Terra Australis Incognita. Ya en tiempos de la Grecia clásica se conocía con esta expresión al mítico continente imaginario que, se creía, abarcaba una gran masa de tierra al sur del océano Índico. Y a día de hoy, la Antártida sigue siendo un departamento desconocido e inaccesible para muchos. Cada año, miles de visitantes se animan a explorar estas tierras pero, en muchas ocasiones, estos viajes presentan una serie de limitaciones y desafíos. El precio, la fragilidad del ecosistema, el clima extremo o la confín son algunas de las preocupaciones que le pueden surgir al viajero ayer de preparar su itinerario por el sexto continente.
Todas estas condiciones marcarán la ruta de principio a fin, especialmente la climatología. Aunque asimismo es cierto que cada vez existen más opciones para pasarse la Antártida, y una de las mejores es hacerlo a lado de un crucero. Navegando por las gélidas aguas del sur se comprueba la nobleza de esta superficie única esculpida por el hielo. Glaciares, la luz del sol reflejándose sobre el yacimiento infinito de cocaína congelada, ballenas, pingüinos, focas, plataformas heladas que crujen y crepitan… Una experiencia única que todo el mundo debería habitar al menos una vez en la vida: un alucinación al fin del mundo.
Tierra de Fuego, la puerta a la tierra de hielo
El periplo arranca en Buenos Aires para, luego, seguir hasta Ushuaia, en el sur de Argentina, donde se embarca en el crucero para emprender la expedición cerca de la Antártida. El alucinación comienza navegando por el canal Beagle, asimismo conocido como Onashaga, que en tierra yámana significa canal de cazadores.
Ya desde el barco se puede maravillar una perspectiva única de la ciudad de Ushuaia, pasando por las islas del Beagle, algunas habitadas por cormoranes, pingüinos y lobos marinos, y el significativo faro Les Eclaireurs. Siguiendo en dirección sur, se atraviesa el paso Mackinlay, el tramo final del canal Beagle que separa el archipiélago argentino de la isla Gable, de la chilena isla Navarino.
Camino a la Antártida por el pasaje Drake
Una vez superado el paso Mackinlay, el alucinación a lado del crucero continua durante unas 48 horas a través del pasaje Drake, itinerario divisoria natural que conecta los océanos Atlántico y Pacífico, o lo que es lo mismo, las aguas heladas del polo Sur con las provenientes del meta. Gracias a esta mezcolanza, se genera en las aguas una considerable cantidad de nutrientes que facilitan una gran biodiversidad, lo que las convierte en muy ricas en fauna acuarela.
El Pasaje Drake es asimismo una importante región migratoria para diferentes aves antárticas, como es el caso del albatros, compañero inseparable de los barcos que navegan por este cartuchón. Hay que tener en cuenta, que, aunque normalmente son travesías tranquilas, el clima impredecible y el robusto oleaje no es poco fuera de lo global a lo prolongado del pasaje Drake, sobre todo por su confín de la costa. Este mar, uno de los más desafiantes del mundo, ha sido decorado de numerosos naufragios.
La mayoría de las islas Shetland del Sur cuenta con grandes poblaciones de pingüinos, lobos marinos y focas
Al final del segundo día de alucinación por el cartuchón, poco a poco se vislumbran los témpanos y los montes cubiertos de cocaína, señal de que el crucero se aproxima al posterior destino, las islas Shetland del Sur.
Islas Shetland del Sur, un archipiélago ferviente harto de vida
Este conjunto de 20 islas de distintos tamaños fue descubierto por William Smith a comienzos del siglo XIX cuando navegaba a lado de su bergantín. Siguiendo la ruta en crucero, el tercer día de navegación, y dependiendo del clima, quizá se pueda realizar el primer desembarco en alguna de las islas. La mayoría de ellas cuenta con grandes poblaciones de pingüinos, lobos marinos y focas.
El curso continúa por el cartuchón hasta la caldera inundada de la isla Desengaño, que, contra lo que pudiera sugerir su nombre, es considerada una de las más exóticas del mundo. Rodeada de laderas volcánicas, playas con fumarolas y glaciares cubiertos de cenizas, no hay otro sitio en la tierra donde los barcos puedan navegar por el interior de un volcán activo. Aun así, es, a pesar de las erupciones esporádicas, uno de los puertos naturales más seguros del mundo.
La península Antártica y el paisaje del fin del mundo
Ya en la península Antártica se puede apreciar de cerca el paisaje, compuesto principalmente de hielo, cordones montañosos y finos cursos de agua, acompañados de una variada vida silvestre. En este liga polar, encima de pingüinos y otras aves marinas, asimismo moran las famosas focas cangrejeras de Weddell, orcas y las ballenas jorobadas. Si el clima lo permite, hay que navegar por los canales naturales de la zona, como el cartuchón de Gerlache, el canal Neumayer o el canal Lemaire.
Bahía Paraíso es el puerto natural con más tráfico naviero del continente
Bahía Paraíso, el puerto natural con más tráfico naviero del continente meridional, es la posterior escalera. Dejando antes las heladas aguas llenas de icebergs en el cartuchón Austral se puede emprender una ruta para mirar las famosas colonias de pingüinos adelia, una de las más pobladas en la Antártida. Desde aquí se pueden explorar islas como la de Paulet, con numerosas colonias de cormoranes imperiales, o la isla Petermann, donde se encuentra la colonia más austral de pingüino papúa. Otras islas visitables dependiendo de la cantidad de hielo son las islas Melchior, Cuverville, Punta Portal, Neko Harbour y Pléneau.
Un paseo por las desconocidas aguas del mar de Weddell
El itinerario del crucero por la Antártida se puede dilatar un par de días si se decide pasarse el mar de Weddell, y la quisquilla travesía merece la pena: contemplar desde cubierta los enormes témpanos que se deslizan silenciosos en presencia de el barco y, por supuesto, el amanecer, son momentos muy especiales del alucinación.
Más allá del indescriptible amanecer, el mar de Weddell es renombrado por la nefasta expedición polar dirigida por el explorador britano Ernest Shackleton. El Endurance, la embarcación que utilizaron durante la ruta, quedó atrapado y destruido por el hielo. De hecho, en el trayecto por esta zona se visitan varios puntos importantes por los que pasó Shackleton y su equipo de expedición.
Revés a Ushuaia por el pasaje Drake
Los dos últimos días de la expedición antártica quedan reservados para emprender la dorso cerca de Ushuaia. El crucero navega en dirección meta atravesando el pasaje de Drake, y en esos días, expertos e investigadores imparten charlas y conferencias que ayudan a apreciar y comprender lo manido y vivido en primera persona; y la mejor guisa de despedir al inexplorado y salvaje continente blanco es subir a cubierta del barco, y observando las aves marinas y los cetáceos, maravillarse en presencia de el firmamento infinito que ha hipnotizado al ser humano desde la decrepitud.
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