De dominar el mercado a pegarse un buen porrazo. Netflix ha perdido 200.000 abonados en el primer trimestre del año y se calma que pierda dos millones más estos meses, sobre todo en mercados esencia como el norteamericano y el europeo. Eso ha comportado una caída elocuente del precio de las acciones, de un 46% en menos de un mes, al desmontarse la promesa del permanente crecimiento que predicaban Reed Hastings y Ted Sarandos.
Ellos culpan de la desnivel a la invasión de Ucrania y los usuarios que comparten la cuenta con quien no tendrían que hacerlo, como si las modalidades de suscripción no se hubieran encarecido considerablemente asumiendo que los clientes cometemos fechorías.
Posible plan de futuro
¿Ver Netflix con publicidad prosperidad la experiencia del heredero, hasta ahora un mantra de la empresa? No
Hay un planteamiento que hace dudar de la propia confianza de los directivos: el anuncio que quizá más delante ofrecerán una modalidad más económica con publicidad incluida, que podría atraer nuevos clientes en un panorama de esforzado rivalidad con Amazon, Disney, Apple, HBO Max, etcétera. Y es que quizá tienen razón que habría interesados, ¿pero ver Netflix con publicidad prosperidad la experiencia del heredero, hasta ahora un mantra de la empresa? No.
Hace un tiempo hubiera sido inútil esta opción, como todavía maniobras recientes como la de dividir las temporadas de La casa de papel, Ozark o Stranger things en circunstancia de abrir todos los episodios de asalto. ¿Es una guisa de cachear que, si uno quiere nutrir las series en la conversación y crear fenómenos sociales, el maniquí del maratón ya no les funciona? ¿Se les queman las series a una velocidad insostenible?
Este mengua de Netflix está sirviendo para poner sobre la mesa el poco cuidado que se tiene en la promoción de la mayoría de producciones, el bajo ratio de éxitos, que las películas originales distan de ser memorables excepto las pensadas para los Oscars y que hay que despabilarse mucho para encontrar series de calidad.
Ha confiado tanto en que el espectador vería los estrenos por inercia (como hacían los canales tradicionales que quería desbancar), dando prioridad al prominencia por encima de la calidad, que a menudo se hace difícil no asociar la empresa con una ofrecimiento soso.
Ha confiado tanto en que el espectador vería los estrenos por inercia, dando prioridad al prominencia por encima de la calidad, que a menudo se hace difícil no asociar la empresa con una ofrecimiento soso
Suerte que de vez en cuando tiene estrenos que sí que valen la pena como la británica Heartstopper, una comedia romántica sobre el primer aprecio de la adolescencia. Calienta el alma, está llena de buenas intenciones y en un mundo ideal la verían los 222 millones de suscriptores que todavía sitúan la empresa liderando el sector.
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