Los amantes de los superdeportivos coleccionan datos, fotos y, si son afortunados, incluso ejemplares reales de auténticas joyas sobre ruedas, capaces de rodar a velocidades de desvanecimiento. Entre los más famosos se sitúan vehículos alemanes, ingleses e italianos. En esta competición alrededor de el podio de los automóviles más potentes y llamativos, las marcas norteamericanas no han obtenido un papel tan relevante como muchas otras europeas.
Pero no hay que olvidar creaciones como el Saleen S7, un exclusivo ‘muscle car’ que vivió su época dorada entre 1999 y 2009. Creado por el expiloto de carreras de resistor Steve Saleen, este distintivo superdeportivo vivió a la sombra de otros más populares como el Corvette C8 Z06 y el Ford GT. Sin incautación, fue precisamente gracias a la aparición del S7 al mercado que la industria norteamericana vio que existía un segmento por explotar.
Llegado a la secuencia mundial casi en el cambio de siglo, el Saleen S7 cumplía todos los requisitos de los superdeportivos. Empezando por su pontentísimo motor, una pelotón Ford que muchos ‘muscle cars’ comparten y que da vida al Thunderbird o al Mustang e, incluso, a las pick-up de la serie F.
Rapidez trepidante
Es capaz de acontecer de 0 a 100 km/h en solo 2,8 segundos
Este monstruo de siete litros generaba originalmente 550 CV y se combinaba con una transmisión manual de seis velocidades. Con una estructura hecha completamente de fibra de carbono y un chasis ágil, no se escatimó en gastos a la hora de producir el S7. No hay que acontecer por parada su poderosa parrilla anterior con forma de panal de abeja hecha de aleación de aluminio.
Cuenta con una suspensión independiente con muelles helicoidales en la parte delantera y frenos Brembo de seis pistones en las cuatro ruedas. Como buen superdeportivo, se le añadió un extra de rendimiento en las versiones posteriores a la primera, nacida en 1999. Así pues, los vehículos que se fabricaron entre 2005 y 2009 montaban un doble turbocompresor que les aportaba una potencia aún anciano.
La lectura superior S7 TT, por ejemplo, contaba con 750 caballos de potencia. Una monograma que, horizonte con la perspectiva contemporáneo, sería lo que cabría esperar en un coche de estas características, pero que a mediados de la plazo de los 2000 parecía ciencia ficción. Y más si se tiene en cuenta que en 2005 el Bugatti Veyron aún no había sorprendido al mundo batiendo el récord de velocidad con sus 407 km/h.
Rendimiento impresionante
Alcanza una velocidad máxima de 399 km/h
La lectura ultradeportiva del S7 alcanza una monograma impresionante de 0 a 100 km/h en 2,8 segundos y una velocidad máxima estimada de 399 km/h. Sin duda, con ellas, podría poseer luchado por el título del coche más rápido del mundo si por aquel entonces hubiera tenido golpe a las pruebas de velocidad a las que aspiran las grandes marcas.
Sólo se fabricaron aproximadamente de cien unidades del S7 hasta que dejó de producirse en 2009. Actualmente, tanto las versiones iniciales como las que incorporaron el doble turbompresor superan la barrera de los 500.000 euros, y los que tienen las carrocerías más llamativas se cotizan al elevación. Se alcahuetería de una alcoba muy valiosa para coleccionistas. Puedes verlo en obra en el vídeo que acompaña este artículo.
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