Quién es Martha Mitchell y por qué hay que ver a Julia Roberts interpretándola en 'Gaslit'

En 1938 se estrenaba la obra de teatro Gas Light (Luz de gas) de Patrick Hamilton. Se centraba en los esfuerzos de un hombre para que su mujer desconfiara de su propia vitalidad mental: uno de los medios que empleaba era cambiar la intensidad de las lámparas de gas para confundirla cuando teóricamente él no estaba en casa (y en sinceridad estaba en el desván). Tras una primera acomodo en el Reino Unido de la mano de Thorold Dickinson en 1940, George Cuckor inmortalizó la obra en Hollywood en 1944, donde fue nominada al Oscar a la mejor película y sirviéndole a Ingrid Bergman para vestir la estatuilla con un caramelo de papel: el de la sufrida esposa.

A posteriori, sin incautación, se puede considerar que el éxito de Luz de gas sobrepasa lo cultural desde que este título sirve como término para describir una clase de tropelía psicológico concreto: cuando cierto manipula otra persona para que desconfíe de su propio pleito y sobre todo para que los demás consideren que está loca, que no tiene remedio, que tiene una imagen distorsionada de la sinceridad y, por lo tanto, no debe atribuirse ninguna credibilidad a sus palabras.

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Ingrid Bergman en una secuencia de 'Luz que agoniza'. El film que protagonizó unido a su amigo Charles Boyer, lo dirigió George Cukor en 1944 y le reportaría su primer oscar.

Propias

No cuesta vincular este tropelía con las mujeres como principales víctimas por la tendencia histórica de poner en cuestión su entereza a la primera de cambio. ¿Un caso que merece la pena no olvidar tras sobrevenir convertido al asaltante en icono cultural? Ese Don Draper (Jon Hamm) que en Mad Men mentía de forma sistemática a Betty (January Jones) acerca de sus infidelidades, tratándola de desquiciada y llegando a sobornar al psiquiatra de su mujer para que le filtrara lo que hablaban en sus sesiones (y, por lo tanto, profesar un anciano control sobre ella), provocándole serios problemas de vitalidad mental. Y, bueno, quizá la obra audiovisual contemporánea que más ha ayudado al sabido a entender el concepto de luz de gas ha sido la serie documental de Rocío Carrasco donde denunciaba los comportamientos de Antonio David en su himeneo.

¿Y a qué viene esta inmersión? Pues que tenemos una ficción en radiodifusión que se merece un vistazo y que además pone otra vez el llamado gaslighting en el primer plano. Es Gaslit, una serie con Julia Roberts que tiene como objetivo contextualizar, restablecer y redescubrir una historia efectivo: la de Martha Mitchell, una mujer incómoda para la despacho de Nixon, que fue de las primeras en denunciar las implicaciones de espionaje político del Watergate y cuya voz se pudo censurar con facilidad por la tradición del poder, los medios y la opinión pública de anular la interpretación de los hechos de una mujer por el simple hecho de ser mujer.

'Gaslit' cuenta la historia de Martha Mitchell, la esposa del fiscal universal de Nixon que fue secuestrada para que no pudiera susurrar con los medios de comunicación

Martha Mitchell era la mujer del Fiscal Universal de los Estados Unidos durante la presidencia de Nixon. Tenía éxito de chillar a las revistas para filtrar informaciones tras fiestas y eventos de sociedad, encima de despertar envidias de Pat, la Primera Dama, molesta porque Mitchell se había convertido en una de las mujeres más conocidas por el sabido y una suerte en las publicaciones pensadas para el sabido mujeril.

Cuando se descubrió que había habido un robo en el específico del Partido Demócrata en el edificio Watergate, los hombres cercanos a Mitchell, implicado en el escándalo, se aseguraron que no pudiera filtrar cero, encerrándola en un hotel de boato de California supervisada por un agente del FBI. Ella mantuvo que había sido secuestrada, agredida y sedada, y que el Watergate era un caso de espionaje político. Los hechos tuvieron zona en junio de 1972 y hasta 1975 hubo quienes prefirieron pensar que las informaciones (convenientes para la Casa Blanca) acerca de su supuesto dipsomanía y trastornos mentales eran más veraces que las acusaciones de Martha Mitchell que, curiosamente, defendió públicamente a su marido, a quien consideraba un cabecera de turco a pesar de la implicación en su cautiverio.

Que conste que Gaslit, que se puede ver en la plataforma de contenidos Starzplay, es más que la historia una Martha Mitchell interpretada con un carisma arrollador por parte de Roberts (lo que encaja con la imagen controvertida pero atractiva de Mitchell antaño de esta mujer antaño del escándalo del que sería víctima). El argumentista Robbie Pickering y el director Matt Ross optan por introducirse en el thriller político desde una visión harto satírica. No tiene precio una conversación entre los agentes responsables de investigar el robo del Watergate. "¿Te acuerdas que dijimos que los autores iban cinco pasos por delante? ¿Y si simplemente son imbéciles?", dicen los personajes interpretados por Chris Messina y Carlos Valdes tras unas primeras conversaciones con los sospechosos.

De hecho, Gaslit es un retrato fascinante de los animales políticos del círculo de Nixon que, para comprobar la reelección de los candidatos, podían urdir un plan de espionaje político con la tranquilidad de quien se cree por encima del perfectamente, del mal y de la democracia, con una vanidad y una estupidez recalcitrantes. Que encima estos personajes cuenten con rostros como el de Sean Penn como John Mitchell, Dan Stevens como el fiscal John Dean o Shea Whigham como el agente del FBI G. Gordon Liddy (al que sí se retrata como una regadera) es la colmo del pastel.

Es un retrato fascinante de los animales políticos del círculo de Nixon que urdieron un plan de espionaje político con la tranquilidad de quien se cree por encima del perfectamente, del mal y de la democracia

Este Gaslit tiene múltiples capas aperos. La primera es que es una miniserie ácida de tintes políticos que permite pensar en el presente político (porque, sí, sirve tanto para pensar en el emanación antidemocrático de Donald Trump al Catalan Gate). Tiene uno de los elencos más potentes de la televisión fresco con más títulos seguros como Betty Gilpin, Allison Tolman, Patton Oswalt, Chris Bauer o John Carroll Lynch. No se puede obviar su clara e inequívoca leída feminista de reposicionar una víctima de la mentalidad machista de la época (porque se la oprimió por lo que sabía pero solo fue posible porque el sistema patriarcal tenía predisposición a no creerla).

Sean Penn y Julia Roberts como Marta y John Mitchell en 'Gaslit'

Sean Penn y Julia Roberts como Marta y John Mitchell en 'Gaslit'

starzplay

Y, encima del intento de luz de gas del que fue víctima la protagonista, sirve para conocer otro concepto: el huella Martha Mitchell, que consiste en el dictamen infundado de un paciente al dudar de la verdad de aquello que dice. En el caso de Mitchell, los profesionales que trataron con ella dieron por hecho que se trataban de acusaciones tan disparatadas que era irrealizable que fueran ciertas, que eran más válidas las versiones ofrecidas por seres cercanos a la paciente.

Quienes se queden con ganas de más, en breve tendrán otra cita: Netflix estrena el documental El huella Martha Mitchell el próximo 17 de junio.

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