Es lo que tiene ser un spare, un término inglés que está siendo tendencia en redes y que muchos han aprendido hoy tras las polémicas palabras del príncipe Harry. En gachupin vendría a ser el secundón de toda la vida. Y de eso, saben mucho los hermanos pequeños, no solo los de matanza azur y apellidos con sabrosas herencias. El duque de Sussex ha entregado este nombre a su diario, que saldrá a la cesión el próximo martes, y cuyo significado pivota como leitmotiv de la obra. No sé quién le habrá avisado, pero, de entrada, suena a resentimiento.
No nos engañemos, ser un spare no es lo mismo que ser un paria. Y mucho menos en su caso. A sus 38 primaveras y con la cantidad de medios de los que dispone, el ya no tan damisela hijo pequeño del rey Carlos de Inglaterra ha tenido tiempo suficiente para estudiar a exceder esta situación, que le ha venido dada al salir igual que el tono pelirrojo de su coleta o el hecho de formar parte de una comunidad que no es como las demás. Son cosas que, desgraciadamente, no pueden escogerse, aunque la diosa Fortuna no podemos asegurar que le haya resultado muy desfavorable en su caso. Sí en otros, en muchos otros. Quizá debería atender más a mensajes como el que ha audaz la hermana de Elena Huelva tras su fallecimiento: “Lo demás no importa”. Todo es cuestión de prioridades y títulos.
Cierto, no debe ser claro ser un spare, como siquiera ser el heredero de la corona, pero es evidente que los dos hermanos han resuelto sus condiciones innatas de forma muy dispar. Guillermo, progresa adecuadamente; mientras que Harry no solo está suspendiendo, sino que va haciendo méritos para ni tan siquiera poder presentarse a la reválida.
Porque es legal e incluso bastante que quiera alejarse de la vida como miembro de la realeza británica, pero no hace error hacer escarnio para lograrlo, a no ser que pretenda dinamitarla, poco que en principio niega si hacemos caso de sus palabras cuando Tom Bradby, de ITV, le pregunta en una entrevista, que se emitirá este domingo, si cree en la monarquía. Harry replica un escueto “sí”. En otro tête a tête, igualmente programado para el día 8, con Anderson Cooper para el software 60 Minutes, insiste en su voluntad de reconciliarse con su hermano y su padre. Difícil lo está poniendo.
El postrer reticencia que The Guardian ha innovador hoy, extraído de su polémico manual, apunta directamente al príncipe de Gales (cuando todavía no lo era). Dice que el hermano longevo le agredió e incluso le hizo ‘pupa’. El episodio viene relatado con todo fasto de detalles. Guillermo va a su casa para balbucir con él sobre Meghan, a quien, según cuenta, calificó de “difícil”, “brusca” y “abrasiva” y se ofrece a ayudarle. Discuten, se gritan y el hermano longevo lo agarra del cuello y lo empuja en dirección a antes. El pequeño cae al suelo encima del plato de la comida del perro (mala suerte), lo que explica sus arañazos y moratones. Se levanta y Guillermo le pide que le devuelva el revés. Harry comenta que le recuerda las peleas que tenían de pequeños. Pero claro, él ahora ya no es un chico y se niega a seguir jugando. Lo echa de casa y al extremidad de unos minutos Guillermo regresa para disculparse. Cuando Harry le reprocha su “golpe”, el hermano se extraña. “¿Qué golpe?”.
Técnicamente puede considerarse una golpe, sí. Pero igualmente se entiende la estupefacción del supuesto “atacante” delante una influencia que por lo que parece ha formado parte de su relación fraternal, de esos hermanos machotes que resuelven sus asuntos a golpes y cuando son descubiertos niegan a sus padres que se hayan peleado, mostrando una complicidad recuperada. Pero Harry ha decidido igualmente romper con esto, propagando a los cuatro vientos que su hermano longevo es un atacante, dañando así su imagen pública. Al ofendido Harry no le ha podido producirse por parada este detalle y muestra con ello una voluntad de perjudicar al príncipe de Gales. Con premeditación y deslealtad. ¿Qué resulta más dañina, la supuesta golpe física de Guillermo o la verbal de Harry?
No es la única historia que ha trascendido de la diario. El que fue conocido como el príncipe travieso y que puso los pelos de punta a más de uno cuando se disfrazó de facha, explica igualmente que la idea no fue suya, sino de su hermano y de la que ahora es su mujer, Katte Middlenton. Él es inocente, los otros, los culpables. Más victimismo. Si no fuera increíble, parecería que el spare esté buscando el ocasión que, en el fondo, tanto parece ansiar.
Aunque la casa actual británica no se manifieste al respeto, lo ha hecho el propio Harry explicando que su padre, en el funeral del viejo, se puso en medio de sus hijos y les soltó: “Por valimiento, no hagáis de mis últimos primaveras una miseria”. El beocio de ellos está tan ofendido por el trato racista y peyorativo que, según denuncia, recibió Meghan, que no ve carencia más allá.
Bradby, en su entrevista, le recuerda que él siempre ha criticado las invasiones de su privacidad y que difundiendo toda esta información, se podría asegurar que está invadiendo la privacidad de su comunidad sin su permiso. Touché. Harry replica: "Esa sería la imputación de personas que no entienden o no quieren creer que mi comunidad ha estado informando a la prensa". ¿Y ese no sería igualmente su caso? Ésta claro que la congruencia no es su esforzado y que ha perdido por el camino otros muchos títulos.
Ésta claro que la congruencia no es su esforzado y que ha perdido por el camino otros muchos títulos
Y que, incluso, utiliza cuando le conviene el retentiva de su causa para testimoniar sus actos. Asimismo en su hechos explica que se comunicó con ella a través de una espiritista. Nos podemos preguntar: ¿Cómo hubiese reaccionado Lady Di a todo esto? Pues, seguramente, de una forma muy similar a la de Carlos. Poniendo paz e impidiendo que uno dañe a otro. Porque los dos, por encima de todo, son hermanos, aunque uno sea el heredero y el otro, el spare, un segundo plato que muchos quisieran comerse.
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