El fin del voto rogado puede hasta triplicar los sufragios del exterior en las próximas generales

De los 145.908 votos emitidos fuera del departamento gachupin en las generales de noviembre de 2019 a los entre 300.000 o 450.000 que según las estimaciones que pueden hacerse se dilación que haya en los próximos comicios, previstos en principio para finales del año próximo. La anulación del voto rogado que ha consentido este jueves el Congreso generará una nueva sacudida en la billete de la diáspora.

Si aceptablemente bajo el velo de la incertidumbre de un sistema nuevo en un sufragio en el que operan muchos factores, no siempre santos, no hay que descartar que se supere el hasta ahora récord histórico de 382.568 papeletas del extranjero de 2008. Entonces, en marcha de cualquier control, hubo una billete del 31,7% del censo. Ahora se dilación una último, de entre un 15 y un 20%, pero con un millón más de electores que entonces, hasta los 2.266.187 actuales.

Se puede estimar que en las generales se pasará de las 145.000 papeletas de noviembre del 2019 a entre 300.000 y 450.000

Desde 2011 los españoles del extranjero, de los que sólo el 31% nació en España, tenían que solicitar la documentación para sufragar a través de un formulario que les llegaba por correo y que a posteriori ya se pudo descargar por Internet. Más tarde, una vez publicadas las candidaturas, se les remitían las papeletas para que enviasen de reverso su voto. Este procedimiento, que no es tan raro en el mundo, tenía la particularidad de hacerse sin casi nada tiempo, en sólo 54 días y mediante servicios de correos proporcionado deficientes en la lejana Sudamérica, con un total de cuatro envíos o tres, si se hacía la descarga. No sólo generó participaciones incluso menores el 5%, sino que siquiera se presentaban muchas solicitudes. A este sistema se le llamó el “voto rogado”. Era el que se empleó entre 1985 y 2011 en las municipales, en las que ya no se puede participar desde el extranjero.

Ahora el ruego desaparece y vuelve a ser todo de oficio, inconsciente. La Oficina del Censo Electoral efectuará dos envíos a los más de 2 millones de españoles inscritos en los consulados. El primero incluirá la documentación para sufragar, excepto las papeletas, que son las que retrasaban el proceso, porque dependen de los plazos para presentar las listas por parte de los partidos. Por ello será posible descargarlas por Internet, incluso en los consulados, embajadas y centros que se habiliten para guardar la documentación electoral. Y la Oficina del Censo Electoral las mandará en un segundo emisión. 

La gran duda reside en si la copia del DNI, que en el 2009 frenó los escándalos, será una fianza suficiente sostenida en el tiempo

Seguirá siendo posible remitir el voto por correo, sin que se pueda compulsar la identidad de quien hace la entrega, aunque la ley diga que debe ser el votante, o dárselo en mano a un funcionario gachupin, con plazos que se han estirado al mayor y que en las generales retrasarán el investigación hasta el viernes. Y se mantiene como principal cláusula de seguridad la responsabilidad de incluir una copia del pasaporte, DNI o documento consular equivalente.

De este modo, para poder evaluar el impacto de la reforma, la única relato, si aceptablemente no del todo equivalente, la aportan las tres elecciones de 2009, gallegas, vascas y europeas, y las catalanas del 2010, las últimas ayer de la implantación del voto rogado. A propuesta del PP gallego de Núñez Feijóo, la Agrupación Electoral obligó en el 2009 a incluir el pasaporte o similar, lo que en el caso gallego provocó una caída de la billete de 12 puntos y un descenso de la conflictividad. La billete media de estos cuatro comicios fue del 17%, lo que perseverante al censo coetáneo daría poco menos de 400.000 votos. Si se toma la tasa más devaluación, el 13% de las catalanas, serían casi 300.000 y más de medio millón con el 23% de las gallegas. En el PP de Galicia consideran que en las primeras generales del nuevo sistema habrá ansias de participar y se llegará al 20%, lo que supondría 450.000 papeletas, multiplicando por tres las 145.908 del 2019.

España ha tenido seis regulaciones del sufragio exógeno, las de 1976, 1977, 1985, 1995, 2009 y 2011, a las que se añade la de 2022

De todos modos, no sólo se desconoce el sensación del posible entusiasmo que puede existir entre la parte de la diáspora más vinculada con el país de origen, que es la interesada en participar, sino que está por ver cómo actúan los partidos y si PP y PSOE resucitan sus antiguas potentes maquinarias en los países del Río de la Plata. Lo de resucitar tiene mucho sentido, pues está muy documentado que ayer del voto rogado se podía sufragar en nombre de muertos. Ahora habrá revisiones quinquenales del censo para evitarlo, pero hay opciones potenciales para otras maniobras, como el acopio con el tiempo de las fotocopias de los documentos, o la reimpresión de los célebres banquetes de la Diputación de Pontevedra del popular Rafael Louzán con una fotocopiadora en el menú. Incluso, aunque sea más confuso, puede reaparecer la figura del cobrador, que cobraba unos pesos por cada sobre que conseguía casa por casa.

Frente al carácter pétreo desde 1977 del sistema electoral gachupin en sus nociones fundamentales, como el Congreso más pequeño desde el siglo XIX, la provincia como circunscripción, la penalización del sufragio de las áreas más pobladas, la regla D’Hondt y la nómina cerrada y bloqueada, el voto exógeno se ha erigido en el gran campo de experimentación, fruto a menudo de maniobras de ingeniería electoral, de búsqueda del beneficio de las fuerzas dominantes en cada momento, sin conexión con la existencia migratoria. Así el restrictivo voto rogado se implantó en 2011 en pleno hijuelo de la expatriación al extranjero, lo que generó gran desazón entre los nuevos expatriados.

Las organizaciones de españoles en el exógeno logran su gran objetivo 11 abriles a posteriori

Todo empezó en el referéndum de la Ley para la Reforma Política de 1976. A posteriori de que las muy activas asociaciones de emigrantes en el resto de Europa reclamasen su derecho a tener voz en la futura democracia, amparándose sobre todo en sus aportaciones de divisas, el Gobierno de Adolfo Suárez eliminó la tradicional exigencia de la norma electoral precedente de residir interiormente de España para poder sufragar, contra la que habían clamado sin éxito desde inicios del siglo XX colectivos de la diáspora saco. El Gobierno lo hizo con un claro cálculo electoral, porque en ese referendo del 15 de diciembre de 1976, para ganarse su legalidad, necesitaba satisfacer las urnas de votos y los emigrantes de Europa seguían en los padrones de habitantes. Encima, contaba con su apabullante voto conveniente para instaurar en España un sistema demócrata homologable al de sus países de residencia.

Las grandes facilidades de 1976, cuando se podían utilizar los consulados para retirar la documentación, se convirtieron en potentes trabas en las generales de 1977, en las que el Gobierno temía, como todo indica que efectivamente sucedió, que ese voto fuese mayoritariamente de izquierdas. Se dio entonces una situación similar a las de los últimos abriles, pues el derecho a sufragar estaba obligado, incluso escrito en la Constitución en el caso de las generales, pero los plazos y trámites lo hacían difícilmente realizable.

Horizontal

Seguirá siendo posible remitir el voto por correo, sin que se pueda compulsar la identidad de quien hace la entrega

EP

Ya con mayoría socialista en el Congreso, la situación empezó a cambiar a partir de la Ley Orgánica del Régimen Electoral Común, LOREG de 1985. Establecía que el recuento del exógeno se dejaba de hacer en las mesas en la incertidumbre electoral, pegado al de los votos de interiormente de España, y se efectuaba unos días a posteriori en las juntas electorales, lo que daba más tiempo a recibirlo. Así, empezó a crecer el número de votos, que ayer era ínfimo y ni se sabía cuántos eran, y se le dio una creciente visibilidad a la billete de los expatriados.

El gran brinco llegó en 1995, cuando, ya en el final del felipismo, el PSOE aceptó la demanda de las organizaciones de la diáspora, que había hecho suya el PP de Manuel Fraga, de que en el extranjero no hubiese que solicitar la inscripción en el censo, sino que fuese de oficio, como interiormente de España. Es un maniquí que, si aceptablemente recientemente se está empezando a extender, resulta minoritario en el mundo. Encima, en España se hizo volcando los desfasados registros consulados, lo que dio derecho al voto a varios millares de muertos. El censo prácticamente se multiplicó por dos y los escándalos se sucedieron. Fueron muy sonados el de la trama de Formenter del Gobierno de Jaume Matas y las maniobras de las gallegas del 2005, las de la caída de Fraga.

El nuevo maniquí se caracteriza por no tener que hacer solicitud alguna, poder descargar las listas por internet y seguir adjuntando una copia del pasaporte o DNI

Las tropelías desacreditaron la billete de los expatriados, mientras las reformas de la ley de procedencia disparaban el censo. Hubo un primer corte, el del 2009 de esa responsabilidad de adjuntar un documento con el voto. Y a posteriori se llegó a la anormal situación del 2010, cuando el desahuciado Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, con el gallego José Blanco de guía electoral, temía lo que el PP le pudiese hacer en el futuro con la desbocada armas del voto exógeno. Pero receloso por su derrota del postrero momento del 2004, el popular Mariano Rajoy no se fiaba de lo que pudiera advenir en las elecciones de 2011 en el extranjero. Así que entreambos partidos acordaron la reforma del voto rogado para sujetar la billete de la diáspora hasta hacerla casi irrelevante. Ello no impidió que en 2012 el sufragio exógeno decidiese el gobierno de Asturias o que hubiese cambios de escaños autonómicos y uno del Congreso, porque más importante que el comba de las papeletas que llegan de fuera son las diferencias interiormente de España.

Todas estas alteraciones legales repercuten directamente sobre los resultados. Así en los tiempos de gran descontrol, de 1995 a 2008, ganaba la fuerza que tenía el poder. Con el voto rogado los datos del exógeno tendieron a parecerse más a los del interior, si aceptablemente con una gran fuerza original de Podemos y sus confluencias, que ganaron en las generales del 2015 y 2016, mientras el PSOE lo hacía en las del 2019. No sólo había muy poco voto, sino que sobre todo procedía de Europa, más conveniente a la izquierda, como muestran los resultados de estados como Portugal e Italia, que los detallan por países, cosa que España hasta ahora no hizo. En cambio, la previsible recuperación del sufragio sudaca puede impulsar al PP, aunque el PSOE de Pedro Sánchez tiene a su atención el tener sido, pegado a Podemos, el impulsor de la anulación del voto rogado, que, con el consenso final del PP de Núñez Feijóo, este jueves ha consentido el Congreso para enviarlo al Senado.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente