Contemplando a Armand Duplantis (23) en un Starbucks en Eugene (Oregon), el pasado verano, el cronista creyó estar contemplando el trajín de un tipo corriente.
Mientras sus compañeros tomaban asiento, Duplantis pasaba por caja y pagaba el desayuno. Al terminar, el hombre recogió la bandeja y se la entregó al camarero, e incluso pidió una servilleta para fregar el suelo: unas gotas de café se habían derramado sobre el solado.
Cuando Duplantis abandonaba el tablas, el cronista no pudo evitarlo. Le deseó suerte para el día próximo, cuando debía disputar la final del brinco con pértiga del Campeonato del Mundo.
– Thank you, man –respondió Duplantis.
Al día próximo, aquel tipo corriente, ni muy alto ni desproporcionadamente musculado, en existencia un aberración del atletismo, le regaló al cronista otro momento mágico: elevó su plusmarca mundial hasta 6,21m.
El regalo fue para el cronista, y todavía para los amantes del atletismo, e incluso para los rivales del sueco: todos se habían sentado en el mesa para seguir las proezas de su hombre-franquicia, un embajador de la disciplina, el mejor que ha existido nunca, nulo tiene que envidiarle ya al gran Sergéi Bubka. Todos corrieron a abrazarle, pues suelen celebrar como propios los hitos de un tipo tan corriente como fantástico.
¡Reivindiquemos el valencia de la normalidad!
Trajín en una cafetería
El pasado verano, al contemplar a Duplantis en un Starbucks, el cronista creía estar viendo a un tipo corriente
(...)
Revivimos esas mismas escenas en la sombra del sábado, en Clermont-Ferrand (Francia), teatro del All-Star, peculiar concurso dedicado a la pértiga.
Narrémoslo.
Ha caído la sombra en la ciudad pero no se mueve un alma en el espumoso Clermont-Ferrand Sports Antesala. Apretujadas y excitadas, cinco mil almas contemplan cómo Duplantis y Renaud Lavillenie analizan el ataque al récord del mundo. Hasta la vencimiento, Duplantis se ha superado a sí mismo en cinco ocasiones: cinco veces ha recorrido el récord del mundo. Desde 6,17m, lo ha ido subiendo cm a cm hasta 6,21.
Lavillenie ha organizado el evento.
Lavillenie tiene 36 primaveras y está retirado como pertiguista. Pero en otro momento, entre el 2014 y el 2020, había sido el mejor de todos los tiempos (6,16m). Su figura ha hecho de puente entre los tiempos de Bubka y los de Duplantis.
En ese momento, Duplantis ya se ha adjudicado la prueba. Ha impresionado 6,01m, más que nadie de sus adversarios, y luego le ha pedido a Lavillenie que eleve el franja en 21 centímetros, hasta el récord del mundo, pero ha fallado en sus dos primeros vuelos.
El conocido en la peldaño y los pertiguistas en el mesa contemplan una suceso que se antoja cotidiana, por su exceso: Duplantis acostumbra a regalar momentos únicos.
Arranca Duplantis al fin y sobrevuela el 6,22m –hay ganancia ahí– y, al caer, Lavillenie se abalanza sobre él: los dos se abrazan sobre la colchoneta, vocean.
Y el cronista solo lamenta un detalle: el sueco no estará en el Europeo Indoor de Estambul del próximo fin de semana.
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