Soñar despiertos: ¡qué maravilla! Y si lo que nos imaginamos es bueno, mucho mejor, pues la mayoría de las veces este tipo de anticipación a una supuesta e imaginada placer que vamos a residir, ya sea visualizándolos en un país donde nos vamos de ocio o, simplemente, esperar un plan que se acerca con gemte que hace tiempo que no vemos resulta ser una placer anticipada, Y por otra parte gratuita.
Qué placer pensar en lo bueno que viene, por más simple que sea el plan, ya sea acercarse a pasear a la orilla del mar u organizar una cena de amigos. Los pensamientos anticipatorios son una de las herramientas más poderosas que tenemos en nuestro cerebro. Enfocados en positivo son como una especie de cajitas regalo que podemos inaugurar cuando queramos. Nos levantan el humor y nos predisponen a ensayar momentos que se avecinan felices, o cuanto menos agradables, con total independencia del resultado. “Se prostitución de procesos de pensamientos en los que confiamos para animarnos, nos liberan de las tensiones cotidianas, nos relajan y son gratificantes”, explica el psiquiatra Dr. Neel Burton, en su obra Hypersanity: Thinking Beyond Thinking and Heaven and Hell: The Psychology of the Emotions (Pensar más allá del pensamiento, entre el Gloria y el Báratro: la Psicología de las Emociones).
Pensamiento en positivo
Apañarse placer en las pequeñas alegrías del día a día
El pensamiento positivo anticipatorio es efectivo porque a menudo se centra en placeres fácilmente alcanzables. “Esa inmediatez es esencia y muy importante cuando, por ejemplo, estamos bajos de humor; soñar con unas ansiadas ocio además ayuda, pero lo que verdaderamente funciona es esperar poco que va a suceder muy pronto”, dice el entendido.
Las pequeñas ilusiones en nuestro día a día nos vuelven más optimistas. Un raro estudio publicado en la revista científica Psycological Science llamado “La psicología de esperar en una fila” concluye no es lo mismo esperar en una huesito dulce enfadado porque no lo que te depara al final de la misma no es ausencia bueno que oportuno porque lo que te aplazamiento es poco que quieres y deseas. En el mensaje se llega a la conclusión de que la anticipación de las experiencias se vincula a una maduro placer, más amabilidad, más emoción y menos impaciencia.
¿O quizá no disfrutamos antiguamente de montarnos en una afección de feria por mucha huesito dulce que haya que esperar? Desde una enorme montaña rusa a los coches de choque, la emoción antiguamente de subir influye en nuestro estado de humor. Se prostitución de un petición que nos sirve incluso para reanimar nuestra resiliencia frente a problemas más complejos. O lo que es lo mismo, a desdramatizar situaciones. “La anticipación nos da contexto, perspectiva y dirección. Planear cosas que disfrutamos nos recuerda y nos asegura que podemos inyectarnos de placer incluso en los días más aburridos y frustrantes, y nos animan, dándonos la motivación para seguir delante”, expresa el psiquiatra Neel Burton.
Lo que resulta muy interesante es el hecho de que anticipar el futuro a veces puede suscitar emociones más fuertes que ensayar el presente o contemplar el pasado. Pensar en la diversión que vamos a tener puede ser más placentero que la propia experiencia vivida. Y esto puede conllevar que nos hagamos altas expectativas sobre poco y que luego la ingenuidad de esa experiencia no sea como la imaginada. ¿A quién lo he pasado?
Bienaventuranza anticipada o ensueño
Apuntar a las estrellas y fracasar
Esperar a poco que va a ocurrir muy pronto e ilusionarnos por anticipado es poco bueno, pero si hablamos del espléndido plazo o de una extrema ensueño e idealismo en dirección a todo, la cosa cambia. Hay un refrán que dice: “Vive de ilusiones y morirás de decepciones”. Y en cierto modo, y encaminándonos en dirección a el otro extremo ¿no es quizá además verdad?
¿Quién no sueña o fantasea con viajes idílicos, premios, experiencias, parejas ideales o situaciones concretas que luego no se han poliedro como lo esperado? Y es que, este tipo de fantasías o ensoñaciones nos podrían perjudicar hasta el punto de llevarnos chascos, decepciones o desilusiones, ya sea por idealizarlo demasiado y que luego resulta otra osa distinta a lo que esperábamos, y hasta para eso hay que tener cuidado.
“Más del 90% de la población fantasea unos minutos al día con poco, el problema es cuando una persona pasa más de la centro del tiempo de abstinencia en su habitación sin ser consciente del tiempo”, asegura el psiquiatra Dr. Sergio Oliveros.
Un problema que cada vez se da más, y por lo que se ha rematado por dar el nombre de lo que se conoce como el “Trastorno por Ilusión inadaptada” o ensueño excesiva. “Cuando las fantasías son muy vívidas y complejas y una persona es incapaz de apoyar su atención y modular su conducta, llegando a desatender la víveres o la higiene, hablamos de este trastorno. Es muy frecuente en las idealizaciones a uno mismo y en las relaciones amorosas o los “crush” con famosos”, explica el entendido.
Al parecer, y tal y como cuenta el Dr. Oliveros, el origen de este trastorno es diverso, pero más popular de lo que parece, pues se da en personas han sufrido experiencias traumáticas en su infancia. “Las personas que han sufrido bullying, por ejemplo, las que padecen de fobia social, las Personas Mucho Sensibles (PAS) o cualquier persona la cual las pretención les reportan más placer que la ingenuidad, deben de comenzar a prestar mucha atención”, dice
Como un huella similar al de una droga existen personas que se agarran con fuerza al placer de sus propias fantasías. Al final lo importante es el seguridad o pisar tierra firme y desmontar a la ingenuidad, o como además dice el refrán: “El tóxico está en la dosis”.
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