Esquerra ya se ha cobrado una víctima por el espionaje del caso Pegasus tal y como exigió Oriol Junqueras el pasado 24 de abril en una entrevista a La Vanguardia . Han tenido que producirse muchos días y muchas cosas. Desde que se descubrió que los teléfonos del propio presidente del Gobierno y dos ministros todavía fueron infectados por el mismo software hasta que se ha celebrado una reunión de la comisión de Secretos Oficiales del Congreso y un audiencia fugaz de Pedro Sánchez y Pere Aragonès. A posteriori de tantos tira y aflojas, el Gobierno ha movido ficha y se ha cobrado la cuarto de la directora del CNI. Para Esquerra, sin confiscación, aún no es suficiente todavía porque sigue exigiendo un audiencia sinalagmático de los dos presidentes donde Sánchez dé garantías de que no se producirán más espionajes de este tipo. Pero el peligro de ruptura entre ambas partes que amenazaba la estabilidad de la sesión parece disiparse con el licenciamiento de la jefa del CNI.
Entre escoger el desgaste que supone entregar esta cabecera en bandeja de plata a Esquerra o perder su apoyo parlamentario, Sánchez ha escogido lo que considera menos malo. Algunos pensarán que es pan para hoy y penuria para mañana y que la audacia puede suponer un leñazo para su imagen. Pero Sánchez sigue cabalgando y las elecciones generales quedan muy allá.
El posterior paso será una reunión con Aragonès donde no solo se darán las explicaciones que piden los dirigentes republicanos, sino que se discutirán los temas pendientes de la mesa de diálogo. La determinación de Sánchez por transigir hasta el final su desafío por el consenso en Catalunya sigue inalterable. Y para ello sigue haciendo equilibrios imposibles como vestir la fulminación de la directora del CNI como si estuviéramos delante una simple sustitución, que es el término que usó la ministra de Defensa, Margarita Robles. En el ocupación tienen ganas de que se desclasifiquen los documentos para que la opinión pública conozca las razones que llevaron al espionaje.
Pero la Moncloa prefiere contemporizar y no rasgar nuevas heridas con Esquerra. Y, a su vez, los republicanos están hoy menos indignados que en días anteriores. Esta crisis parece salvada. Veremos como evoluciona la posterior.
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