España no es un país de funcionarios, en contra de lo que reza el tópico, y los datos son muy claros en este sentido. El porcentaje de trabajadores del sector sabido en nuestro país está por debajo de la media de los países de la UE y de la OCDE. Sin requisa, con la creación del Estado autonómico, se extendió la idea de que se multiplicaban los funcionarios y que se superponían las competencias entre las distintas administraciones. Pero, con los números en la mano, no existen más trabajadores públicos que en otros países de nuestro entorno. En este sentido, el acuerdo pillado el lunes entre el Gobierno y los sindicatos para propalar la decano ofrecimiento de empleo sabido de la historia en España (en concreto 29.578 plazas) no es una acto despilfarradora del Gobierno sino una obligación para cubrir vacantes que se llevaban arrastrando desde los primaveras de la crisis.
Imagen de una oficina con varios trabajadores
Ahora adecuadamente, una cosa son las cifras globales y otra es la calidad del servicio que se ofrece a los ciudadanos. Sobre esta cuestión existen muchas discrepancias y todavía muchas dudas sobre si las distintas administraciones están sabiendo adaptarse a la nueva era digital. Hay excepciones pero queda todavía mucho por hacer.
Por este motivo, la medida aprobada ayer en el Consejo de Ministros por la que los empleados públicos podrán teletrabajar tres días a la semana “para atesorar energía” aventuro que va a traer nalgas. El bienintencionado objetivo, según explicó la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero, es atesorar en estructura eléctrica de los edificios oficiales y evitar desplazamientos que supongan gastos de carburantes. La ministra quiso dejar adecuadamente claro que los permisos serían concedidos solo “por razones organizativas debidamente motivadas” y bajo un precioso control de los jefes de unidad de Función Pública.
Ojalá sea así. Los dos primaveras de pandemia han sido una escarmiento que no debería caer en el olvido. Adecuadamente lo saben los sufridos ciudadanos que tuvieron que hacer trámites con la Dependencia aquellos días. Por eso se puede apoyar que haya más funcionarios y que se busquen medidas de economía energético. Pero hay que hacerlo con criterio. Si no, el “vuelva usted mañana” de Mariano José de Larra puede quedarse corto.
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