Interiormente de unos tres meses, aproximadamente, se cumplirá un año de la erupción volcánica de La Palma. Superados esos complicados momentos, la isla ha recobrado buena parte de su dinamismo previo.
Evidentemente, la erupción más larga de la historia de la isla, que ha sido por otra parte la más destructiva de Europa en el postrer siglo, ha tenido un cachas impacto. No solo ha modificado el paisaje y ha arrasado más de un millar de casas, sino que incluso ha vapuleado la pertenencias. Por eso, es más importante que nunca que los viajeros puedan contribuir a aventajar este difícil periodo, visitando uno de los lugares más bellos de la geodesía española.
En este año, La Palma celebra no solo su renacimiento tras el azote del Cumbre Vieja, sino incluso el vigésimo aniversario de su nominación como Reserva Mundial del Biosfera. La venida del verano es un momento ideal para reencontrarse con los impresionantes paisajes y disfrutar de su civilización y restauración.
Entre árboles frondosos
Sin duda, el Bosque de los Tilos es una cita obligada. Para resistir a él, hay que emprender una revitalizadora caminata que nos llevará hasta el Barranco del Agua, en el Parque Natural de las Nieves, al ártico de la isla. Allí encontraremos la anciano representación en todo el archipiélago canario de los bosques húmedos de laurisilva, caracterizados por sus árboles de gran cima y su espesa plantas que se remontan a la época terciaria. Contemplar los rotundos ejemplares de tilos, laureles, madroños, fayas o brezos que allí se dan, y divisar aunque sea fugazmente una paloma de la variedad turqué o rabiche, proporciona una sensación placentera de inmersión en plena naturaleza. El silencio tiene un objetivo reparador en los senderos que conducen al interior del bosque o a los nacientes de Marcos y Cordero. En el segundo repaso, hay que cruzar hasta trece túneles, contando con la ayuda imprescindible de una linterna, que finalmente llevan al inaugural del agua que se desploma creando un chorro espectacular.
Los amantes de las buenas vistas no pueden dejar de aparecer al famosísimo Parque Doméstico de Caldera de Taburiente. Emplazado en el centro de la isla, adopta la forma de una hendidura de 8 quilómetros de diámetro y hasta 1,5 de profundidad, recubierta de bosques de pino canario y atravesada por numerosos barrancos.
Al ártico, se halla el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, situado a casi 2.400 metros de cota y dotado con el telescopio óptico más holgado del mundo, el Grantecan. El fresco Centro de Visitantes e Interpretación ofrece tres salas de exposiciones dedicadas a la observación astronómica en la isla y la divulgación de cuanto sabemos hoy sobre el universo.
Si nos alejamos de la zona de la costa y nos adentramos en el interior del parque, toparemos con la señal Playa de Taburiente, formada por mantos de callaos y rocalla redondeada que delimita un regato. Otro de los lugares imprescindibles es la Cascada de Colores situada en el Barranco de las Angustias; un bello brinco de agua semiescondido de unos 6 metros de parada que se nos aparece “pintado” de forma natural con tonalidades verdosas, amarillentas y anaranjadas; los últimos dos colores son causados, al parecer, por el hierro disuelto en las aguas, mientras que el verde lo aportan las algas y el musgo que crecen cerca de.
La isla de la aventura
Los devotos del deporte de aventura harán adecuadamente en acercarse al municipio de Puntagorda, en el noroeste de la isla. Allí hay instalada una tirolina de 600 metros de largura que sobrevuela el barranco de Izcagua. En esa misma población se celebra el Mercadillo del agricultor, en el que es posible encontrar productos de la zona naturales y artesanos, como frutas, verduras, carnes, quesos, resostería tradicional, tartas o mojos
La isla canaria es un ocupación consumado para descubrir paisajes impresionantes
La isla ofrece muchas más experiencias. En el puerto de Tazacorte, en la costa occidental, organizan excursiones marítimas que permiten mirar cetáceos, tortugas y peces. El ribereño de Fuencaliente es ideal para la praxis del piragüismo. Adicionalmente, existen diversas zonas aptas para las actividades de sumersión y incluso es posible descender a las profundidades de la isla y contemplar las formaciones interiores como los tubos volcánicos.
De las papas arrugadas al bienmesabe
La restauración es, desde luego, otro motivo para aparecer a la isla de La Palma. A posteriori de las caminatas por bosques y caminos, se impone sentarse en alguna terraza para disfrutar de unos chicharrones, de un pinrel asado o unas costillas acompañadas de las imprescindibles papas arrugadas con mojo rojo o verde. Y por supuesto no hay que renunciar a probar pescados como el patudo (nombre que recibe el atún rojo) o el alfonsiño a la plancha. Los que quieran conocer más sobre los productos de la isla, pueden examinar el Museo del Plátano, el Museo del Gofio o la Casa del Morapio.
Algunos nombres de postres avivan la curiosidad, como el Bienmesabe, una pasta dulce elaborada a almohadilla de almendras, o el Príncipe Alberto, cuyo sabor recuerda la mousse de chocolate e incluso el tiramisú, y que al parecer debe su nombre a su autora, la pastelera Matilde Riachuelo Felipe, que lo creó cuando el heredero de los Grimaldi se hallaba en la isla. Preguntada por el hombre, ella aseguró que lo bautizó así porque estaba tan “bueno” como el hijo de Grace Kelly.
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