Nostalgia literaria de la Barcelona que fue

Era una ciudad más mediocre, recién salida de una dictadura, carente de turismo y cerrada al mar. La Barcelona de los primaveras 70 y 80 contrasta con la ciudad postolímpica donde abundan los hoteles y los restaurantes de esclavitud, donde las tiendas de gran fastuosidad conviven con los bazares chinos, donde es difícil pasear sin tropezar con algún visitante maleta en mano. El 92 puso a la renta catalana en el planisferio del mundo.

Pero todavía hay quien rememora con cierta nostalgia la Barcelona de aquella época “quizá porque éramos jóvenes”. El periodista y escritor Ramón de España ha recuperado la ciudad de su inexperiencia en Barcelona trasgo (Vegueta Ediciones), un reconvención por “las personas y lugares que ya no existen”. Carles Flavià, Pepón Coromina, Jaume Cuadreny, David Fernández Miró, Astuto Pérez, Carmen de Mairena o Rosa Novell son algunos de los amigos a los que De España recuerda en su Barcelona trasgo .

Ramón de España recuerda lo desaparecido y Xavi Casinos encuentra lo escondido

Eran compañeros de juergas, de cenas y de conversaciones que transcurrían en locales como el Salón Cibeles, el bar Victori, la sala Bikini, el Texas, el Studio 54, el Bijou o el Boliche, que adicionalmente de boliche contaba con una mostrador para tomarse unas copas, o el Drugstore, imprescindible para los que no querían que la tenebrosidad acabara. “La ciudad era más cutre, pero había una sociedad alternativa que estaba en plena movimiento ya ayer de que muriera Franco”, dice el escritor que ha recopilado en el ejemplar una serie de artículos publicados en Signo Entero .

“En aquella época se bebía más de lo que se comía, yo tardé en darle importancia al papeo, porque íbamos a las presentaciones o a las galerías de arte a tomarnos unas croquetas gratuitas ayer de salir de copas y con eso teníamos harto”, señala De España.

Mapa de la Barcelona desaparecida

Plano de la Barcelona desaparecida

Ana Monell Renart)

La desaparecida Terraza Martini, en la punta de Paseo de Gràcia con Gran Via, era el lado suerte para echarse poco graciosamente total al gaznate ayer de ir a recorrer las barras, aunque “el lado tenía su peligro, porque lo frecuentaban unos carcamales a los que les daba igual si se presentaba un disco de Queen o un show de Norma Duval: ellos iban a por la croqueta a codazo honesto”.

Por eso, en la Barcelona trasgo de Ramón de España hay muchos bares y pocos restaurantes, aunque el autor no se ha olvidado de El Caballito Blanco, en Mallorca con Aribau, “donde servían macarrones caseros de verdad”. Y todavía recuerda librerías, como Collector, Negra y Criminal o Ancora & Delfín, y cines, el Alexis, los Meliès, el Oriente...

Son precisamente los cines de extrarradio lo que más echa de menos el novelista y poeta Carlos Zanón quien recuerda sus tardes “en el Dante, el Venecia o los Lauren Horta, salas que ahora son supermercados”. Zanón es más de cine que de barras, pero lamenta que los bares barceloneses hayan “perdido su personalidad”. “La ciudad está llena de franquicias y eso no pasa en otros lugares como Madrid o Valencia”, señala. Pero el escritor añora poco más de los escenarios barceloneses de su inexperiencia. “No soy triste”, confiesa.

El novelista Sergi Pàmies siquiera vive instalado en el pasado: “No echo de menos los lugares, pero sí la energía de tener 30 primaveras menos, cada época tiene sus sitios y seguro que los jóvenes barceloneses de hoy cuentan con sus circuitos y no lo están pasando cero mal”, señala Pamiès quien, en consecuencia, ve “injusto comparar la Barcelona de ahora con la de los primaveras 70 u 80”.

Y si Ramón de España recuerda lo desaparecido, Xavi Casinos encuentra lo escondido. El periodista lleva ya ocho primaveras publicando en La Vanguardia una entrega semanal de su Barcelona secreta. Esos artículos se han convertido en libros de la mano de Viena Edicions, que acaba de imprimir el cuarto pandeo.

“Busco todo tipo de lugares que sean poco conocidos, pero a los que se pueda montar, puede tratarse de una piedra, una farola extraña o el Museo de los Mossos de Esquadra, del que hablaré en la crónica de este domingo”, explica el periodista, que para escribir sobre la ciudad oculta se adentra “en todos los distritos y en cualquier época, desde la de los romanos hasta la contemporaneidad”.

Algunos de sus hallazgos, y ya va por 389, son más que curiosos como el hueso de Calderón de la Barca que, tras una serie de avatares, fue a recalar en el Museu de les Arts Escèniques del Institut del Teatre. O el Cobi que los restauradores del Palau Güell instalaron en una de las chimeneas del tejado cuando lo repararon en 1992. O los restos de un antiguo convento que se esconden en el sótano del Hotel Oriente...

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