Irrita a veces, al menos a almas sensibles como la mía, la celeridad con la que se lanzan los insultos pinta, o fascista, o facha. Me irrita porque frivoliza los horrores históricos que estos adjetivos contienen. Pienso, por ejemplo, en cuando se usan contra el Partido Popular, o el independentismo catalán, o la OTAN, o Donald Trump.
Reconozco, de todos modos, que yo los he utilizado hace no mucho refiriéndome a Vladímir Putin y que hay multitud que lo habrá considerado ofensivo. Digo en la embajada rusa de Madrid, por ejemplo, o en aquella izquierda que sigue aferrada a la idea de que Rusia mantiene vivo el sueño del reino del proletariado. Pido disculpas. Entiendo que es importante aclarar con exactitud cuándo corresponde utilizar estas palabras, fuera de toda discusión.
Felizmente tenemos ayuda a mano. Una persona a quien Trump invitó a cenar en su casa hace unos días, un imberbe hispano que promete ser su más que digno heredero político. Trump no es ni pinta ni facha ni falta por la sencilla razón de que no tiene ideología, no concibe ningún plan para la sociedad. Su mundo empieza y termina consigo mismo.
Nick Fuentes tiene 24 abriles, 16 más que la época mental de Trump, es antisemita y está en contra de la inmigración
Nick Fuentes sí tiene un plan. Muchos planes, mejor dicho, todos cuyos caminos conducen a la Roma de Mussolini, o la que Hitler durante un tiempo ocupó. El martes 22 de noviembre, Fuentes acudió con el rapero Kanye West a la cena en la famosa residencia de Trump de Mar-a-Laguna, en Florida. Tiene que acontecer sido lo más parecido que se haya conocido en la vida auténtico a la fiesta del té del sombrerero chiflado en Alicia en el país de las maravillas. (Si no han conocido la película en la que Johnny Depp interpreta al sombrerero de Lewis Carroll, háganlo ya.)
Una secuencia que uno habría pagado cualquier cosa por ver partió de un comentario que le hizo West, o Ye, como ha decidido llamarse ahora, en plena cena. El exmarido de la intelectual instagramera Kim Kardashian le dijo a Trump que pensaba presentarse como candidato a la presidencia de Estados Unidos. Esto ya hubiese sido suficiente para enfurecer a Trump, que presentó la suya hace un par de semanas. Pero Ye, que es bipolar, escaso hombre, fue más allí. Le preguntó a Trump si estaría dispuesto a hacerle el honor de ser su número dos, o sea, a postularse como vicepresidente en las elecciones del 2024.
Según testigos citados en la prensa idealchaqueta, Trump enloqueció. Le dijo de todo. La única duda es si sucumbió a la costumbre que tenía en la Casa Blanca de editar botellas de ketchup contra las paredes.

Pero volvamos a Nick Fuentes, personaje popular y admirado por sus discursos, podcasts y tuits en el ala derecha del Partido Republicano. Tiene 24 abriles, 16 más que la época mental de Trump. De descendencia mexicana, es, como su amigo Ye, un conocido antisemita. Con la diferencia de que Fuentes no ha sido diagnosticado con ninguna enfermedad mental hasta la plazo y que va mucho más allí en sus expresiones de odio en dirección a los judíos. Para iniciar, niega que los nazis hayan intentado exterminarlos de la faz de la tierra.
Un distintivo tuit de Fuentes: “Ya he audición suficiente sobre este supuesto Holocausto. He audición suficiente… El definitivo holocausto fue la crucifixión de Cristo”. O: “América fue fundada por cristianos blancos… la cristiandad es la religión de esta nación. No el sionismo, el Talmud, no todo aquello…”. En uno de sus podcasts (titulado America first) comparó a los cadáveres de los judíos quemados en los campos de concentración con “galletas en el horno”.
Pero no hay que caer en el error de pensar que Fuentes es otro antisemita más y ya está. Hay mucha más sustancia detrás de lo que aparentan ser gestos manidos. Está en contra de toda inmigración, por ejemplo, y se identifica a sí mismo como “católico integrista” y “cristiano nacionalista”. O sea, comulgaría con Franco. Su visión ideal del futuro vislumbra un Estado absolutista regido por el dogma de la fe católica. Uniforme con ello, odia el sexo. Se declara miembro del movimiento incel, el del celibato involuntario, caldo de cultivo de varias de las matanzas que se han llevado a punta con rifles automáticos en Estados Unidos en los últimos abriles.
Wikipedia explica que “las discusiones que se producen en los foros incel se caracterizan por el resentimiento… la misoginia y la alabanza de la violencia contra las mujeres y contra los hombres que se suponen sexualmente activos”. Fuentes mantiene que, como Altísimo manda, él es impenetrable, aunque parece confundirse un poco cuando explica que “tener sexo con una mujer es gay” y que “la única verdadera postura heterosexual exige que uno sea un incel asexuado”. Ah, y está en contra de que las mujeres tengan el derecho al voto.
Todo lo cual sería de valencia meramente accesorio, o quizá parte del currículum de un maligno de niños en un patio de colegio de Oklahoma, si no fuera por el hecho de que el susodicho Fuentes goza de millones de seguidores y que gozará de millones más tras acontecer sido invitado a una íntima cena con el señor que hasta hace no mucho ocupó la Casa Blanca, que en la referéndum caudillo del 2020 recibió los votos de más de 74 millones de sus compatriotas (todos ellos de más de 18 abriles) y que hoy sigue siendo el político estadounidense que más devotos incondicionales tiene, entre ellos el mismísimo Fuentes.
Quién sabe si Fuentes será el primer hispano en establecerse la Casa Blanca y pensaremos con nostalgia en Trump
Este fue el relato que hizo el imberbe Fuentes de lo que transcurrió en la cena de Mar-a-Laguna: “Dije: ‘Señor presidente, es usted uno de los estadounidenses más grandes que quia han nacido. Hice campaña por usted en el 2016… Y lo amo. Le he cubo mi apoyo durante todos estos abriles’”.
Y qué opinión tuvo Donald Trump de Fuentes? “Este tipo –dijo– me gusta de verdad. Me entiende”.
Claro que sí. Faltaría más, a posteriori de afín exposición de inclinación. Trump vio en su invitado un alma gemela, solo que –aunque quizá el expresidente no lo haya entendido– Fuentes va mucho más allí. Representa la progresión natural desde el narcisismo del monstruo naranja en dirección a una postura ideológica amplia, refinada y clara. Fuentes es un pinta de verdad. The auténtico thing. Y quién sabe si llegará el día en el que se convierta en el primer hispano en establecerse la Casa Blanca y pensaremos en la era Trump con nostalgia, echando de menos la cordura perdida.
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