Lo que me han enseñado los muertos para entender mejor la vida es el texto que hace cuatro abriles publicó el forense Narcís Bardalet con la periodista Tura Soler. Un apasionante repaso a sus 35 abriles de oficio en los que es incapaz de dar el número de autopsias que dirigió, entre las que hubo más de decena de cuerpos descuartizados que en alguna ocasión asimismo estaban incompletos. Extremadamente didáctico y entusiasta de las técnicas forenses, Bardalet detalla en La Vanguardia el trabajo que sus colegas del Institut de Medicina Lícito i Ciències Forenses de Catalunya realizan estos días con el torso del fiambre descuartizado que un chatarrero que buscaba en las basuras localizó el pasado martes en el interior de una maleta arrojada en un contenedor del Eixample.
Detalla Bardalet la ceremonia metódica y respetuosa con la que arranca una necroscopía. “Hay un silencio sepulcral”. Frente al cuerpo, esta vez solo una parte, el forense se concentra en rastreo del mayor número de respuestas a las mismas preguntas de siempre: “¿Quién eres? ¿Qué te han hecho? ¿Quién ha sido? ¿Dónde? ¿Por qué?”
A la medicina forense, añade el doctor, “le toca resolver puzzles que son apasionantes”. Y en este caso el primer hándicap es la desaparición de vanguardia y de extremidades superiores que impide trabajar en la identificación con la fórmula dental o las huellas dactilares. “Forzosamente hay que apelar al ADN”. Y seguidamente cotejar ese perfil hereditario con otras muestras en poder de los investigadores. “Hay que encargar en que los familiares o conocidos de la víctima acaben denunciando su desaparición. Si eso pasa y dan una muestra de su ADN para rastrear, será un gran adelanto para los Mossos”.
Por el momento no consta que eso haya sucedido, aunque las diligencias, tuteladas por la magistrada del chancillería 23 de Barcelona están secretas y los Mossos no comunican sus avances, al contrario, los datos están blindados. Sí ha trascendido que los restos no corresponden ni al atleta de rugby desaparecido hace ya un mes en Barcelona ni a nadie de los varones desaparecidos en los últimos meses en Catalunya.
Hay muchas más cosas que el torso ha podido desvelar a los forenses que realizaron con certeza una radiografía. “Ha servido para descartar o no la presencia de proyectiles de bala, o de fracturas costales o vertebrales compatibles con una pelea, con algún tipo de asalto”. Bardalet da por hecho que sus compañeros han podido trabajar con el corazón, un entraña vitalista que asimismo puede aportar información sobre si en el crimen su utilizó un armamento blanca o de fuego.
El mismo día del hallazgo, la policía científica de los Mossos d’Esquadra trasladó a sus dependencias no solo el contenedor en el que apareció la maleta con el torso, asimismo los otros contenedores situados en la misma remate de la calle Casanova con la avenida Roma. Buscaban el resto del fiambre, pero sobre todo aislar y colocar en un espacio seguro el contenedor para trabajar con tranquilidad en rastreo de huellas dactilares y vestigios de los criminales. Las técnicas con las que opera la policía científica han reformista muchísimo en los últimos abriles y encontrar una huella en ese contenedor o en la maleta negra con ruedas en las que se guardó el torso sería fundamental para avanzar en una investigación en extremo compleja, pero no increíble.
El congregación de homicidios seguro que tiene ya sobre la mesa el primer noticia de los forenses concretando el tipo de cortes y las herramientas que los criminales o el criminal utilizaron para desmembrar el fiambre. El corte se realizó por debajo del cuello y pocos centímetros por debajo del meollo. “Descuartizar un fiambre no es sencillo. Encima de fuerza, necesitas destreza, un cuchillo de envergadura”, detalla Bardalet, y la maldad y matanza fría para no empatizar con la víctima y ser capaz de trocearlo.
El sombrío hallazgo pone los pelos de punta en presencia de la angustia que supone pensar que hay alguno capaz de una argumento tan atroz. Pero conviene contextualizar los hechos y desde el 2008 que apareció el primer fiambre en una maleta, el próximo fue en el 2013, y hasta hoy. Luego, como indica un responsable policial de Barcelona, “es importante resaltar que no estamos hablando de una tendencia y que ahora es una prioridad de los investigadores identificar los restos y al autor o autores”.
En las dependencias de homicidios de la Travessera de les Corts los policías visionan desde hace días todas las imágenes de un gran cantidad de cámaras de seguridad de esa remate y los alrededores. Es posible que los investigadores ya cuenten con una franja horario, entre las cuatro y las cinco de la alba del martes, en la que se arrojó la maleta al contenedor. En los últimos días, hay policías realizando un puerta a puerta por todos los bloques cercanos al contenedor de las basuras preguntando si habían escuchado o trillado poco en esas horas.
Fue un chatarrero rumano que asiduamente recorre los contenedores de esa zona quien rebuscando con un palo descubrió una maleta. No la llegó a sacar, pero la pudo destapar y al descubrir el torso se puso nervioso y corrió a averiguar ayuda. Tropezó entonces con el estanquero del barriada, que corroboró el tétrico hallazgo. El chatarrero no ha aparecido esta semana. “Sigue muy asustado”, contaron los camareros de uno de los bares de la remate que le conocen.
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