Cuando una persona tiene un sentimiento de desidia de control sobre sus circunstancias, cuando se esfuerza por cambiar poco pero siente que no lo consigue, se dice que entra en un estado psicológico conocido como ‘indefensión aprendida’. Este estado se manifiesta cuando sentimos que somos incapaces de modificar una situación por mucho que nos esforcemos, porque no logramos influir en los resultados obtenidos.
La constancia y el insistencia tienen su propio contorno y, por eso, cuando una persona termina convenciéndose de haga lo que haga no logrará modificar una situación, lo que suele ocurrir es que deja de intentarlo. Cuando no se logra tener el control, comienzan a aparecer sentimientos como la frustración y lo más probable es que la persona se rinda y acepte las cosas ‘tal como vienen’, casi siempre aludiendo al destino.
Comportamiento animal
La indefensión aprendida se da cuando son sometidos a una situación adversa
Aunque este comportamiento se puede aplicar a situaciones vividas por los seres humanos, este concepto está muy unido al comportamiento animal, en el que la indefensión aprendida se da cuando estos son sometidos una y otra vez a una situación adversa, de la que no consiguen escapar por mucho que lo intenten. En el momento en el que aceptan que no puede cambiar la situación, dejarán de intentarlo.
Incluso cuando se presenten oportunidades para hacerlo, este estado de indefensión aprendida le impedirá poner en marcha cualquier movimiento. Con las personas ocurre lo mismo, hasta el punto de que, cuando comprueban que no tienen control sobre una situación determinada, asumen este estado de total indefensión, que puede hacer que pierdan oportunidades claras de realizar cambios, porque no son capaces de verlas.
Paralización y cerco
Es habitual que, en estos casos, las personas adopten una aspecto pasiva, de inactividad y, en algunos casos, incluso de desazón, cerco y apatía. Aunque haya posibilidades claras de reacción, ya no son capaces de hacerlo, porque la indefensión aprendida se ha instaurado en ellas. Esta situación, a su vez, tiene como consecuencia habitual una disminución de la autoestima, correcto a la sensación de fracaso y a la desidia de control.
Este concepto fue descubierto por los psicólogos Martin Seligman y Steven F. Maier, quienes observaron el comportamiento de aplauso en perros que recibían, inevitablemente, una descarga eléctrica a posteriori de escuchar un sonido. Un segundo comunidad de perros recibía la misma descarga, pero podían detenerlas pulsando un panel con el hocico. Un tercer comunidad de perros no recibía ninguna descarga.
Más tarde, los tres grupos de perros tenían la posibilidad de evitar las descargas pasando a otro compartimento, atravesando una pequeña barrera. Tanto los perros que no habían recibido antiguamente descargas, como los que las podían evitar pulsando el panel, aprendieron correctamente la organización de evitación. Sin secuestro, los perros que no habían podido evitar las descargas, no lograron instruirse la forma de librarse de ellas, porque su experiencia antedicho les había hecho pensar que ausencia evitaría las descargas.
En las personas, se ha manido que esta situación de indefensión aprendida puede potenciar aún más algunos trastornos, como las fobias, la depresión o la ansiedad, porque puede entrar a ser paralizante. Se origina con frecuencia en la preliminares, sobre todo cuando se dan circunstancias socio-familiares complejas o cuando necesitan y piden una ayuda que no reciben. La desazón y la impotencia iniciales pueden dar paso a la posterior aplauso y apatía con la que llegan a la perduración adulta.
Cómo superarla
Este trastorno se puede tratar y, especialmente si se interviene a tiempo, se pueden alcanzar buenos resultados. Una de las técnicas que se utilizan es la terapia cognitivo-conductual, ya que puede ayudar a exceder los patrones de pensamiento y de comportamiento que causan esta situación. En primer circunscripción es necesario instruirse a identificar los patrones de pensamiento negativos que dan circunscripción a la situación de indefensión.
En una segunda escalón, se trabaja para que estos pensamientos puedan dar paso a otros más optimistas, que permitan rescatar poco a poco la sensación de control. Cualquier comportamiento aprendido puede ser modificado si se trabaja adecuadamente, trabajando sobre otras pautas de comportamiento que ayuden a vencer seguridad a la hora de tratar de resolver situaciones.
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