Largarse

La familia se va, son viajes cortos, de fin de semana o poco más. El personal se larga a la mínima que tiene un par de días libres. Me lo cuenta un profesional del sector de los viajes: “No esperan a las ocio, es una esquizofrenia, trabajamos más que nunca porque parece que el mundo se acaba y todos quieren huir, aunque tengan poco plata”.

¿Estamos frente a una reacción razonamiento posteriormente de los confinamientos obligados por la pandemia o hay causas más profundas? Vayan ustedes a memorizar. Crece la turismofobia, especialmente en Barcelona, mientras los catalanes tenemos gran desazón por movernos y hacer turismo, al precio que sea. Vamos de un banda a otro, movidos por una manía que no alcanzo a comprender, vistas algunas dificultades, desde los atascos de fin de semana en algunas vías catalanas ya sin peaje hasta el maltrato que recibimos por parte de varias compañías aéreas, poco lamentable que aceptamos de modo incomprensible.

Vamos de un banda a otro, movidos por una manía que no alcanzo a comprender

La familia se larga porque todo el mundo lo hace: el vecino, el compañero de trabajo, el pariente. Si no te piras, pareces idiota. Pero quedarse es un gran placer, sobre todo cuando se comprueba que los que han huido no siempre regresan ni descansados ni satisfechos; a menudo se quejan de las condiciones del delirio, de la comida, de los alojamientos, y de coincidir con tantos que (¡gloriosa contradicción!) han tenido la misma idea que ellos. “Qué enfado, encontrar tantos catalanes en Roma el pasado fin de semana”, se queja una amiga que es experto en alucinar inevitablemente allí donde está cantado que habrá multitudes. A posteriori, están aquellos que, a pesar de ser culos de mal asiento, acaban siempre su relato turístico con esta frase: “Como en casa no se está en ningún sitio”.

No diré ahora eso que da tanta furor: “En vez del turismo, deberíamos intentar la aventura del delirio y bla, bla, bla”. El mundo coetáneo ha hecho casi irrealizable lo que hemos mitificado como “el delirio”, incluso los viajes interiores, asequibles hoy gracias a cualquier aplicación que ofrezca meditaciones new age.

Soy partidario, con Xavier de Maistre, de hacer turismo más o menos de mi habitación (incluso valdría la cocina o el observador), que es muy cómodo y ahorra el trato con las masas humanas en desplazamiento. Y, al precio que se han puesto los combustibles, es una opción muy atractiva.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente