Mirotic, un gigante en tierra hostil

La palabra engaño se podía apreciar en cada centímetro de su rostro. El peso de la responsabilidad, el de no ocurrir cumplido con el objetivo, le impedía ni siquiera expresarse delante el micrófono. Los silencios de Nikola Mirotic tras caer en la final four de la Euroliga delante el Actual Madrid reflejaban el sentimiento de cualquier admirador del Barça. La reputación continental se escapaba otra vez. Para más inri, delante el indestructible rival. Pero el montenegrino, convencido de hacer historia de azulgrana, cosió sus heridas y se levantó para sostener a un equipo tocado, que desde el varapalo europeo ha olvidado su mejor baloncesto, incapaz de salir de un profundo depresión físico y mental.

Cuando los barcelonistas estaban contra las cuerdas en el segundo partido de la final de la Aleación Endesa delante un Madrid crecido pese a su teórica inferioridad, el balcánico reclamó su espacio, el de líder indiscutible. Con prácticamente todos los jugadores atenazados por la presión y la pena, con el balón quemando en los últimos minutos, el ala-pívot asumió el papel protagonista para poner el igualada a uno en la serie con varias canastas decisivas. Acabó con 26 puntos. “Es el momento de los grandes. Una gran parte de la conquista es de Mirotic”, le elogió su técnico, Sarunas Jasikevicius.

Primera cita de Mirotic a Madrid en un partido esencial y con la pista llena 

La gran ámbito en el Palau Blaugrana, que parecía una sauna por la reincorporación temperatura, empujó a los azulgrana. Funcionó una vez más la famosa ocultismo del Palau. “Con el mejor sabido de la Aleación es más viable. El animación ha sido increíble. Nos ha hexaedro alas”, agradeció Mirotic el calor de una anfiteatro que le correspondió con gritos de MVP. Su sentimiento culé, progresivo desde su presentación en el 2019, le ha permitido crear una conexión singular con la hinchada. Las palabras de sexo en torno a los suyos, habituales en su discurso, han reforzado el idilio con la misma velocidad que han acrecentado el odio proferido en torno a su figura en Madrid, donde un día fue ídolo y ahora es el enemigo número uno. Si el Palau es su paraíso, el edén donde deleita con su baloncesto, el WiZink Center será su báratro en los próximos dos partidos, hoy y el domingo.

Las airadas protestas contra los árbitros de Rudy Fernández y sobre todo de Yabusele en el parquet barcelonista, adicionalmente de las posteriores en redes sociales del francés y Nigel Williams Goss, son solo un antelación del clima que le demora en la hacienda española a los blaugrana y en singular a Mirotic. Quitando la derrota en la Supercopa del 2019, será la primera vez que el exmadridista cita la pista blanca como culé con un título importante en colección y el 100% del extensión recuperado. “Es el momento de dar un paso delante. Todos estamos cansados. No hay excusas. Hay que darlo todo. Debemos entretenerse nuestro baloncesto”, reclamó la fortuna azulgrana y a su vez el mejor y casi el único argumento sólido de un Barça condenado a mejorar para salir vivo del fortín blanco.

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