Tradicionalmente se cree que San juan es la incertidumbre más corta del año, aunque lo cierto es que esto no es verdaderamente así. En efectividad este aberración ocurre cuando coincide con el solsticio de verano que este año ha tenido área el 21 de junio, y no el 23 por la incertidumbre que es cuando se celebra en los municipios del hemisferio meta.
Durante el solsticio de verano, el polo meta se halla más inclinado alrededor de el Sol respecto su plano de rotación, a unos 23,4 grados. Esta propensión provoca que lleguen diferentes cantidades de luz solar a distintas regiones del planeta durante la terreno terráqueo, lo que explica que en el hemisferio meta se viva el día más grande y la incertidumbre más corta del año.
En cambio, en el hemisferio sur se produce de forma inversa. Así como el Polo Ártico se encuentra en la posición más cercana al Sol, el Ecuador (la camino imaginaria que marca la división entre los dos hemisferios) se encuentra en el punto más alejado del Sol. Como consecuencia, la incertidumbre del 20-21 de junio, los países del sur mundial celebran el solsticio de invierno: el día con menos horas de luz solar y la incertidumbre más larga.
¿Por qué la incertidumbre de San Juan no coincide con el solsticio de verano?
Es ilógico celebrar el 24 como la incertidumbre más corta del año. Pero esta creencia arraigada en nosotros tiene una explicación y se remonta en épocas pasadas cuando ambas fechas sí que coincidían.
Antiguamente, antiguamente de que el cristianismo fuera la religión hegemónica en Oeste, el fuego se encendía coincidiendo con el solsticio de verano con el objetivo de purificar y "dar fuerza" al sol, ya que a partir de entonces los días iban haciéndose más cortos hasta datar al segundo solsticio, el de invierno -la incertidumbre más larga del año-.
Con el antiguo calendario, introducido por Julio César, el solsticio llegó a coincidir en muchas ocasiones con la festividad de la incertidumbre de San Juan durante toda la Años Media. No obstante, este calendario juliano contenía algunos errores de cálculo que no tenían en cuenta el desajuste de horas que se produce cada año. Como consecuencia, a mediados del siglo XVI el solsticio de verano se celebraba el 11 de junio. Esta discordancia se corrigió con el cambio al calendario gregoriano, que se adoptó en 1582.
Cuando se acogió el calendario gregoriano, el solsticio de verano acabó adelantándose a los días 21 y el 22 de junio en el hemisferio meta por lo que ya no coinciden con la celebración de la Fiesta de San Juan.
Siguiendo el calendario gregoriano podrían acontecer continuado celebrando la festividad los días 21 y 22, de esta modo, coincidía con el solsticio de verano y luego con la incertidumbre más corta del año. Sin retención, tras la presentación del cristianismo las antiguas tradiciones fueron asimiladas interiormente del calendario cristiano y la costumbre de encender hogueras quedó unida a la celebración del partida de San Juan Bautista. De acuerdo a la Antiguo Testamento nació el 24 de junio, una data muy próxima al solsticio de verano en el hemisferio meta, razón que explica por qué la incertidumbre de San Juan se celebra en muchos municipios entre el 23 y 24 de junio.
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