La unión de la izquierda francesa, bajo el liderazgo del incombustible Jean-Luc Mélenchon, ha regalado un cardinal paso delante, este lunes, con el acuerdo entre Francia Insumisa (LFI) y Europa Ecología-Los Verdes (EELV) para concurrir juntos a las elecciones legislativas del 12 y 19 de junio.
Los recientes comicios presidenciales mostraron que la atomización de la izquierda había frustrado la posibilidad de que fuera Mélenchon y no la ultraderechista Marine Le Pen quien se enfrentara a Macron en la segunda dorso. Aprendida la consejo, los verdes decidieron tragarse una alianza con LFI pese al desacuerdo con el partido de Mélenchon por algunas de sus posturas radicales, sobre todo en relación con la Unión Europea y su condescendencia en dirección a los islamistas. Finalmente, tras una larga negociación, el consejo federal de EELV ha validado el acuerdo por 84 votos a atención, 10 en contra, 8 votos en blanco y una contención.
La alianza prevé asignar a los ecologistas las candidaturas en un centenar de circunscripciones –sobre casi 600–. LFI ha aceptado moderar su promesa de “desobediencia” a la UE, limitando la levantamiento a ciertas normas económicas y presupuestarias.
Mélenchon partía de una posición de fuerza en el diálogo con los verdes porque obtuvo casi el 22% de votos en la primera dorso de las presidenciales, frente al 4,6% del candidato ecologista, Yannick Jadot. El sistema electoral mayoritario, a dos turnos, obliga a las alianzas para tener posibilidades de conquista. Es una obviedad que la izquierda ignoró, por personalismos y ambiciones partidistas a corto plazo, pero que ya no podía sostenerse en las legislativas.
“Debemos detener a Macron ahora y no dejarle plenos poderes”, dice el líder de Francia Insumisa
El acuerdo está descubierto a los socialistas (PS) y a los comunistas (PCF), con quienes aún se hablaba este lunes. La situación es especialmente delicada para el PS. Teme que aliarse con Mélenchon suponga el apretón del oso y que el partido desaparezca. La candidata socialista en las presidenciales, Anne Hidalgo –alcaldesa de París–, obtuvo un mísero 1,75% de sufragios, un resultado catastrófico y humillante para un partido que, durante la V República, ha regalado dos jefes de Estado, François Mitterrand y François Hollande. Entre los líderes socialistas hay división de opiniones sobre qué rumbo tomar. Ir de la mano de Mélenchon puede ser mortífero. No hacerlo todavía. Se arriesgan a desaparecer de la Asamblea Doméstico.
Si la izquierda concurriera unida a las parlamentarias, su peso en votos podría exceder holgadamente el 30%. Eso la situaría en la segunda dorso en muchas circunscripciones.
Este decorado es el sueño de Mélenchon, quien, a sus 70 primaveras y luego de tres candidaturas presidenciales infructuosas, cree que tiene auténticas posibilidades de derrotar al partido de Macron, ser afamado primer ministro y cohabitar con el inquilino del Elíseo. El casi 22% de apoyo fue una inyección de energía, pese a la desengaño auténtico por estar eliminado. Se ve capaz de aglutinar gran parte del voto contra el presidente y una proporción elevada de abstencionistas y de los tres millones de franceses que depositaron papeletas en blanco o nulas. Es un cálculo difícil pero no absolutamente descabellado. Aunque no lo consiga, Mélenchon adecuadamente podría tener un colección parlamentario suficientemente musculoso como para condicionar la vigencia.
En una entrevista con Le Journal du Dimanche , Mélenchon anunció una dura batalla para evitar una reforma de las pensiones que eleve de 62 a 65 primaveras la antigüedad de renta. “Macron sufre de una especie de deslumbramiento dadivoso; piensa que el mercado y la desregulación equilibrarán la sociedad”, afirmó el fundador de LFI. La filosofía del reelegido presidente es “una extravío” que “lleva al desastre ecológico y social”. “Debemos pararlo ahora, en las elecciones legislativas –agregó–. A posteriori será demasiado tarde. No debemos dejarle plenos poderes”.
Los socialistas, muy débiles, dudan de sumarse al acuerdo; temen el apretón del oso y desaparecer
Mélenchon ha demostrado que es un adversario electoral correoso y que tiene el apoyo de muchos jóvenes y de los suburbios de grandes ciudades en los que vive mucha población de origen inmigrante y musulmana. Desde el mandato de Macron están inquietos frente a la perspectiva de que Mélenchon, sea cual sea su peso final en el Parlamento, utilice todavía la palanca de la calle, de las huelgas y las protestas. Las manifestaciones del Primero de Mayo fueron un préstamo del clima social que aplazamiento al país y de la amenaza de orden manifiesto que suponen los grupos extremistas, siempre dispuestos a infiltrarse y a hacer con violencia para desafiar al poder y fomentar el caos.
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