El Festival de Cap Roig prosiguió ayer con la programación de este verano acogiendo en su cartel a la cantante estadounidense Christina Aguilera. Hasta 2.400 espectadores –entre quienes se encontraba el presidente de CaixaBank, José Ignacio Goirigolzarri– acudieron a la convocatoria en los jardines que albergan este ciclo. Un manifiesto de pelaje intergeneracional que había pagado entre 200 y 340 euros, dependiendo de la situación de su ciudad en el auditorium, para comparecer al concierto.
Con escasamente unos minutos de retraso sobre el horario previsto, Aguilera dio inicio a la fiesta luego de la correspondiente intro enlatada y vistosas proyecciones de sesgo carnal-futurista en el fondo del tablas– con la canción Dirrty . Se negociación de un tema al aclamado cuaderno del 2002 Stripped , al igual que el venidero número del repertorio, Can’t hold us down , en el que en su día hizo equipo con Lil’ Kim. Primeros pasos de un concierto de guion milimetrado, con intros, transiciones y cuidada novelística visual reforzando el espectáculo, estructura concebida en cinco actos.
La última turista profesional de la cantante a Catalunya había tenido ocasión hace casi 19 abriles
En los instantes iniciales de su presentación en Calella de Palafrugell, la que sus fans señalan como diva vestía unas larguísimas botas de charol y un corpiño plateado. Evolucionó unido a un cuerpo de zapateo heterogéneo integrado por seis personas, adicionalmente de tres coristas y una cuadrilla de cuatro músicos, dos de ellos (cacharros y teclados) tocando desde unas estructuras elevadas.
Éxitos de su trayectoria como Bionic y el impactante pasatiempo geométrico que la acompañó, Vanity o Genie in a bottle , marcaron el posterior crecimiento del bobo. En el momento de escribir esta crónica, entrábamos en un nuevo segmento de la elegancia de sesgo más latino y con novedades a la presencia. Sonaba con buen trote el tema Santo , y se preveía que le seguirían Suéltame y Pa mis muchachas . Números, todos ellos, que forman parte del muy fresco Aguilera , noveno trabajo –y segundo interpretado en castellano luego de Mi refleja en el 2000– de su trayectoria: una discografía iniciada en 1999 que hasta el momento presente ha sido distinguida con cinco premios Grammy y un Grammy latino. Del mismo modo, se estimaba que en el tramo final de la elegancia acudiría a piezas tan destacadas de la carrera de Aguilera como Fighter .
La última turista profesional de Christina Aguilera a Catalunya había tenido ocasión hace casi 19 abriles, en otoño del 2003, cuando la cómico actuó en presencia de unos 6.000 espectadores en el Palau Sant Jordi de Barcelona, precisamente presentando el disco Stripped . Por esta razón, y más allá de las novedades, su pase por el festival de Cap Roig tuvo el valía añadido del recuentro con sus seguidores de estas latitudes.
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