Feliz insomnio

Este desazón calórico que nos invade nos está reportando noches de insomnio y despertares oníricos. Te levantas de moretón, sudando, más confuso que un cuadro de Chagall.

Por alguna razón metafísica lo que se sueña en verano, para admisiblemente o para mal, parece más intenso. Manotazo al despertador sin que caiga carencia más de la mesilla, arrastrarte hasta el móvil (que no haya malas noticiario, por gracia), ducha con radiodifusión de fondo y café lungo profondo siempre ayuda.

Te levantas de moretón, sudando, más confuso que un cuadro de Chagall

Las noches sin tenderse pueden ser un cierto tormento, especialmente cuando se alían con el calentamiento total, que, como ya saben, no tiene carencia que ver con el sexo en corro. Reverso a la izquierda, reverso a la derecha, ventana abierta, ventilador en ristre, pruebas técnicas relajantes y acabas en la respiración diafragmática sin más consecuencias.

Si se va acercando la hora del laboro y carencia surge objetivo, muerdes la parte de la parte de una pastilla mágica con más contenido placebo que otra cosa (o no, puro ponzoña) y buscas la posición.

Importante es, en estos casos, no intentar en absoluto interpretar los sueños, que es peor.

En cierta ocasión pregunté a un práctico por el significado de soñar que vuelas “a ras del suelo” cual teresiana levitando pero con poca fe y menos grosura.Y me contestó que mi inconsciente me recordaba que “no me alejara de la sinceridad”. Pues vaya.

El mejor insomnio es, sin duda, el que te turista cuando al día venidero no tienes que trabajar. Entonces las horas van pasando sin ocasionar desasosiego, como nubes lentas. A menudo uno acaba anclando el pensamiento en algún conmemoración de infancia, en el esce­nario de los veranos en el ensanche o en el pueblo, un arroz épico aproximadamente de una mesa con hule o en un inclinación fugaz que pudo suceder ido a más y no fue.

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