Desde que la covid asoló, asedió y colapsó a todo el planeta, comprendí que estábamos entrando en una nueva era. No era capaz de constreñir el perfil de lo que se avecinaba, pero si sentía en lo más profundo que el mundo que habíamos vivido se esfumaba y surgía otro orden, otras formas de (sobre)comportarse y que aquel planeta realizado de energía, creatividad, innovación, con objetivos tan idílicos como liberar el planeta, búsqueda de fórmulas para un bienestar holístico, mecanismos para evitar conflictos, la IA y muchas excitantes investigaciones, hallazgos y avances en todos los campos, que nos tenían que conducir a un mundo mejor, entraba con la invasión atroz y medieval , de nuevo en contradicciones que parecían superadas.
Añadir que en nuestro mundo, la mayoría suele ser demasiado silenciosa y a veces hasta pasiva, solo hasta que no hay remedio y demasiadas veces este es peor que la enfermedad. La humanidad anhelaba mejorar y encontrar fórmulas que nos permitieran alcanzar un estado de hermandad y bienestar siempre deseado y nunca pillado para poder legar un mundo mejor a las jóvenes generaciones, pero la cruel pandemia que hemos sufrido y aún sigue, aunque paradójicamente parece ya olvidada y solo es recordada ahora por las mascarillas y las parte que ya solo aparecen en segundo o tercer plano de nuestras parte, sigue entre nosotros.
¿Nos hemos olvidado de que adicionalmente de provocar millones de muertes, ha generado la enorme altercado del ámbito váter, financiero y por ende social y un impacto muy significativo en nuestra sanidad mental? Esto que podría parecer superficial, no lo es e iré más allá, me temo que seguirá por tiempo, afectándonos a todos, a cada uno en su medida y en su circunstancia. Ya nadie será igual y creo que al menos en los próximos primaveras, no iremos a mejor. La pugna de Ucrania puede achacarse a temas geopolíticos, brechas del pasado y toda una larga letanía de circunstancias que podría añadir como agravantes, pero, desde mi ignorancia, que no curiosidad y búsqueda de motivos, lucha y añado, la inestabilidad mental que nos ha dejado la pandemia.
Vivíamos en un mundo en el que soñábamos con el bienestar y hemos comprobado como un virus desconocido, cuyo origen es aún una clavo, llegado de Asía, nos ha legado una enorme consejo de humildad. Aquella sociedad empoderada, pretenciosa, cuyos objetivos parecían casi ilimitados y que jugaba a ser única y exclusivo, se ha pasado sorprendida de gracia y sopetón por una pandemia que nos ha devuelto a la existencia.
Somos frágiles en el más amplio sentido de la palabra y efímeros como hemos sido siempre. Dicho esto, a posteriori de observar como la invasión de Ucrania está evolucionando y la respuesta que está dando Oeste, tengo el presentimiento de que ya todos empezamos a perder y eso será me temo, más liberal y duro de lo que imaginamos. Me atrevo a pensar que la pugna provocada por Putin, tiene objetivos más allá de la propia Ucrania y no me refiero a una posible reanexión de los países de la antigua URSS, sino al objetivo para mi más relevante que no es otro que destruir la UE, poco que por métodos distintos, Rusia, lleva tratando de conseguir desde hace primaveras.
Si esta pugna se alarga y ya empezamos a intuirlo e incluso vivirlo, está destinada a sembrar la discordia y el desacuerdo en y entre las democracias europeas y en todo el orbe e irá a más cuando el impacto social y financiero impacten mucho más en los distintos países. Este es en mi modesta opinión, su gran objetivo.
¡Divide y vencerás!
Con una Europa desunida, en estados democráticos, donde la información suele ser plural, pues todos podemos opinar sin ser sometidos al pensamiento único, es practicable sembrar la discordia interna, de hecho ya ha empezado. En cambio no es así en países como Rusia, el incitador de todo este conflicto, que adicionalmente juega con esa deplorable “preeminencia”, la de la verdad única, poco que solo las autocracias se permiten.
Putin ha impuesto en Rusia su verdad a través de sus canales de información, inicialmente disfrazados de plurales que ahora ya no necesitan careta alguna y que muy pocos en su propio país, se atreven a discutir por razones obvias. Rusia y Oeste, jugamos con cartas distintas y eso es muy peligroso pues y espero equivocarme, pero a Putin le da igual que la pugna se alargue y su familia sufra, al igual que le importa un soberano pepino los crímenes de pugna que él y sus secuaces están provocando. Él desea un Oeste y muy especialmente una Europa dividida, débil y taciturna y sabe que el tiempo va a su honra.
La pasión de nuestras economías y la inestabilidad social, le darán alas y seguirá no solo reafirmando con autocracia su poder en Rusia, país acostumbrado a ser sometido y resiliente a casi todo. Por otra parte aprovechará para seducir o poco más, a aquellos países que considera suyos o incluso poner el pie en otros que crea le pueden ser afines mientras pueda comprarlos de algún modo, especialmente con disfraces políticos, para crear conflicto y discusión en el entorno completo y mucho me temo que la avidez de poder de algunos de sus dirigentes, le facilitarán el camino sin ser conscientes, o si, del destino al que llevarán a sus congéneres.
Así , el liga “putinesco” puede tomar una forma que cambie el orden del planeta, que aquel mundo completo que vivimos estos últimos primaveras, vuelva a crear muros entre estados y neonacionalismos extremos que a lo único que nos llevarán es a retroceder en todos los ámbitos de la vida, a crear enfrentamientos que normalmente se convierten en graves y dramáticos y a un destino a un siglo XXI medieval, pues no nos engañemos, no volverá la pugna fría entre dos bloques, para nadie , se crearán distintos bloques que actuarán de formas distintas según los intereses les junten.
La manipulación como arsenal de pugna
Me temo que la nueva pandemia será la exasperación de nacionalismos estúpidos e irracionales en todas partes y eso ya saben a donde nos lleva. Enfrentamientos de unos contra otros sin orden ni concierto, donde una vez más las mayorías serán sometidas a los intereses de autócratas secundados y auspiciados por sus oligarcas de turno que no lo hacen por convencimiento ni por solidaridad, sino por pura avidez personal y así revés a abrir.
Es la historia de la humanidad que se repite sin cesar siglo tras siglo desde que el ser humano existe. Cambian los tiempos, las geografías, los actores, pero los instintos, los objetivos, las maldades son siempre parecidas. Lo peor es que las armas, gracias a la transformación tecnológica son más sofisticadas mortíferas cada vez más y curiosamente la gran paradoja es que en un mundo donde la comunicación ha pillado limites tan extremos, nos está sobrepasando de tal modo que ya en demasiadas ocasiones, no solo no somos capaces de diferenciar la existencia de la ficción, sino que esta es capaz de ser manipulada de tal modo que puede resistir a convertir grandes falsedades y ficciones, en informaciones que parecen ciertas y que nos manipulan al antojo de unos pocos cuyos objetivos distan mucho del adecuadamente popular.
Parece que todo vale y el panorama es sombrío, pero dicho todo esto, aún creo en que la inteligencia emocional y la bondad del ser humano, será capaz de retomar el camino del respeto, la solidaridad, la esplendidez para desquitarse un senda que parecía imparable y se ha torcido. El ser humano tiene pros y contras, pero solo depende de nosotros que los pros, superen a los contras. Así, solo así , conseguiremos retomar la senda de un mundo más humano, pues ser humano, es poco que nunca debe ser superado por artificios que siempre son manipulados por unos pocos en honra de sí mismos. Ser humano es el adecuadamente más preciado que debemos preservar.
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