Por qué mi gato me lame y después me muerde

Los gatos son animales con personalidades congruo marcadas. Pueden ser muy independientes y desconfiados, así como cariñosos y amigables. Pero sea cual sea su carácter, adoptan conductas propias de la especie que desconciertan a los humanos.

Evidentemente, no pueden expresar sus sentimientos con palabras, de modo que sus compañeros humanos deben estar atentos a ciertos gestos y su idioma corporal para comprender a los mininos. Pues determinar qué les gusta y qué no es una parte esencial de su cuidado, así como del vínculo entre tu mascota y tú.

Un marco habitual en una casa con felinos es estar disfrutando de un rato de mimos con el animal y que este te dé lametazos casuales. Cuando, de pronto y sin razón resultón, te muerde. La intensidad de este mordisco, próximo con el idioma corporal del micho, es determinante para conocer la causa y cómo evitar esta situación.







¿Por qué me lame mi micho?

Para aparecer, hay que comprender por qué a los gatos les gusta rozar a los humanos. El instinto de lamerse a sí mismo forma parte de su ritual de acicalamiento. Su argot cuenta con unas cerdas duras perfectas para cepillarse su propio pelaje, eliminar nudos y suciedad y deshacerse del pelo muerto.

En este sentido, incluso pueden rozar a otros mininos de su grupo, así como a humanos con los que tiene una relación de confianza y cariño. Por lo tanto, si tu micho suele morderte, significa que te tiene afecto, ya que no le verás hacerlo con un desconocido. En cierto modo, están expresándote simpatía y solicitando tus mimos en respuesta a sus lametones.







¿Por qué me lame mi micho y a posteriori me muerde?

Ahora acertadamente, si los lametazos del micho son inofensivos, ¿por qué a veces van seguidos de un mordisco? Esto puede deberse a distintos motivos. Por norma caudillo, los gatos pueden morder de forma juguetona o como defensa propia en presencia de poco que les asusta o incomoda. La diferencia reside en la intensidad del mordisco y en la postura que lo acompaña.

Si ese mordisco intercalado con los lametones es suave y el micho mantiene una postura relajada, probablemente sea su forma de manifestarte cariño de forma inofensiva. Para evitar que lo siga haciendo, deja de acariciarle inmediatamente. Y cuando vuelva a lamerte sin morderte, prémialo para que aprenda que así es como debe ser.

Por el contrario, en caso de que el mordisco sea doloroso, el micho adopte una postura tensa, con las orejas y el rabo rígidos, el cruz erizado y encima maúlle o bufe, es su modo de indicarte que poco no va acertadamente. Tal vez le hayas hecho daño jugando o dándole un fricción, o puede que se haya cansado y quiera que lo dejes a solas. En tal caso, déjale espacio para que se tranquilice y calma a que sea él quien vuelva a acercarse a ti pidiendo atención.

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