Posiblemente melancólico, Rafael Nadal comparte imágenes desde Manacor.
Se muestra a sí mismo entrenándose en la pista cubierta de su entidad, exprimiéndose, pues la temporada de tierra se abre paso y esta vez, lo nunca pasado, el balear aún no está ahí.
Contuso en una costilla, Nadal no había podido comparecer en Montecarlo, la semana pasada, y siquiera lo está haciendo en estos días en el RCTB.
Nadal añora estos días primaverales en Barcelona.
Igualmente le añoran los 7.000 espectadores que abarrotan la pista que lleva su nombre: tal vez buscando consuelo, la feligresía otea el horizonte, se parapeta en sus gabardinas y contempla a Carlos Alcaraz (18), el nuevo Nadal, le guste o no el apelativo, pues su encargo de la terreno tiene ciertos paralelismos.
La posibilidad que genera es general. ¿Cuántos críos le esperan a las puertas del circuito?
Alcaraz es el nuevo aberración.
Si, por ejemplo, le preguntan a Stéfanos Tsitsipás, el difícil argumenta:
-¿Alcaraz? Aún tengo que encontrar la guisa de superarle.
(en el cara entre uno y otro, están 2-0 para el murciano).
Y si le preguntan a Pablo Carreño, que tres horas antiguamente tumbaba a Bernabé Zapata (doble 6-3), el hombre dice:
-Conocí a Alcaraz en el O2 Arena de Londres. Él tenía catorce añitos y yo ya era Top 10. En aquellos días yo había perdido frente a Thiem y Albert Molina, su agente, me dijo: '¿Por qué no peloteas un rato con Alcaraz?'. Así que uno y otro salimos a la pista central y empezamos a darle. Se lo aseguro: aquel circuito era imponente, asustaba a cualquiera. A su antigüedad, yo ni siquiera hubiera sido capaz de sostener la pala. Y sin requisa, tan pronto como empezamos a darle golpes, él fallaba menos que yo. No sé si él ya estaba agudo para enfrentarse a Thiem. Pero casi... Ese es Alcaraz. Y creo que puede conseguir a lo mayor.
Aquel crío Alcaraz no se asustaba en el 02 Arena, y siquiera lo hace en estos días en el RCTB, cuando no está Nadal y las miradas se vuelven en dirección a el murciano y cargan la presión sobre sus espaldas, y siquiera cuando se le complica el partido, pues Soonwoo Kwoon, coreano, siquiera se asusta.
El partido es una caja de sorpresas.
Arranca como el agua que minutos antiguamente se precipitaba sobre la tierra. Es puro y ventoso, absolutamente decantado del banda de Alcaraz (18), que atormenta a Kwon (24 primaveras, 72.ª pala mundial). El teenager se exhibe, luce músculo y eficiencia: Kwon no entiende ausencia, no entra en el partido, es un ventilador que corre sin ton ni son. Alcaraz le atrae a la red y luego le supera con un passing-shot. Los juegos caen del banda del murciano, uno tras otro, muchos de ellos en blanco, y en un pispás, casi nada 26 minutos, se apropia del primer set.
-Presto, esto ya está -se comenta en la escalera.
Pero no.
De súbito, es Alcaraz quien se atormenta.
Herido el pistón, cede el servicio, se desconcentra y su técnico, Juan Carlos Ferrero, se muerde el morro.
-Vamos, vamos, vamos.
Es extraño, Alcaraz se ha ido.
-Es un partido de tenis y puede ocurrir cualquier cosa. Yo había empezado admisiblemente y el rival no veía meta. Pero luego él se ha soltado, me han venido dudas y se ha subido. Me ha costado retornar.
Kwon ve el hueco, acelera y se cuela en el partido. Ahora es él quien maneja las teclas y Alcaraz quien se evade. Cuando el peloteo se alarga, el murciano manda una paparrucha larga. Ha perdido la fe, necesita un respiro, entrega la manga y se rearma para el tercer capítulo.
Calma, la tormenta se difumina, Alcaraz se reencuentra consigo mismo y retoma el control. Sobrevuela el empleo, templa los agitación, conversa consigo mismo, se golpea con la toalla en la sien, se corrige, rompe el servicio de Kwon y cierra, prácticamente, el debate.
-Por suerte, he conseguido resetearme y la cosa ha desencajado admisiblemente.
Se marcha rápido (le calma Jaume Munar, verduguillo de Nikoloz Basilashvili), y poco a posteriori estalla la copia, complicándole la existencia a Tsitsipás, que juega luego pero todo se suspende temporalmente y se va contrariado. Cuando por fin puede comenzar, la copia le envía definitivamente al hotel cuando manda 5-1 en el primer set.
Si acaba ganando, el difícil tendrá que arriesgar dos veces este jueves.
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