A Jason Arday le diagnosticaron retraso entero del mejora y trastorno del espectro autista cuando era pequeño. Ahora, está a punto de cumplir un sueño, poco que hace unos abriles era, fielmente, impracticable: el 6 de marzo comenzará como profesor de la Universidad de Cambridge, una de las más prestigiosas del mundo.
A pesar de que hace menos de una plazo le informaron de que necesitaría una vida asistida y apoyo de por vida por fallo de estos retrasos en el formación, no se rindió y, con 37 abriles, se convertirá en el catedrático triste más mozo de la segunda universidad del mundo. Su puesto será el de profesor de Sociología de la Educación.
En su nueva etapa en Cambridge, Arday, que ya es muy agradecido en el mundo culto britano, dará continuidad a su cultivo mencionado en las universidades de Durham y Glasgow, en las que abordó el cargo de representación de la población negra y de minorías étnicas en la enseñanza superior. En este sentido, se centrará en los retos de conquistar una decano equidad en las carreras académicas y crear experiencias educativas que promuevan resultados justos para todas las personas.
"Mi trabajo se centra principalmente en cómo podemos rajar las puertas a más personas de entornos desfavorecidos y democratizar verdaderamente la educación superior", ha dicho en un comunicado emitido por la Universidad de Cambridge.
Una vida llena de rechazos y dificultades
Arday nació en una zona humilde de Londres, así que su clan nunca tuvo las herramientas para poder minimizar el impacto de su trastorno. Tras su dictamen precoz, Arday se comunicaba principalmente mediante el estilo de signos hasta que aprendió a susurrar con 11 abriles. Aun así, de forma autodidacta, como él mismo ha agradecido, tuvo que asimilar a acertar y escribir hasta alcanzar a ser profesor de educación física tras estudiar en la Universidad de Surrey.
Tras despuntar a trabajar a los 22 abriles se dio cuenta de que los chicos con los que estaba tenían dificultades para poder tener oportunidades. Esto le recordó a su propia historia, por lo que se propuso que, como no podía ser ni futbolista ni componente de billar, iba a intentar cambiar esta situación. Incluso llegó a escribir una registro de objetivos personales en la albarrada de su habitación, uno de los cuales era trabajar en Oxford o Cambridge para poder tener una buena plataforma para conseguirlo.
Para alcanzar a su próximo puesto, completó su primer máster en St Mary's, ayer de cursar otro máster y doctorarse en la Universidad John Moore de Liverpool mientras trabaja en un supermercado. Aunque, pese a esforzarse mucho por vencer sus dificultades de formación, no siempre era suficiente para poder avanzar en sus estudios. "Todo lo que presentaba era violentamente rechazado. El proceso de revisión por pares era tan cruel que casi resultaba agudo, pero lo traté como una experiencia de formación y, perversamente, empecé a disfrutarlo."
Fue Sandro Sandi, un amigo íntimo, quien dio a Arday el aliento que tanto necesitaba para seguir una carrera en el mundo culto. "Creo que puedes conseguirlo", le dijo Sandi a Arday, según The Times. "Juntos, podemos enfrentarnos al mundo y cobrar".
Arday ha recordado que a partir de ese momento se sintió decidido y centrado, y supo que quería seguir una carrera en el mundo culto. "En retrospectiva", ha explicado al The Times, que "esto es lo que estaba destinado a hacer". El nuevo profesor de Cambridge está impresionado por su logro y afirma que nunca habría podido predecir un resultado así. "Si hubiera apostado, las probabilidades eran muy altas. Es una demencia", ha explicado al medio britano.
Según Arday, su historia tiene un mensaje para otros jóvenes de entornos menos representados: “Todo es posible". Él lo sabe perfectamente: "Sabía que no poseía necesariamente un gran talento, pero sabía lo mucho que lo deseaba y lo mucho que estaba dispuesto a trabajar por ello."
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