* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En su historia, Barcelona ha sido una ciudad que siempre ha intentado consagrar un circunscrito para que los más pequeños conociesen los animales que poblaban las profundidades del mar. Son los acuarios.
El primero de ellos y el más desconocido para todos estuvo instalado en la parte trasera de la Cascada del Parque de la Ciutadella. Fue inaugurado con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1888.
Con una superficie de 120 metros cuadrados, estaba dividido en dos secciones La fluvial, dedicada a la fauna de peces de agua dulce; y la de anciano tamaño, con los ejemplares de agua salada.
En el interior destacaba un esgrafiado con la figura del dios Neptuno y, en la parte inferior, grupos de estalactitas que simulaban una cueva subterránea, una intervención que llevaba la huella de un mozo Antoni Gaudí.
En el diseño de los medallones con lagartos que custodian la puerta de entrada, Gaudí colaboró poco
En la primera sección del pecera se podía ver desde el diminuto Cyprinodon (pequeño pez del Prado) hasta anguilas, carpas, barbos, tencas y el mandril, entre otras especies, así como crustáceos e insectos palustres con conchas y caracoles propios de las corrientes de agua dulce.
La admisión del oficio (en aquel tiempo no existía ni cine ni televisión), hizo que las autoridades municipales, pensaran en dar más amplitud al oficio, hecho que se consumó cuando, a primeros de 1917, la Asamblea de Ciencias Naturales informaba que en la primavera el pecera de la cascada sería reformado y ampliado e incorporaría especies de todo el costa marino.
La dificultad en aquel tiempo para realizar una correcta renovación del agua salada hacía difícil la incorporación de los grandes peces y escualos, que hoy podemos contemplar en los acuarios modernos.
El pecera fue languideciendo y no fue hasta mediados del siglo XX que la ciudad se vio en la condición de mostrar a sus menores parte de la fauna acuarela.
Instituto de Investigaciones Marinas
Para ello se indagación un edificio, en donde poder ubicarlo. Se encontró el Instituto de Investigaciones Marinas que tenía un edificio en donde poder albergarlo, situado entre dos antiguos baños que existían en aquella época en la Barceloneta: el Astillero que estaba al principio de la calle San Miguel y los Baños de San Sebastián.
Frente al pecera, una plazoleta servía de parada a los diferentes tranvías que llegaban principalmente en verano de los diferentes barrios de la ciudad.
El pecera estaba emplazado en la planta depreciación. El resto del edificio estaba destinado a abrigar la biblioteca, el laboratorio y las oficinas del Instituto.
El pecera estaba distribuido en su parte externa por 44 apartados en el que se exhibían una gran cantidad de animales marinos de diferentes partes del mundo, reservando en su parte central una gran piscina que estaba destinada a las tortugas y a la climatización de los nuevos ejemplares.
La instalación contenía 44 tanques de agua y un gran depósito central con tortugas centenarias y exhibía más de 200 especies
Se acondicionó y para su inauguración se escogió el 22 de junio de 1963, plazo que, según los periódicos del momento, venía a Barcelona Francisco Franco con motivo de la celebración de la final de la Copa del Generalísimo entre el Fútbol Club Barcelona y el Actual Zaragoza.
A pesar de los elogios iniciales recibidos desde la prensa oficial, lo cierto es que el pecera fue decayendo progresivamente por un negligencia creciente en su posterior mantenimiento, que se acentuó aún más a partir del fin de la dictadura y la presentación de la democracia.
Con el paso de los primaveras todo el edificio exudaba una medio decadente y propia de otros tiempos, con una apariencia de equivocación de mantenimiento.
A mediados de los primaveras 1980, coincidiendo con el inicio de la rehabilitación de la zona de los antiguos baños, con motivo de la preparación de los terrenos marítimos para las Olimpiadas, el pecera fue cerrado.
Según los técnicos municipales, el edificio había sido construido sobre antiguos arenales y sufría graves problemas estructurales de cimentación y peligraba su existencia.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas fue desmantelado en otoño de 1987. Aunque el CSIC quería conservarlo para acoger oficinas, terminó siendo derribado. Los peces y la fauna acuarela, pasaron a servir del Zoológico para ser exhibidos en el Aquarama.
El derribo definitivo del edificio se produjo en 2002
En la hogaño el nuevo Pecera de Barcelona está situado en el Port Vell de Barcelona, en la zona cercana al Maremágnum.
L'Aquàrium fue inaugurado en 1995, dispone de 35 acuarios diferentes que contienen unos 11.000 animales pertenecientes a 450 especies distintas.
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