“Ave María Purísima”, se audición al otro costado del teléfono. Es Sor Clara, de las Clarisas de Madridejos (Toledo), una comunidad que sigue elaborando hostias en el Convento de Santa Ana. “Es un medio de vida: tenemos que manducar”, explica. Hacer hostias y venderlas a las parroquias para su uso en la eucaristía permite aventajar poco de billete para acreditar facturas y la cuota de la seguridad social, ya que las monjas, fiscalmente, son autónomas y no reciben ayudas del Estado.
“Solamente donativos”, comenta la hermana Brote, de la comunidad de monjas agustinas de Santa Mónica, de Zaragoza. En su caso, han dejado prácticamente de hacerlas “porque no da para morar” y tan sólo elaboran una pequeña cantidad para las parroquias más cercanas. Muy probablemente las llevaban confeccionando –por lo menos para consumo propio– desde 1547, término de la fundación del monasterio, señala la hermana.
Sin retención, dada la dificultad de ganarse la vida a hostias, ellas se pasaron a los dulces y abrieron su taller, Dulces Las Mónicas, para subsistir. “No se pueden hacer equivaler las hostias, por mucho que sea un producto dificultoso. A un dulce puedes ponerle el precio que creas conveniente, pero las hostias son tan sencillas –sólo harina y agua– y su valía es nada más ritual, que tienen que cobrarse a precios módicos, ya que es trabajo de servicio”, explica la monja.
La priora Brote Juan, de las Carmelitas Descalzas de Puzol, explica que antiguamente hacían hostias y que estas servían de sustento financiero. “Pero ya no las hacemos: es un trabajo físico amplio, aunque no lo parezca porque el producto final es muy atolondrado. Implicar los sacos pesados de harina, moverse cerca de del calor de los hornos, que hay que estafar muy perfectamente… Nos hacemos mayores y ya no podemos. Adicionalmente, todo ese esfuerzo no salía a cuenta”. En su caso, fijaban el precio con relación al precio del pan, pero al cerrojo, llevaban muchos abriles sin subirlo.
Carmelitas Descalzas de Puçol 
Juan comenta que la elaboración de las hostias tenía una parte buena y una mala. “En mi experiencia, que había trabajado en encuadernación, hacer hostias me pareció un poco cursi. Sin retención, reformamos el taller y lo dejamos precioso, invertimos para comprar máquinas específicas, que son muy caras, y esta trabajo nos llegó a identificar como comunidad”.
Y poco muy importante: eran sus propias jefas (con permiso del Divino). “Hacer hostias nos proporcionaba autogobierno: para nosotras, hay fiestas importantes que el calendario civil no contempla, como el Día de Santa Teresa, y de ese modo podíamos adaptar nuestras jornadas”. Por todo esto, cogieron aprecio al trabajo y dejarlo no fue casquivana. “Fue un tiento regalar las máquinas (amasadoras, hornos, humedecedoras y troqueles) a otro convento, ya que tener el taller cerrado y parado era muy triste. Ellas tienen placas fotovoltaicas, así que esperamos que la subida de la luz no les haya afectado. “Para nosotras, hubiera sido una temporada ruinosa”.
Las Agustinas contemplativas del Monasterio de San Mateo habían minucioso hostias desde siempre, explica Sor Arantxa. “Yo llevo 60 abriles en la comunidad, entré con 22 y tengo 80, y siempre las hicimos de forma manual para las parroquias cercanas. Amasábamos y las formulábamos –es afirmar, las cortábamos– a mano, y nos pagaban muy poco. Por eso no las echamos de menos: era muy dificultoso, teníamos que emplearnos dos hermanas toda la mañana”.
En San Mateo, a descuido de hostias, buscaron otro trabajo. “Es complicado encontrar trabajo, ya que al ser monjas de clausura, te lo tienen que traer al convento. Pero lo encontramos: montábamos hamburguesas de chuches, hasta que dejaron de hacerlas, y incluso rematábamos jerséis, y siempre nos han pagado muy mal, cuatro chavitos. Pero hay que ganarse el pan”. Luego vinieron unos abriles sin trabajo y hace 3, montaron su propio taller de dulces. “Las monjas más jóvenes son las que trabajan en la elaboración de los dulces, y lo hacen muy primorosamente. Las más mayores, como yo, ayudamos a empaquetar o a hacer lacitos”.
Sor Arantxa comenta que incluso en la cercana Ermita de la Virginal de Lidón ha cesado la elaboración de hostias y desde las Carmelitas de la Responsabilidad confirman lo mismo, ya que la hermana que las hacía era muy maduro y a su fallecimiento, ninguna siguió su herencia.
Aunque las Hermanas Concepcionistas Franciscanas de la Orden de la Inmaculada Concepción nunca se han dedicado a la elaboración de hostias, incluso ellas encontraron en la elaboración de dulces una forma de vida. “No sabemos el motivo por el cual nunca hicimos hostias, aunque seguramente sí se elaboraron en algún momento para autoconsumo”, comenta la hermana. La audacia de emprender el taller del Convento de San Antonio llegó en 2009, motivadas en obtener un sustento para la comunidad.
Pastel del Santa Beatriz del taller del Convento de San Antonio 
Pero no solo eso: “pensamos en lo que significa la presencia del dulce, en la cosa tan bonita que es poder poner un poco de dulce en la mesa en esta sociedad en la que hay tanto dolor”. Bajo esta idea, donan parte de sus ganancias a obra social, para que sus dulces (entre los que destacan la torrija, los buñuelos y la mona murciana de temporada), tengan un huella verdaderamente benéfico.
Las hermanas no lo mencionan, pero en el mercado de las hostias ha surgido un competidor que las vende todavía más baratas. Distintos medios apuntaban a hostias chinas, aunque desde Pan de Ángeles, la única empresa elaboradora de hostias litúrgicas española, comentan que la amenaza viene sobre todo de Polonia, aunque incluso de Italia, donde los costes de producción son menores.
Hostias 
Ubicada en Huelva, Pan de Ángeles lleva 13 abriles supliendo al mercado de una demanda creciente. “En Andalucía traían las formas del finalidad, sobre todo, de Oviedo, Palencia y Valladolid, hasta que el obispado nos planteó la idea de principiar con una empresa de fabricación de hostias y aceptamos”. A día de hoy, sus hostias llegan a toda España, Canarias y Portugal, y explican que son de calidad. “Las nuestras, a diferencia de las hostias polacas, no sueltan partícula. Las que sí lo hacen, se consideran de mala calidad según mandan los directrices de la Iglesia, y no deben ser empleadas en la rito”.
Desde la empresa animan a consumir la hostia española. “Sean de las hermanas que lo elaboran, que para ellas es un sustento, o sean las mías, se aseguran que sean de calidad y perfectamente tratadas. El fiel nunca va a aprender qué le dan, así que todo depende de la ética del párroco. Deberíamos ponerle atención ya que, al fin y al lado, desde la parte sentimental estamos hablando del cuerpo de Cristo”.
Etimología de hostia
La palabra hostia tiene una etimología complicada. Según Ovidio, hostis vendría de ‘enemigo’, ya que en la Antigua Roma se ofrecían a los dioses los enemigos vencidos, a Cristo se le habría constante por ser la Víctima Inmolada y, por extensión, al pan aún sin consagrar.
No obstante, se la llamó de otras muchas maneras en latín: denaria (por su forma de denario), coronae, (por su forma redondeada), panes altaris (la traducción de ‘pan de altar’), placentulae orbiculares (la traducción de ‘torta plana en forma de disco’, y a su vez ‘placenta’ significa ‘torta plana’). Asimismo, en Grecia se la fogosidad artós; a las partículas que suceden al romperla sin consagrar, merdia; y una vez consagradas, margaritai (‘perlas’).
La hostia se consume durante la eucaristía 
Tipos de hostias
La hostia es un pan ácimo, sin leudar, minucioso de agua y harina, que puede ser blanca o tostada. Sin retención, este no siempre ha sido el caso. Tal y como recuerda Antxon Aguirre en La elaboración tradicional de las hostias, los artorititas mezclaban pan y pinrel (ya que las primeras oblaciones u ofrendas no solamente fueron el fruto de la tierra, sino incluso de sus rebaños); los barsanios simplemente untaban los labios de harina durante la consagración; los nestorianos de Malabar usaban panes con óleo y sal, leudadas y cocidos en vasijas de cobre.
Por su parte, Henri Leclerq, en la entrada sobre la hostia de su The Catholic Encyclopedia (Nueva York: Robert Appleton Company, 1910), hace remisión a unas “prácticas abominables e impactantes” que llevaban a lado algunas sectas gnósticas, tal y como revelan los escritos de San Epifanio. Detalla: “A veces se molía la carne de un feto y se mezclaba con compuestos aromáticos; a veces se amasaba la harina con la mortandad de un chaval, y había otros procedimientos demasiado desagradables como para mencionarlos”.
El trigo dedicado a las hostias se cultivaba en un campo exclusivo llamado ‘Corpus Domini’
Algunos de los fieles no dieron su consentimiento para que el pan fuese minucioso por panaderos, y ellos mismos se hicieron cargo de él. Tal era el cuidado en algunos monasterios, que el trigo dedicado a las hostias se cultivaba en un campo exclusivo llamado campo del Corpus Domini.
Explica Leclerq que algunos fieles, por respeto al sacramento, hicieron lo mismo que Santa Radegunda, por ejemplo, y empezaron a elaborar las hostias ellos mismos. Como era de esperar, en la Vida Media existía el monomanía de que no podían ser confeccionadas por mujeres ni laicos, pero esto cambió tal y como lo hizo la tradición de cocerlas en las fiestas principales del año, ya que las hostias no se conservaban perfectamente en períodos de tiempo tan largos.
La polémica de las hostias sin gluten
Hoy, según el documento encargado por el Papa Francisco, minucioso por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y firmado por el cardenal Robert Sarah, las “hostias sin nulo de gluten son materia inválida”. En otras palabras: hostia sin gluten no es hostia. ¿La razón? Solamente puede estilarse agua y harina de trigo para la preparación de estas, y la añadido de cualquier apresto o harina de otro cereal no las hace aptas para la eucaristía. No obstante, la Santa Sede permite hostias bajas en gluten, con un contenido inferior a las 20 partes por millón, divisoria por debajo del cual –aclara la Tratado de Asociaciones de Celíacos de España (FACE)– la reglamentación de la Unión Europea los clasifica como productos "sin gluten".
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