Podía ocurrir estado todo el día respondiendo preguntas y habría contestado lo que le interesara en cada momento. En ocasiones porque no quiso sostener más y en otras porque no pudo (el Barça es un club que vive al día, con fuertes emociones en cada momento) Joan Laporta capeó sin agobios una comparecencia que se extendió durante 1 hora y 55 minutos. Primero en formato monologuista. Luego en compañía del vicepresidente financiero y del director de fútbol. De sus dotes oratorias nunca ha dudado nadie. Sagaz y hábil en el uso de la palabra, en el bosque de argumentos y contrargumentos de Laporta quedaron claros diversos aspectos.
Podía ocurrir estado todo el día respondiendo preguntas y habría contestado lo que le interesara en cada momento
Uno, el club tratará de ponerse al día con LaLiga pero si no llega a todo pide flexibilidad (es sostener clemencia). Dos, no se sabe a ciencia cierta cómo pero intentará cuadrar el círculo de no traicionar futbolistas importantes, reforzarse, renovar a jugadores pendientes de apuntalar su futuro, seguir siendo competitivo, disminuir la masa salarial y a la vez construir el Espai Barça. Tres, a Laporta, clásico fajador, le encantan los vericuetos legales y el cuerpo a cuerpo con Javier Tebas, al que se identifica como el enemigo oficial en el Gólgota de la inscripción de futbolistas. Están en las antípodas ideológicas pero en ese sentido el presidente del Barcelona y el de la patronal son dos siameses que no rehúyen un solo combate. Cuatro, en cuanto a la trámite de los aspectos fundamentales de la entidad la autocrítica no es un activo en ciadura, pues el presidente sostuvo que todo se hace con absoluta transparencia y con unos controles de calidad y de ética excelentes. Y, cinco, la flagrante marcha deportiva, derrota en popa en la Muérdago, hace que cualquier otro asunto quede ahora relegado a un segundo plano en el imaginario del simpatizante.
Y es que aunque el Barça es más que un club es sobre todo un club. Manda la pelota.
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