Perdón por la pregunta, pero hace un poco de frío en la sala de prensa. ¿Es posible solucionarlo?”, preguntó un periodista, chalina en mano, hace unas semanas durante una rueda de prensa en el edificio del Consejo de la UE en Bruselas. La respuesta fue la habitual desde hace unos meses cada vez que algún se queja: “Os recordamos que nos encontramos en una crisis energética”.
Los altos precios del gas y de la electricidad y el compromiso de achicar la demanda ha llevado a las instituciones europeas a descender los termostatos y a apagar las luces. El característico edificio del Consejo Europeo, que tiene una peculiar estructura en forma de huevo, ya no se enciende por las noches.
La sala donde trabajan los corresponsales en Bruselas durante las cumbres de jefes de Estado y de gobierno está, desde octubre, a 16 grados. En las últimas semanas, ha empezado a ser poco habitual ver en las reuniones de ministros a políticos muy abrigados.
En las últimas semanas, ha empezado a ser poco habitual ver en las reuniones de ministros a políticos muy abrigados
La comisaria de Energía, Kadri Simson, predicando con el ejemplo, se tapó con una gran chalina que le servía de cobertor en uno de las últimos encuentros con los ministros del ramo en una de las salas del Consejo. Aunque la haber comunitaria no sufre siempre altas temperaturas durante el verano, siquiera se encenderá el brisa acondicionado, a pesar de que el techo de la sala es acristalado.
El oficio en el que hablan los líderes europeos y ministros para replicar a los medios de comunicación en sus llegadas a las reuniones está instalado desde hace dos meses a una nulo cálida temperatura de 14 grados. En las tres instituciones europeas la calefacción se sitúa en torno a los 19 grados.
En la Eurocámara, las luces de los pasillos se apagan en cuanto se reduce la presencia de trabajadores, dejando algunos pasillos del edificio de la Eurocámara en un estado de semipenumbra. En la ciudad de Bruselas, todos los barrios se comprometieron a disminuir un 20% la iluminación de las farolas.
Los edificios públicos deben persistir la calefacción a 18 grados y abatir la iluminación como muy tarde a las 23h, incluidos los de la Grand Place. En un principio se decidió apagar las luces media hora antiguamente de amanecer, pero finalmente se revertió la medida, por la sensación de inseguridad que provocaba en la población, especialmente tras las quejas de asociaciones de mujeres, en un época del año en que los hurtos y las agresiones suelen incrementarse en la ciudad.
Además en algunos barrios se ha estudioso una “iluminación inteligente”, en que las calles tan pronto como tienen luz y solo si se detecta la presencia de transeúntes o ciclistas, se encienden. Según datos del Consistorio, el consumo puede obtener a reducirse un 65% con este sistema. En cuanto a las escuelas públicas, deben estar a una temperatura de 19 grados y 14 en los pasillos.
Pero si hay poco simbólico en muchos lugares del centro de Europa son los mercados de Navidad. El de la haber belga —escogido recientemente el mejor del mundo, según una publicación—, la nueva hora de pestillo es a las diez de la incertidumbre, en oficio de las doce; siquiera están autorizadas las estufas de gas. No solo por una cuestión medioambiental, todavía por el elevado precio.
Los mercados de Navidad deben cerrar a las diez de la incertidumbre, en oficio de las doce; siquiera están autorizadas las estufas de gas
En contrapartida, se han instalado cerca de las mesas para ingerir en el exógeno pequeñas estufas eléctricas. Las luces que engalanan la ciudad solo estarán encendidas 8 horas, en oficio de 12. Una medida que desde el Consistorio aseguran que es “más simbólica que otra cosa”, porque desde hace abriles la ciudad se ilumina con bombillas LED. “¡Si las personas tienen frío, todavía tenemos mantas!”, asegura un comerciante de un puesto de salchichas del mercado de Navidad.
El Consistorio de Bruselas el pasado mes de noviembre lanzó una iniciativa para todo el sector de la restauración para que dé mantas a los clientes. Se hacen con telas de antiguos jerséis de trabajadores públicos —como jardineros o barrenderos— y son cosidas por personas con discapacidad.
Para la Comisión Europea, todas las medidas son necesarias para descender los precios. Aun así, a pesar de que todos los países deben aplicar planes de emergencia, “muchas cosas tendrían que ir mal para prever cortes de luz y disrupciones” como las previstas en Francia, aseguran fuentes comunitarias.
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