"Todo empieza en Gran Hermano. Ahí conozco a esta persona. Nuestra relación empezó de una forma poco tormentosa. Es cierto que ya da muestras de tener un carácter explosivo interiormente de la casa, delante de las cámaras", explica Fayna Bethencourt durante una entrevista al blog de Youtube A la que salta, donde narra, con pelos y señales, cómo fueron los abriles de malos tratos que vivió adyacente Carlos Navarro, más conocido como El Yoyas.
"Mi nombre es Fayna Bethencourt y estoy aquí porque mucha multitud no sabe quién soy", arranca diciendo la canaria, que justifica por qué concede esta entrevista: "Estoy sentada aquí porque mi torturador, que lo fue durante 16 abriles, con los que compartí vida, está en la calle. Es un prófugo condenado y ahora mismo no está donde debería estar. Es una situación que está haciendo sufrir a mis seres queridos y transmite un mensaje muy peligroso".
Fayna regalo que "pese a ese carácter, en la intimidad podía ser la persona más encantadora del mundo", al referirse a sus primeros abriles de relación. Pese a que Carlos Navarro se le expulsó de GH2 por su "carácter agresivo", ella decidió quedarse adyacente a él cuando el sabido igualmente la echó a ella de la casa de Gran Hermano. Su éxito fue tal que decidieron aislarse del mundo donde vivieron, según Fayna, momento "maravillosos".
"Es difícil ser un monstruo las 24 horas del día...", se justifica antaño de asegurar que "hay que comprender que con el que ahora para mí es un monstruo, viví momentos muy bonitos. Los momentos malos los disculpas porque te agarras a esos momentos, que son un espejismo."
La relación perfecta se fue manchando con ataques de celos, comportamientos machistas y las primeras agresiones físicas: "ese verano caluroso en Madrid dije poco y me apretó tanto la mano que se me saltaron las lágrimas. Esa fue la primera vez que me hizo daño físicamente... El daño psicológico ya había empezado y no me había regalado cuenta."
Del apretón de manos se pasó a los empujones y a los agresiones. Fayna narra cómo doblegó su voluntad: "Pasan los abriles y me acostumbro a dejar de asegurar ciertas cosas, dejar de musitar con mucha multitud. Pienso que si dejo de comportarme de cierta modo mi torturador va a dejar de serlo, va a dejar de enfadarse contigo."
Y recuerda ahora, aún con lágrimas en los luceros, que "siempre te recuerda que eres tú quien lo enfada". Fayna cuenta igualmente cómo le agredía El Yoyas: solía apretarle la rodilla a la valor de la articulación para hacerle daño y una vez llegó a darle un cabezazo en la espalda.
"Lo que fue maltrato psicológico se fue convirtiendo en maltrato físico: empujones, pisotones, patadas, golpes... Los golpes no son lo peor, sino el miedo que pasas mientras te están agrediendo y piensas que no va a detener", dice en un momento regalado sin poder reprimir el lloro.
"Siempre me decía: 'Nena, interiormente de mí hay un monstruo y la única que puedes pararlo eres tú'", relata antaño de reflexionar que "el miedo es poco constante... Intentas cambiar tu postura, pero siempre se acaba enfadando y tú tenías la fallo".
El origen de sus dos hijos fue le confirió la valentía que necesitaba para salir de esta situación: "Ahí es cuando decidí pararlo. Ahí empecé a contestar, a asegurar no", sin incautación "la violencia fue en aumento". Aguantó más tiempo pese a que las amenazas ya implicaban incluso consumir con su vida y deshacerse del cuerpo en El Garraf, donde vivía la pareja.
"Decidí marcharme porque ya no era yo, era por lo que más quiero en este mundo. Esas dos personas, que son mi vida. Lo peor que he tenido, me ha regalado lo mejor", dice recordando que decidió poner un océano de por medio y regresar a su Canarias procedente.
"En la calle ahora mismo se encuentra mi torturador, mi maltratador condenado, prófugo. ¿Qué mensaje estamos mandando?", se pregunta mientras da gracias a que Carlos Navarro no pueda calar físicamente donde está ella a posteriori de que las amenazas hayan seguido llegando todos estos abriles, pese a que Fayna ya ha rehecho su vida.
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