“Ni áticos ni chalets unifamiliares, yo vivo en una supermanzana”, afirma con sarcasmo un hombre sin hogar instalado desde hace unos días en el Eixample. Las calles de este distrito se han convertido en un circunstancia habitual para acostarse de los sintecho de Barcelona. Decenas de personas se acomodan, día tras día, en portales, calles cubiertas por fachadas o entidades bancarias con tal de refugiarse y descansar al caer la tinieblas. Una imagen habitual de los viales barceloneses. No tan habitual era verlos con colchones en medio de la calzada o yaciendo en parques y zonas peatonales. Ahora no es extraño encontrarlos a cualquier hora.
El vecindario de la zona alerta de que, en los últimos días, se ha notado un aumento de personas sin hogar que duermen en el pavimento. Algunos de los comerciantes y vecinos de la calle Enric Granados explican que se prostitución de un "problema encajado" que se acentúa “con la presentación del calor y de los turistas”, y que se ha hecho mucho más trascendental este año.
En el primer tramo de esta vía, entre la calle Diputació y Consell de Cent, dos sintecho llevan cerca de tres semanas viviendo allí, según los residentes de la zona. “Los primeros días estuvieron instalados delante de la terraza”, explica la regente de un restaurante. “Llamamos a la Guripa Urbana y se trasladaron unos metros más debajo, pero no se han ido”, añade. “Hubo un día en que, estando cerrado el restaurante, llovió y nos abrieron una sombrilla para resguardarse debajo”, se queja.
En la plaza del Doctor Letamendi vive Ignacio, un hombre sin techo de 48 primaveras. Indica que el calor abrasador de los días de verano en Barcelona merma considerablemente las condiciones de habitabilidad en la calle. “Tumbarse en un cajero o en un portal —explica Ignacio— resulta asfixiante. Por eso nos trasladamos a la calzada. Allí pasa el melodía y, aunque es poco incómodo, se puede acostarse fresquito”. Asimismo en estas zonas pacificadas es donde hay más espacios de sombra para acaecer el día. Cuando ven que la policía se acerca, cargan el colchón a sus espaldas y lo esconden detrás de algún matojo.
Otro hombre reside unas manzanas más en lo alto, en la intersección entre Enric Granados y Paris. “Cada mañana lo saludo al conmover a trabajar, ya es un habitual de la zona”, dice un comerciante de una tienda en la arista. Hace más de seis primaveras que habita en la calle y dice apañárselas como puede. “Antiguamente de ir a acostarse y al despertarme me ducho en una fuente cercana”, explica el hombre. “Es la única forma de sujetar el calor”, subraya. Para conseguir comida acuden a comedores y entidades sociales que, por otra parte, les permiten cargar el teléfono y les proporcionan productos básicos. Sin secuestro, vecinos y organizaciones señalan que “con la presentación del turismo aumenta el número de personas que mendigan a los extranjeros”.
Las supermanzanas
Los vecinos alertan de un aumento de personas que se instalan en el pavimento
Esta situación va cada vez a más y produce un "propósito llamamiento”, indica Joana, camarera en un restaurante cercano a la calle Diputació. “Al principio eran dos o tres y, aunque no todos duermen aquí, durante el día es poco popular que frecuenten la zona”, agrega. “Hasta ahora no había tantas personas sin hogar y, si las había, estaban en espacios más resguardados”, indica Pol, un vecino de la calle Provença. Menciona una pareja que, según recuerda, lleva viviendo en la intersección con Diagonal como pequeño desde diciembre. “Tienen un puesto, un sotabanco con sus pertenencias y estos días hasta hacen atletismo en medio de la calzada”, explica.
Un pequeño de 1.231 personas duermen en la calle en Barcelona, según el final recuento realizado el mes pasado por los voluntarios de la Fundación Arrels, dedicada al cuidado de los sintecho. Esta es una guarismo superior a las 1.064 del año pasado. La imagen estereotipada del trotamundos que vive en la calle por su mala vida, depositario poca relación con la situación de vulnerabilidad que atraviesan estas personas, que sobreviven en condiciones infrahumanas. Esta misma semana, por poner un ejemplo, uno sintecho de 83 primaveras sufrió un robo violento por parte de tres jóvenes que le zarandearon y asaltaron cuando el hombre dormía, cerca de la comisaría del Eixample de los Mossos. El hombre no quiso denunciar y desde entonces tanto los voluntarios de Arrels como los policías del distrito le están buscando, sospechando que por miedo sigue escondido.
Problemática frecuente
La Guripa Urbana levanta cada día a personas sin hogar que duermen al raso
Desde la Guripa Urbana indican que, todas las mañanas, varios agentes se dirigen a las calles donde acostumbran a frecuentar las personas sin hogar y los invitan a darse el circunstancia, para que la hueste de honradez pueda hacer su servicio y dejar el espacio escapado a los peatones. “Creo que la presentación de turistas provoca que se los eche de aparadores y porches —cuenta Judith, vecina de la zona— por lo que se lanzan a morar al pavimento”.
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