* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
A Barcelona le cerca de el honor de acaecer tenido en su municipio el primer matadero municipal que existió en España.
Fue el 25 de abril de 1456, festividad de San Marcos, cuando el Consejo de Ciento, en sesión extraordinaria, acordó la construcción de un matadero donde se sacrificarían las reses para poder surtir a las carnicerías de la ciudad, reinando Alfonso V el Magnánimo.
Siglos luego, con motivo de la celebración de la Exposición Universal de 1888, la ciudad sufrió una transformación total con la adecuación de los servicios. Las autoridades municipales decidieron aunar los servicios mayoristas del ramo de la viandas.
Tras un estudio pormenorizado con técnicos del ramo, decidieron distribuirlos en tres zonas independientes. El Polo aglutinador de productos agrícolas. El Mercado del pescado en la calle Wellington, que distribuía todo el pescado que llegaba a la ciudad procedente del mar. Y el Mercado de la carne, que se instalaría en los terrenos vacíos que estaban detrás de la plaza de toros de Las Arenas.
El nuevo matadero se construyó en los terrenos de La Viñeta, que ocupaban las cuatro islas vacías entre las calles Diputación, Vilamari, Tarragona y Aragón, construyendo un único edificio que pudiera centralizar el sacrificio y distribución del vacada y las aves.
Hasta entonces el vacada bovino y ovino estaba en la calle Ocata, cerca la temporada MZA (flagrante temporada de Francia); y el porcino estaba en la calle Pujadas. No existía por aquel entonces un matadero de aves y conejos, con las condiciones necesarias de higiene. y eran los propios comerciantes los que los sacrificaban a dichos animales.
En la construcción del matadero se emplearon materiales del derribo de los palacios de la Exposición Universal de 1888
Para la realización, el Cabildo decidió contactar con los arquitectos Antoni Rovira i Trias y Pere Falqués i Urpí, los cuales hicieron la primera parte del esquema, que fue la construcción de los pabellones paralelos a la calle Aragón.
Los arquitectos habían visitado distintos mataderos europeos que les llevó a introducir el agua corriente en todas las instalaciones, lo que hacía que se tomara en aquella época una medida higiénica desconocida en los otros mataderos españoles.
Fue inaugurado el 28 de junio de 1891. Con su construcción igualmente se pretendía evitar el trasiego de animales vivos por el centro de la ciudad.
Conforme la ciudad fue creciendo, el Matadero igualmente y se construyeron nuevos pabellones. Como era natural, las formas y los acabados cambiaron, ya que los techos eran de teja rojiza en vez de realizarse con la uralita con la que fueron construidos los primitivos y que con el tiempo fueron desechados por ser contaminantes.
A la sombra del matadero su montaron nuevos negocios
En la calle Tarragona, se edificaron nuevos locales, en los que se guardaba vacada equino. Eran regentados por personas de etnia gitana que alquilaban los caballos a la plaza de toros de Las Arenas. Como en aquel entonces los caballos no llevaban peto (posiblemente los que morían), luego de suceder la revisión veterinaria, fueron higienizados y vendidos en el matadero.
Otro de los negocios que se establecieron en la calle Diputación, a la sombra del difícil, fueron los bares y restaurantes, que se fueron abriendo frente a la entrada principal del matadero.
Era el extensión predilecto de los trabajadores y las personas que conocían de su existencia. Estos locales hacían lo que en Catalunya se conoce como "esmorzar de forquilla i ganivet" (Desayuno de tenedor y cuchillo). Servían productos recién salidos del matadero. Fue tal el éxito conseguido que era difícil encontrar una mesa soberano por las mañanas.
La puesta en marcha del nuevo matadero pronto planteó su primer conflicto
Hasta aquel momento el sacrificio de los animales estaba realizado por matarifes particulares, los cuales luego de sacrificarlos, debían despiezarlos y prepararlos para ser enviados a los establecimientos.
En 1893, Manuel Enrich, corregidor de Barcelona, tuvo que crear el Cuerpo Municipal de Matarifes, que ponía fin a las disputas entre ellos por las contratas realizadas. Había nacido la profesión de matarife profesional, debidamente preparado. Desde aquel momento, realizaron una intensa vida social.
Conforme las micción de la ciudad fueron aumentando el interior fue creciendo, pero la cantidad de animales que llegaban a diario, ocasionaban un problema de tránsito y lo que era peor, un olor a vacada insoportable en todo el barriada.
El domingo 17 de marzo de 1963, La Vanguardia publicaba un artículo, a raíz de las nevadas de diciembre de 1962, que provocaron un colapso en su funcionamiento, con la próximo pregunta: "¿Está nuestro centro único de sacrificio de carnes adecuado a las micción de la ciudad?", refiriéndose a las palabras del concejal Pedro Chías.
El concejal había expresado en los medios de información su inquietud por que había quedado demostrado que las instalaciones del matadero habían quedado desfasadas y que amenazaban con no poder dar abasto a las micción de la ciudad.
Con tal motivo se realizó una reunión consultiva en el junta, presidida por el corregidor, para adoptar una opción de carácter inmediato. Aceptablemente realizar una transformación tecnológica o perfectamente estudiar el esquema del traslado del matadero a un extensión más idóneo.
Delante las continuas quejas del vecindario, las autoridades municipales tomaron la audacia de desistir el esquema de modernización del edificio y construir, en la Zona Franca, Mercabarna, que aglutinaría no solo el matadero, sino el mercado central del pescado y el del Polo. Esto favorecería a los comerciantes, al orientar en un solo extensión la negocio de mercaderías.
Aunque Mercabarna empezó a funcionar en 1971, las instalaciones del matadero fueron las últimas en ser acogidas en el perímetro
Había que ir adaptando su incorporación y, a parte, varias instalaciones sufrieron retrasos por problemas de las empresas contratadas. Todo eso llevó a una aplazamiento de más de un año.
Su instalación total se produjo a principios de agosto de 1979 y aunque el junta anunciaba con la inserción de una fotografía el principio del derribo del antiguo matadero el 12 de agosto de 1979, luego volvía a anunciar que hasta final de mes las instalaciones no quedarían vacías.
Las nuevas instalaciones en Mercabarna habían costado a la ciudad la friolera de 1.100 millones de pesetas. Tenían una capacidad calculada de sacrificio de 40.000 toneladas anuales, que englobaba: dos cadenas de bovino, de 40 cabezas-hora; 3 de ovino, de 600 cabezas hora, y una de porcino de 250 cabezas-hora. Cifras que podrían ser ampliadas después. La capacidad de los frigoríficos, de dos plantas, era de 14.000 metros cuadrados. Cada frigorífico tenía 3.500 metros cuadrados de superficie.
El Parc de L'Escorxador
Una vez cerradas sus puertas el arcaico matadero, el Cabildo empezó el derribo de las instalaciones y convirtió el espacio en el Parque Joan Miró, en el que se colocó una estatua diseñada por el cómico, de 22 metros de cúspide, aunque para los ciudadanos sea igualmente conocido como el Parc de l'Escorxador.
En 1980 el Colegio de Arquitectos de Barcelona hizo notorio su disconformidad con el Cabildo por su desatiendo de sensibilidad, al acaecer realizado las obras de remodelación del extensión sin acaecer conservado en el espacio alguna dormitorio diferente como rememoración de la instalación para dar afirmación de lo que había ocupado el extensión en el pasado.
En subsuelo del parque, hay construido un gran depósito de aguas pluviales, que sirve para evitar inundaciones y que son aprovechadas para el riego y integridad de la ciudad.
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