Hoy es el gran día en que dejamos antes, de momento y no en todas partes, la mascarilla. Pero, ¿y los abrazos, qué pasa con ellos? ¿Vamos a seguir toda la vida dándonos ese toque de codos tan ridículo que parece que nos estemos dando... otra cosa? Desde el principio me negué a adoptar ese saludo pandémico. ¿Por qué? Pues porque vi a otras personas hacerlo. Daba pena la cara que ponían, que con la mascarilla se veía poco, pero suficiente.
El lunes fue ciertamente un gran día en Disneyland: los personajes volvieron a abrazar a los visitantes. Eso sí que es pensar que la covid pasó a la historia, porque si a poco temen los norteamericanos es a que les pongan una demanda; de hecho, cuando los universitarios se gradúan hay siempre un conjunto a los que los asistentes no aplauden, sino lo contrario: los de Derecho. Pues adecuadamente, el lunes se formaron larguísimas colas para que Mickey Mouse llenara de babas a pequeños y mayores, o al revés. Sí, los adultos igualmente buscan un achuchón, sobre todo con las princesas, cosas de la etapa.
Si algunas personas temen el momento de quitarse la mascarilla, de besos no hablamos
Pues si ellos pueden recuperar el contacto físico, ¿qué hay de lo nuestro? Perdón, la pregunta formulada en estos términos da pie a malentendidos, no, aquí no somos comisionistas, quiero sostener, ¿cuándo volveremos a estrecharnos la mano, en sitio de llevárnosla, por ejemplo, al corazón, o adjuntar las palmas cual monjes, o separar dedos cual acróbatas? He manido personas adecuadamente trajeadas dándose un toque con los pies y otros saludos que vosotros no creeríais, y no soy un mutante de Blade runner. Se ha hablado mucho de cuánto nos va a costar acostumbrarnos de nuevo a ir a cara descubierta, pero no tanto de la recuperación de besos y otros roces sociales. Es posible que algunos no vuelvan a practicarlos en primaveras, por temor a contagiarse.
Otros sin duda se alegrarán de haberse librado para siempre de esas familiaridades que en muchos casos conllevan una no querida transferencia de salivación. ¿Qué hacemos? ¿Dejamos antes los ósculos pero volvemos a los apretones de manos, que igualmente pueden ser vehículos emisores de sudores adecuadamente desagradables? Suerte que eso no es materia legislable.
Publicar un comentario