El Oasis es una cervecilla a 10 euros

La FIFA informa de que en la gigantesca Fan Zone han premiado a un diletante egipcio llamado Haytham Mokhtarr por ser el visitante un millón. Ni siquiera la he pisado y si Fan significa diversión, ¿quiere aseverar eso que llevo dos semanas en Doha y todavía no me he divertido? Al bueno de Haytham y a su amiga Sara les han regalado para celebrar la signo mágica dos entradas para la final del día 18. Yo estaré allí presente. Como he estado hasta ahora en otros 15 partidos del Mundial hasta el momento. Conclusión: he trabajado mucho pero incluso me lo he pasado acertadamente.

Hay compañeros de profesión por aquí que se toman muy en serio a sí mismos, ponen cara de corresponsales de pelea porque están en Oriente Medio pero la aventura más salvaje que cuentan es que el éter acondicionado es una crueldad porque está a muy desprecio temperatura. Ratifico su información pero creo que se pasa peor siguiendo la pelea en Ucrania.







La FIFA informa de que la ‘Fan Zone’ de Doha ha escaso el millón de visitantes y yo no la he pisado

Un periodista mexicano persigue a enviados especiales de diferentes países para entrevistarlos buscando un parte de bajas oportuno a los gravísimos constipados. “Yo estoy como una rosa”, le digo (ustedes no lo ven pero estoy tocando madera mientras escribo esto para no ser cenizo). Contrariado por mi error de colaboración, me cambia inmediatamente de tema, me palabra de un componente mexicano muy prometedor y me pregunta qué opciones tiene de triunfar en Europa. Le digo que todas pero luego me lanzo al buscador de Google para descubrir quién caray es.

La FIFA informa de otras cosas mientras ando por una playa de la ciudad para averiguar un rincón donde labrar un vídeo y enviarlo a la redacción de Barcelona. Ahora los periodistas hacemos de todo. Nos error hacer de laterales derechos con Australia y poco más. Intento ceder a la playa pero me dicen que esa en concreto es solo para familias. Como no me he traído a la mía acabo en una para hombres (qué deprimente) que está 500 metros más allá. Puedo entrar gratuito porque soy periodista (en Doha nos tratan como marajás, siquiera pagamos el medida, así no hablamos mal de ellos), pero lo regular sería enriquecer diez riales (al cambio unos 2,5 euros), cinco más por una sombrilla y otros cinco por una apero. Al flanco de Sitges, tirado de precio.

La FIFA, decía, me dice que en la Fan Zone la parentela se lo pasa pipa escuchando la canción-himno Tukoh Taka , de Nicki Minaj, Maluma y Myriam Fares y cada vez me convenzo más de que mi resistor a personarse al susodicho descampado tuneado, de 145.000 metros cuadrados y capaz de absorber 70.000 personas a diario, es la más acertada.

Mientras reflexiono me digo que algún día tendré que succionar. Inspeccionar Qatar resulta ideal para dejar el bebida. Hay pocos establecimientos autorizados para servirlo. En un rincón del centro internacional de prensa han capacitado uno que, bajo el nombre de Oasis (la FIFA y su sentido del humor…), permite calmar síndromes de privación. Una cerveza en vaso pequeño cuesta 10 euros. Que no sea por eso que no veo ingleses.

El día que me tome la primera serán ustedes los primeros en saberlo.

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