Frases tóxicas que no deberíamos decir a los niños

No nos damos cuenta, pero el jerigonza tiene mucha más importancia y más peso de lo que pensamos. La forma en que nos dirigimos a las otras personas, el tono y las palabras que usamos afectan la forma de relacionarnos y cómo nos percibe el resto. Y con los niños pasa lo mismo: a veces, por el hecho de ser adultos hablando con niños, pensamos que podemos utilizar cualquier tipo de expresión, aunque incluya una desatiendo de respeto. Habría, sin confiscación, según los expertos en educación, que murmurar a los demás -y incluso a las criaturas- como nos gustaría que nos hablaran nosotros.

En nuestra comunicación con los niños conviene evitar las frases nocivas. "Siempre digo que hay palabras semilla, en positivo, que ayudan a crecer y florecer, a cambiar; y hay palabras bala, que van a hacer daño. Con los niños las usamos porque vamos con piloto inconsciente y no nos damos cuenta, hacemos lo mismo que han hecho con nosotros", dice Óscar González, profesor y asesor en educación.

¿Cuáles son estas frases que debemos evitar?

Frases tóxicas que no deberíamos decir a los niños

Los niños sufren mucho en presencia de frases que consideran ofensivas

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 ¿Qué expresiones hacen más daño que admisiblemente e implican una desatiendo de respeto o de confianza en torno a la criatura? Repasemos algunas frases que no deberíamos aseverar a los niños y que, desgraciadamente, son habituales en algunos hogares.

Frases tóxicas que no deberíamos decir a los niños1

"Tu hermano lo hace mejor"

Las comparaciones nunca son buenas. "Cuando hacemos este tipo de afirmaciones estamos comparando, y suponemos que el otro criatura lo hace mejor. Pasa con las notas, el rendimiento escolar, pero incluso con las extraescolares, el deporte ... En vez de permitir que el criatura disfrute lo comparamos con otro, e incidimos en el error. Incidimos en las debilidades y no en las fortalezas, y eso afecta la autoestima", nos explica Óscar González.

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"Eres muy confuso/ muy despistado"

"Si ponemos etiquetas a los niños podemos tener consecuencias negativas, porque cuesta mucho sacarlas. En el momento en que una persona tiene una formalidad, es como aquella frase de 'crea triunfo y ya puedes amodorrarse'", explica Soler. "Cuando ponemos una formalidad a una persona (a un criatura), tiende a comportarse de acuerdo al secundario, por eso acaba teniendo un explicación prohibido, porque no tiene la desenvolvimiento para comportarse como quiere, sino de acuerdo con la formalidad que tiene", explicaba el psicólogo Alberto Soler a RAC1.cat.

​"Eres muy desordenada!", "Eres muy dejado!", "Eres un despistado!" Son frases que padres y madres dicen asiduamente, pero que no hacen ningún admisiblemente. "En un secundario resume la conducta del criatura, y verdaderamente no es así. Puede tener la habitación desordenada, o en un momento frustrarse en los estudios ... Pero las etiquetas son muy fáciles de poner y muy difíciles de eliminar, se arrastran de por vida", según González. "Es pintoresco aseverar" es muy nervioso", para aseverar que se mueve mucho. Y es que es un criatura. Pocas veces ponemos etiquetas positivas".

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"Eres una pupila, no juegues tanto a fútbol"

Las etiquetas negativas, según Alberto Soler, "son las que hacen relato al existencias, diferenciando niños y niñas, porque acaban condicionando mucho el explicación, y hace que los niños acaben teniendo tendencia a comportarse según el norma de cómo debe ser un criatura y cómo debe ser una pupila. Esto tiene consecuencias muy negativas y preocupantes, contra la igualdad de oportunidades".

Frases tóxicas que no deberíamos decir a los niños4

"¡Lo haces porque lo digo yo!"

Padres y madres buscamos la obediencia porque sí, y nos sale a veces aquella frase que tanto oímos de nuestros propios progenitores. "Esto lo haces porque lo digo yo!". Es la autoridad mal entendida. "En vez de despabilarse la obediencia, debemos despabilarse la cooperación, las personas que vivimos en una misma casa tenemos unas responsabilidades y obligaciones compartidas. Y más que despabilarse la obediencia debemos despabilarse la cooperación. El problema es que hemos completo poniendo la obediencia en un circunstancia demasiado privilegiado internamente de lo que es la educación. Debemos educar más en el pensamiento crítico, que en la obediencia", según Alberto Soler.

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No llores

Se entristecen o caen por la calle, se ponen a plañir, y les decimos que no lloren. "No llores, va, sé robusto". ¿Qué mensaje estamos dando? ¿No se pueden expresar las emociones? ¿Por qué no se puede plañir? "Los niños y niñas tienen todo el derecho del mundo a plañir, a expresar que se sienten mal y a sacar todo eso que llevan internamente. Pretendemos que la emoción cambie solo para aseverar que no lloren, y eso es impracticable. Si reprimimos la emoción, el criatura interpreta que plañir está mal. Y esto no es así. Por eso muchos adultos hoy en día no nos permitimos sacar lo que llevamos internamente, porque nuestros padres no tenían la información emocional que tenemos hoy", explica Óscar González.

La estima del progenitor se asocia a un comportamiento6

"'No te querré!"

En la puerta de la escuela, una pupila de cuatro primaveras llora porque no se quiere desgajar del benefactor del padre. "Si haces estas rabietas, no te querré", le suelta el adulto. La estima del progenitor se condiciona a un comportamiento. "Cuando se nos escapa el control, le hacemos a la criatura un chantaje emocional cuando decimos esta frase. Establecemos un simpatía condicional", dice González. Por el contrario, "deberíamos querer a nuestros hijos por lo que son, y no por lo que hacen. Y aquí es donde debemos trabajar nosotros mismos".

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"¡Pareces tonto!"

"Estás sordo?", "Pareces tonto"... Son frases que salen cuando, con el piloto inconsciente puesto, la criatura no nos está haciendo caso. "Quizás le hemos izado la voz, y el rugido provoca que los niños no nos escuchen, y como no nos escuchan, les decimos si están sordos, y tenemos que silbar más. Nos perdemos y entramos en un círculo: digo poco, no me hacen caso, rugido más ... ", explica González. "El criatura, al final, se cree que es sordo, o que es tonto, si se lo repetimos. Es otra formalidad".

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"Si no haces los deberes no sales a pugnar"

"Si no haces los deberes, no puedes salir a pugnar", "si no estudias no sales sábado con los amigos", "si no te portas admisiblemente, no te dejo mirar la tele". Son frases habituales de progenitores a hijos e hijas, castigos o amenazas para establecer unas normas y un modo y tiempo para hacer las cosas.

​"La diferencia entre los castigos y las consecuencias es que los primeros son impuestos, mientras que las consecuencias no. Si decimos que "ponemos consecuencias" incluso castigamos, porque en verdad para que lo sean deben ser naturales, causa-efecto de lo que el criatura ha hecho". Para González, "con el castigo, cuando es poco habitual -como los gritos- no es efectivo, porque cada vez tienes que subir más la pesadez o la proporción".

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"¿Tienes novia/novio?"

"¿Qué? Tienes novio?", Pregunta la tía a la pequeña. ¿Qué significa en verdad? "Es un mensaje confuso, es cursar el mensaje al criatura que se retraso que tenga novio o novia, cuando la verdad es que los niños no tienen pareja, porque no forma parte de la infancia. Pueden pugnar, pero no forma parte de esta etapa. Si preguntas has hecho los deberes? ', está claro que los tiene que hacer. Si preguntas 'tienes novio?', estás dando a entender que debería tener. Y en verdad, no esperamos que tengan", comentaba a RAC1.cat Román Pérez, psicoterapeuta de niño y miembro del Conjunto de Trabajo de Psicoanálisis con Niños del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya.

​El adulto que hace la pregunta cree que le está haciendo un protección a la criatura, porque le está dando un trato privilegiado, como un igual. Pero "hacer esta pregunta es ignorar cuáles son las características de la infancia", explica Pérez.

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"Da un beso / da un indisposición"

Empujar una criatura pequeña a un indisposición o un beso a una persona adulta no es una buena idea. Les decimos que no deben hacer caso de lo que les pidan los desconocidos, pero por otro flanco queremos que demuestren afecto a personas con las que tal vez no tienen vínculo disciplinado, o no les apetece en ese momento. Estamos dando un mensaje confuso. "No debemos compeler a los niños a tener un contacto físico, cuando no hay un contacto o una proximidad emocional. Los niños pequeños hacen besos y abrazos con quienes tienen un vínculo", comentaba a RAC1.cat María Luisa Ferrerós, psicóloga sistémica diestro en familias, niños y adolescentes. "No podemos compeler a dar abrazos o besos, no le damos iniciativa personal ni el espacio que el criatura necesita", dice González.

Niños recoger juguetes11

¡"Déjale ese trebejo"!

Estamos en casa o en el parque jugando con otras criaturas, algún otro criatura pide un trebejo, y nuestro hijo o hija no se lo quiere dejar. "Déjaselo!", le pedimos. Puede que no sea esta la reacción que debemos tener. "Una criatura no es más o menos egoísta porque no quiere dejar un trebejo. Para la criatura el coche o la muñeca es su admisiblemente más preciado. ¡Los adultos siquiera lo compartimos todo! Hay niños que comparten y luego son egoístas, no tiene carencia que ver", según González.

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