Los recientes rumores sobre un posible estudio balístico de resonancia norcoreano se materializaron este miércoles cuando Pyongyang disparó tres misiles balísticos, uno de ellos intercontinental, que cayeron al mar sin causar daños.
Los lanzamientos se produjeron poco posteriormente de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, concluyera su viaje de cinco días por Corea del Sur y Japón antaño de poner rumbo a casa, una forma poco sutil de dejar cédula su desagrado con la turista del mandatario por la región.
Según el Estado Maduro surcoreano, los tres proyectiles se dispararon entre las 6 y 6.42 de la mañana (hora nave) desde el aeropuerto de Sunan, a las extramuros de Pyongyang, desde donde se han ejecutado los casi 20 ensayos armamentísticos registrados en este 2022.
Se cree que el primero, de viejo envergadura, era un misil balístico intercontinental (ICBM, por sus siglas en inglés), que alcanzó una cota de 550 kilómetros y cayó a 300 kilómetros en aguas del mar de Japón (mar del Este en la península coreana). Es el segundo disparo de un ICBM en lo que va de año (el aludido fue en marzo), con lo que se da por enterrada la moratoria que Pyongyang se autoimpuso en 2018 sobre el dispersión de este tipo de proyectiles.
Corea del Septentrión
El misil alcanzó una cota de 550 kilómetros y cayó a 300 kilómetros en aguas del mar de Japón
Al parecer, el segundo misil falló y cayó al mar tras 20 minutos de revoloteo, mientras que el tercero, un misil de corto resonancia, recorrió una distancia de 750 kilómetros antaño de caer al mar.
Como respuesta a estos ensayos, los ejércitos de Corea del Sur y EE.UU. iniciaron de inmediato maniobras militares que incluyeron el disparo de varios misiles tierra-tierra. Según Seúl, su objetivo era demostrar la “capacidad de ataque rápido de los aliados para disuadir de nuevas provocaciones a Corea del Septentrión” y mostrar su capacidad “abrumadora” para divulgar ataques de precisión.
El dispersión norcoreano, que viola las resoluciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU, es el de viejo envergadura desde que el nuevo presidente surcoreano, el conservador Yoon Suk Yeol, fuera investido en su cargo el pasado 10 de mayo.
Según un comunicado de su oficina, los lanzamientos son “una serio provocación que amenaza la paz en la península norcoreana” y que tendrán como que el artilugio disuasorio surcoreano-estadounidense “se haga aún más rápido y potente”.
Corea del Septentrión
Seúl tachó el dispersión de "serio provocación que amenaza la paz en la península norcoreana"
Con su energía de hoy, Pyongyang da por buenos los informes recientes de varios servicios de inteligencia que apuntaban a su intención de probar un ICBM durante la turista de Biden a la región. Todavía se considera probable que el país esté poniendo a punto sus equipos para una nueva prueba nuclear, que sería la primera desde 2017, cuando las tensiones con la filial del entonces presidente Donald Trump alcanzaron su cima.
Durante la cumbre Biden-Yoon del sábado, los dos se comprometieron a explorar nuevas vías para incrementar el comba de sus maniobras militares conjuntas y vigorizar su capacidad de disuasión en la península coreana, incluyendo el posible despliegue de más activos militares estratégicos estadounidenses “de modo oportuna y coordinada según sea necesario”.
Aún así, asimismo dejaron espacio para el acercamiento. Los dos mandatarios se ofrecieron a mandar vacunas y auxilio médica al país nórdico, que en la hogaño vive un brote de coronavirus que ya ha dejado unos 3 millones de posibles infectados entre una población de 25 millones de habitantes (Pyongyang sigue sin reponer al ofrecimiento).
Biden asimismo señaló que está dispuesto a reunirse en persona con Kim Jong Un, tal y como hizo en tres ocasiones su predecesor, aunque para ello requeriría condiciones previas que garanticen cierto avance. “Dependería de que él fuera sincero y serio” en las negociaciones, apostilló.
Un mujer mira una pantalla en Seúl en la que se informa sobre el dispersión de misiles de Corea del Septentrión 
Sin incautación, los lanzamientos de hoy vuelven a poner de relieve la escasa disponibilidad norcoreana a retomar las negociaciones estancadas tras el fracaso de la cumbre que mantuvo Kim con Trump en Vietnam en 2019.
Pese a sus acuciantes problemas económicos, Pyongyang se ha embarcado en los últimos meses en la tarea de engrosar su cúmulo armamentístico. En un discurso pronunciado durante un desfile marcial en abril, el dictador reiteró a su gentío que deben estar preparados para seguir enfrentados a EE.UU. “durante un extenso periodo de tiempo”. En la cita asimismo prometió expandir su cúmulo de ojivas nucleares, ICBM y vehículos de dispersión “a la viejo velocidad posible”.
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