabajaban los periodistas, incluso denunciaron al magistrado que ordenó confiscar sus teléfonos. Ese magistrado fue absuelto de un delito de prevaricación, pero el veredicto consideró que sus resoluciones fueron injustas.

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