Petro ofrece a Biden una alternativa a la guerra contra la droga en Colombia

En los valles tropicales del Cauca –sembrados de café, mandioca, caña de azúcar, banano y, cada  vez más, coca– todos coinciden con Gustavo Petro en que hace desidia un cambio de plan. Diseñada en Washington y financiada con unos 13.000 millones de dólares del presupuesto federal estadounidense, la organización antinarcóticos en Colombia no ha entregado resultados. Tras dos décadas de operaciones militares, la extradición a EE.UU. de cientos de narcotraficantes y el uso de químicos para erradicar los cultivos de coca en zonas como el Cauca, la coca crece y la violencia incluso.

“Los cultivos ilícitos vuelven a pisar muy válido aquí”, dice Richard Morales, representante del pueblo misak, uno de la decena de etnias indígenas en el Cauca, en el sur occidental de Colombia. Desde el 2010, la superficie en Colombia dedicada a la coca ha subido de 75.000 hectáreas a 250.000 hectáreas. “Hay que apoyar la producción de otros cultivos como el café para que el campesino pueda cambiar”, añade.  Los campesinos del Cauca han protestado contra el uso de químicos tóxicos, como el glifosato, rociados desde aviones, por sus daños a la vitalidad y al medioambiente, así como la destrucción de otros cultivos.

La política de sustitución de cultivos ilícitos mediante apoyos al campesino es exactamente lo que se pactó en el acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la maquis de las FARC, firmado en La Habana, en el 2016. Pero, tras la conquista del no en el plebiscito del 2016, implementar los medios más importantes del acuerdo –como la reforma agraria y la reglamento de tierras campesinas– no le resultó políticamente conveniente al presidente conservador Iván Duque ni a su padrino político, Álvaro Uribe. Siquiera convino a Donald Trump, que buscaba votos anticastrochavistas en Florida.

La conquista de Gustavo Petro crea una oportunidad histórica para cambiar de organización. Siguiendo al pie de la giro el acuerdo de paz, Petro se opone a la erradicación forzosa de los cultivos ilícitos y defiende un software de apoyo al campo mediante créditos subvencionados, cursos de formación y el agradecimiento de los títulos de propiedad de la tierra. Rechaza la fumigación e insiste en que “no se puede criminalizar a quien cultive coca; hay que mirar las causas”. Se opone incluso a la extradición de los narcos a EE.UU., optando por su procesamiento en Colombia.

El presidente electo puesta por el apoyoa los campesinos y la sustitución de los cultivos de coca

Asimismo, el  referencia final de la Comisión de la Verdad, creada en el ámbito del proceso de paz, que fue presentado el pasado martes en Bogotá, critica la organización marcial y señala que “la guerrilla contra las drogas se ha convertido en un negociador de persistencia del conflicto”, insiste el referencia, fabricado tras interviuvar a 30.000 víctimas de la violencia. Pese al desarme de las FARC, Colombia mantiene 500.000 efectivos policiales y militares, dos veces más que Brasil, cuya población es cuatro veces viejo.

Hay algún indicio de que la Distribución Biden quiere objetar positivamente. “Hay que desnarcotizar la dietario”, dijo Juan González, el director responsable de América Latina del Área de Estado en una entrevista al diario colombiano El Tiempo . Hasta la vencimiento, “el único criterio de éxito ha sido el número de hectáreas erradicadas y de extradiciones (...) Hay que murmurar de poco más que drogas”, dijo. En lado de la fumigación, el número dos de González, Brian Nichols, defendió “promover un explicación independiente (...) en las comunidades rurales”. Al mismo tiempo, el deseo de Petro de que sea mediante apoyo a la posesiones campesina y a las energías limpias podría complementar la organización medioambiental de la Distribución demócrata y su política de defensa de la Amazonia. Los dos presidentes calificaron de prometedora la conversación que mantuvieron telefónicamente el pasado martes.

Pero según analistas en Bogotá y Londres , los poderes políticos y militares en Washington se resistirán a abjurar la guerrilla contra la droga. “Surtir la droga como prioridad ha permitido acreditar la presencia de las siete bases militares en Colombia, una incidencia estadounidense muy válido en la policía colombiana, y el entrenamiento de unidades de lucha antinarcóticos para Centroamérica y Sudamérica –dijo Ricardo Vargas, de la Universidad de Bogotá–. En el Área de Defensa en Washington no quieren cambiarlo”. Esta renuencia quedó clara en un evento días ayer de las elecciones colombianas en el Consejo Atlántico , un poderoso think tank de Washington. “EE.UU. debe profesionalizar las fuerzas armadas y la policía colombianas (…). Colombia necesita más fuerzas militares y policiales que ayer “, afirmó David Petraeus, exdirector de la CIA.

Tanto en Washington como en la cúpula marcial colombiana se considera crucial el mantenimiento de las operaciones militares contra las “disidencias” de las FARC que se han obtuso a dejar las armas, así como paramilitares de ultraderecha como el Clan del Ensenada, todos ellos metidos en el negocio de la cocaína.

Petro quiere enmendar el ejército y la policía, muy influenciados por EE.UU., tras el estallido social del 2021

Petro quiere desplegar ya negociaciones con el Ejército de Huida Doméstico (ELN) y las facciones de las FARC dispuestas a desarmarse. Asimismo, pretende  una profunda reforma de la seguridad empezando por la policía, cuya trámite será trasladada desde el Profesión de Defensa al de Interior. “La penetración estadounidense en el ejército y la policía es un asunto urgente para Petro”, dijo Oscar Guardiola Rivera, del Birkbeck College, en Londres. “Luego de la acceso social del 2021, la muchedumbre quiere una reforma de la policía y el ejército.”

Las elecciones legislativas en EE.UU. en noviembre, y concretamente las de Florida, no ayudarán a que Biden apoye el nuevo plan de Petro. La atrevimiento de la Distribución demócrata de retirar a las FARC de las listas de terroristas ya desató una ola de ataques republicanos en Florida. Congresistas en Miami, como Entorno Rubio o Mario Díaz-Balart, defienden más militarización y más fumigación. Iván Duque ha anunciado que aprovechará el mes grande que le queda en la presidencia para rociar de glifosato miles de hectáreas en Catatumbo, en el este del país.

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