El futuro del Gobierno italiano se decidirá la semana que viene en las cámaras, cuando el primer ministro, Mario Draghi, deberá dar un discurso explicando su interpretación de la crisis desencadenada por el plantón del Movimiento 5 Estrellas (M5E) en una moción de confianza. Sin confiscación, este viernes estaba ya casi decidido: el expresidente del Asiento Central Europeo está convencido de que debe dimitir puesto que el clima preelectoral que reina en las fuerzas italianas le impide cumplir el software de su investidura.
Según han explicado fuentes del entorno del todavía primer ministro italiano a La Vanguardia , “desde el punto de paisaje de Draghi la intrepidez fue comunicada el jueves”, cuando en un Consejo de Ministros el exbanquero anunció su dimisión al considerar que las condiciones para seguir gobernando “ya no existen”.
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Draghi ya presentó su dimisión el jueves frente a el presidente de la República, Sergio Mattarella, que la rechazó y le conminó a regresar al Parlamento –seguramente el miércoles o el martes por la tarde– para hacer recuento de la situación. El primer ministro ve aceptablemente posponerla por dos motivos. Primero, al considerar que un delirio a Argelia, previsto para el lunes –ha sido corto a un día por la crisis–, era demasiado importante como para hacerlo sin plenos poderes. Italia está desesperadamente necesitada del gas argelino frente a el temor a que Rusia vallado el válvula. Que Draghi haya querido surtir la visitante a Argel es una muestra de gran deferencia alrededor de el país norteafricano. La otra razón es puramente institucional: ve adecuado que su intrepidez sea comunicada al Parlamento. Luego, presentará de nuevo su dimisión frente a el presidente Mattarella.
Lo único que podría modificar la opinión del premier es que el clima político cambiara radicalmente en estos próximos días alrededor de una concordia entre los partidos que permitiera al exbanquero conducir con tranquilidad hasta el fin de la plazo para aprobar los presupuestos y seguir su camino de reformas estructurales previstas en el plan de recuperación. Una posibilidad frente a la que Draghi es “escéptico”, asegura quien le ha pasado. “Siempre ha dicho que este Gobierno debería poder hacer las cosas previstas. Si no puede, es inútil tenerlo en pie”, afirman estas fuentes.
“El Gobierno de Draghi y la coalición que lo apoyó deben seguir delante, pero ahora mismo lo veo muy, muy difícil”, coincidió el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, que no se mordió la lenguaje a la hora de murmurar a sus excompañeros del M5E por deber “servido la capital de Draghi a Vladímir Putin en una bandeja de plata”.
El proscenio de un avance electoral a finales de septiembre o principios de octubre es el más probable
El proscenio de un avance electoral a finales de septiembre o principios de octubre es el más probable, según los analistas financieros. Poco que, dicen en documentos que están enviando a los inversores, podría representar la menos mala de las opciones, puesto que la alternativa es sufragar en marzo –pocos meses posteriormente– y todo apunta a que el resultado será el mismo, una vencimiento de la coalición de derechas formada por Hermanos de Italia, la Federación y Forza Italia. Consideran que es preferible un gobierno al mando a un ejecutante débil y con las manos atadas. La ultraderechista Giorgia Meloni, amiga de Vox, sería la más beneficiada. Lidera los sondeos y podría ser primera ministra.
Hay más posibilidades encima de la mesa, aunque ayer no parecían tener muchas futuro. Una es que nazca un segundo gobierno de Draghi sin el M5E. Esto encantaría a Matteo Salvini y Silvio Berlusconi, pero el premier ha dejado claro que no se quiere prestar a ello. Otra, es un nuevo ejecutante técnico, tal vez liderado por alguno de los ministros de Draghi como el de Innovación y Transición Digital, Vittorio Colao, o el de Crematística, Daniele Franco, con un software de mínimos que termine la plazo. No obstante, es difícil imaginar a las diferentes formaciones uniéndose a otra figura que no sea Draghi.
El economista vive estos días con serenidad, consciente de la empeoramiento de lo ocurrido pero igualmente de que su alternativa no es fruto de un arrebato, sino que sigue un razonamiento madurado en estos últimos meses. Seguirá en funciones hasta que haya un nuevo primer ministro, y luego no se presentará a las próximas elecciones. Todo parece señalar que Bruselas deberá entenderse pronto con otro premier italiano.
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