Sus insultos son galones en nuestro pecho”, proclamaba el lunes en el primer debate electoral Macarena Olona, a la que, fieles a una tradición que comienza con el Poema de Mío Cid, tan querido por los ultramontanos, en este Diario de Campaña hemos asignado el epíteto (épico) de Lady Pueblo. Vendrán más abriles malos y nos harán más ciegos, auguró Ferlosio. Ya están aquí. “Vengo con anhelo de prosperidad y protección para los andaluces”, decía ayer, al alba y con rumbo de Este, la caudilla de Vox. De fondo, plano fijo de la Catedral de Sevilla, montaña hueca, valle invertido, como la describió Théophile Gautier. De frente, Herrera en la santísima Cope: “Quemado va a ser un vicepresidente extraordinario, le voy a dar su espacio”.
Dos Hermanas (Sevilla). Extranjero día. Olona se topa con un miles gloriosus del PP que rompe su carnet de la ‘derechita cobarde’ con una sola mano. “En el debate me convenciste, cuenta con mi apoyo”. Pausa dramática. Intenso arrechucho. Imagen quieta. Telón. Todo muy libre. La hado, con pericón y rosa suave, dejaba la espectáculo. Oficialmente su dietario iba a concluir despejada durante 72 horas. Hasta el viernes no volvería a mostrar las medallas de su sahariana. En Canal Sur sintieron desvanecimiento y nostalgia en presencia de el malogrado que se abría en la escaleta electoral. No es igual una campaña con Grana O’Hara –españolizamos el nombre, como corresponde– que sin ella. Unas horas posteriormente se arrepintió y regresó a la carretera.
El perfil del resto candidatos, en comparación, es más (aero)plano. Mr. Concordia (Quemado) cruzó ayer los Pedroches de Córdoba –“Lejana y sola / Jaca negra, cristalera ancho”, escribió Lorca–, apasionado por un bienquerencia carnal y sanguino. “El presidente tiene un vínculo específico con los animales”. El solicitante del PP se reencontraba –por fin– con Fadie, la bovino discreta a la que en 2018 pidió el voto de la gran carambola que acabaría conduciéndolo a San Telmo: “A ver si me traes la misma suerte”, le susurró al oreja, cual Romeo enamorado. La ternera, con una dignidad india, guardó un prehistórico silencio. “Quien calla, otorga”, insistían los pastores de San Telmo.
Espadas, candidato de Ferraz, viajó a Mano en indagación del rumbo que siglos ha impulsó los molinos de harina y la suerte de Giraldeli, banquero italiano que en el XVIII fue regidor de la plaza granadina. Los vecinos, descendientes de palentinos austeros, no sabían admisiblemente quién era. Alguno pensó en el Cascamorras, personaje folclórico al que todos los septiembres arrojan tintes por miedo a que les robe la Casto. Se salvó porque estamos en junio. Pax vobiscum.
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