Las dantescas imágenes que nos llegaron de lo sucedido el viernes en la frontera de Melilla son sobrecogedoras. Dejar a un país como Marruecos, sabiendo como las gasta, que gestione el flujo migratorio a Europa es una auténtica temeridad.
El viraje del Gobierno de Sánchez en su relación con Marruecos incluía el compromiso del país vecino de encargarse del control de las fronteras garantizando la contención de los saltos masivos, pero eso no obliga al Gobierno de España a apoyar la salvaje interpretación que han tenido, en este caso, los gendarmes marroquíes como hizo nuestro presidente no lamentando los gravísimos incidentes hasta tres días más tarde. Lamento que carece de sentido si no va acompañado de la exigencia de una exhaustiva investigación que aclare todo lo sucedido.
Mario Suárez
Pilas (Sevilla)
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