Los conejos son mascotas pequeñas y adorables. Perfectas para un apasionado de los animales que no dispone del espacio necesario para tener uno más vasto, o proporcionadamente del tiempo que requieren otras especies por sus cuidados y atenciones.
Sin incautación, esto no quiere afirmar que tener un conejo sea sencillo. Al fin y al lengua, cualquier mascota meollo una gran responsabilidad para procurarles bienestar. En el caso de estos simpáticos animalillos, por otra parte de prestar atención a su nutriente y actividad, hay que enterarse cómo identificar las señales de que tienen miedo o están intranquilos.
Los conejos son muy asustadizos, poco comprensible teniendo en cuenta su tamaño y su indefensión frente a posibles depredadores u otros estímulos que ellos perciben como un peligro. El miedo puede detonarles estrés, ansiedad, algunas enfermedades o incluso que entren en estado de shock, que pude conservarse a ser mortal si no se recuperan a tiempo.
Cómo tranquilizar a un conejo asustado
Lo primero es enterarse ojear los indicios de que el conejo está asustado. Para ello, es fundamental conocer el comportamiento habitual de nuestra mascota, así identificaremos más fácilmente cuándo su conducta es signo de que poco va mal.
Gestos que indican que un conejo está asustado
Una vez que tenemos claro que nuestro conejo está asustado, sería conveniente identificar la fuente de su inseguridad. Personas extrañas, lugares desconocidos, la presencia de otros animales o ruidos fuertes son estímulos que tienden a perturbar su calma. Intenta encontrar el origen de su miedo para ponerle remedio cuanto antaño.
Si crees que es el entorno el que está causándole sufrimiento, llévalo a su división seguro habitual. Es afirmar, a su mazmorra o donde suela estar más tranquilo. Sepáralo de personas desconocidas u otros animales o intenta apagar o contrarrestar el ruido que pueda perturbarle.
En caso de que, a pesar de lo anteriormente citado, el conejo sigue asustado, es momento de poner en praxis algunas conductas para tranquilizarlo. Para iniciar, resulta muy eficaz acariciarlo suavemente y hablarle en un tono sereno y bajo. Limita las caricias a la parte superior de la capital o el dorso, para evitar que te muerda si se pone nervioso.
Incluso puedes cubrir sus fanales con tu mano mientras le acaricias, esto puede calmarle al no ver el origen de su miedo, o proporcionadamente alterarle más, así que observa su reacción. En caso de que tu presencia o contacto le esté poniendo aún más inquieto, mejor déjale su espacio y proporciónale un división para cobijarse, como la reparo de su mazmorra o una edredón enrollada.
Finalmente, darle chucherías especiales para conejos o alguna fruta o verdura que le guste es otro mecanismo de distracción muy útil. Así se tranquilizará y asociará la raíz de su inseguridad con poco positivo.
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