El Mesa Central Europeo (BCE) esperará hasta conocer los últimos datos económicos de la eurozona ayer de atreverse cómo será la senda de subidas de tipos de interés. Así se manifestó ayer su presidenta, Christine Lagarde, en el Forum anual que el BCE celebra en la pueblo portuguesa de Sintra: “se alcahuetería de esperar a julio, cuando estarán disponibles los datos del conjunto de la eurozona, dependemos de esta información”.
De hecho, ayer mismo, el BCE tenía sobre la mesa dos datos relativamente contradictorios sobre la proceso de la inflación en este mes de junio, el gran asunto ahora para los banqueros centrales y la política monetaria. Por un flanco, el de España, que volvió a dar un respingo, hasta el 10,2%, un empujoncito para que los halcones, los partidarios de fuertes subidas de tipos, refuercen su argumento. Sin confiscación, pocas horas posteriormente, el referencia de Alemania, la primera heredad de la eurozona, presionó en sentido contrario, 8,2%, cinco décimas menos que el mes preliminar y muy por debajo de lo que se esperaba.
En principio, Lagarde mantuvo ayer que su propósito es subir los tipos 0,25 puntos en la reunión del 21 de julio, aunque otros miembros del consejo quieren que sea de 0,50. El debate, en cualquier caso, está sobre la mesa. Lagarde pronunció sus palabras defendiendo su política de ataque paulatino y cauteloso de combate de la inflación, pensando en el peligro de la recesión en la eurozona, durante un debate en el que participaron el presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Jerome Powell; el regidor del Mesa de Inglaterra, Andrew Bailey; y el director regente del Mesa Internacional de Pagos (BIS) Agustín Carstens.
El BCE cree que la situación de la eurozona es distinta a la de EE.UU., donde la demanda está cachas
En el transcurso del debate se pusieron de manifiesto las diferentes aproximaciones de cada uno de ellos en el demarcación de la lucha contra la inflación. Powell, el representante de la Fed, ha aceptado recientemente una radical subida de 0,75% puntos, que se suma a otras anteriores y que ha situado los tipos de interés del dólar en el 1,5%, mientras que el BCE mantiene los de depósito aún en placa. Pese a ello, Powell se mostró entusiasta sobre el estado de la heredad norteamericana y confiado en que evitará la recesión. Intransigente fue asimismo el regidor anglosajón, que tiene los tipos de la libra en el 1,25% y se mostró dispuesto a subirlos tanto como sea necesario.
Lagarde justificó su comportamiento más moderada en el hecho de que a diferencia de EE.UU., donde ciertamente la demanda interna está muy cachas gracias a los programas de estímulo aprobados primero por la empresa de Donald Trump y especialmente del flagrante presidente Joe Biden, lo que no ha sucedido en Europa, donde la longevo parte de la inflación es importada y causada por el aumento de precios de la energía y los bienes de la exterminio en Ucrania.
En cualquier caso, Lagarde descartó que la heredad vuelva al preliminar proscenio de descenso inflación, en la habilidad de deflación, descensos de precios, aunque se comprometió a alcanzar el objetivo de que esta se sitúe en el entorno del 2%.
Powell cree que pese a sus agresivas subidas de tipos, la heredad saco evitará la recesión
El problema para los banqueros centrales, y especialmente para los de la eurozona, reside en que este proscenio de subidas del precio del hacienda, que enfrían la actividad económica, se va a producir en un contexto que muchos analistas consideran previo a la recesión. Un momento conflictivo, la recesión implica crecimiento del desempleo y pérdida de riqueza normal, lo que provocará choques entre los bancos centrales y los gobiernos, volcados en estimular el crecimiento.
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