Periodista de raza que ha hecho “casi todos los papeles del reparto”, como corresponsal en distintos continentes, enviado singular –su destino más nuevo ha sido la cruzada de Ucrania– y igualmente conocido por su particular ojeada como columnista del diario, Joaquín Cristalera dialogó ayer con suscriptores en un altercado en casa Seat moderado por Enric Sierra, director adjunto de La Vanguardia .
El periodista comenzó con un agradecimiento a los asistentes: “Nuestro trabajo sería difícil sin los suscriptores. Agradezco la fidelidad a La Vanguardia, el diario en el que yo soñaba trabajar y he tenido el privilegio de hacerlo”.
Joaquín Cristalera en el altercado con los suscriptores
Rememoró cómo ha cambiado el trabajo de periodista a lo extenso de 40 primaveras de oficio: "Antiguamente tenías que dictar las crónicas por teléfono, tenía encanto, pero a veces te desespera. Ahora desde el ordenador puedes entrar en la página". Él, que ha sido corresponsal en Hong Kong, Washington y París valora la “improvisación como uno de los alicientes de este trabajo”, aunque reconoce que es difícil una vida estable “siendo una persona ambulante. “Era soltero cuando empecé este proceso y al finalizar ya estaba divorciado y con un hijo. Mi hijo pagó un poco esta vida errante. Dormía casi más en hoteles que en casa, y eso a mí me fascina”, explicó.
Los asistentes quisieron conocer su opinión de primera mano sobre la cruzada de Ucrania. “Tengo la impresión que se está cumpliendo el guion de que Rusia desgajará una parte importante de Ucrania. Hará dos Coreas. No creo que se atrevan a dejarla sin salida al mar. Los trenes siempre han circulado y a los rusos la huida de civiles les evita la desenvoltura étnica. Los que se ha ido no volverán y Putin lo presentará como una trofeo. Se alargará unos meses”.
"Cuando estás en el decorado de un conflicto, percibes lo que piensa la muchedumbre, las cosas que pasan, los engaños y exageraciones, y esa percepción permite equilibrar un poco las crónicas. Y ayuda a desconfiar de cosas que circulan por las redes", explicaba Cristalera sobre la agricultura del enviado singular.
Joaquín Cristalera y Enric Sierra con los lectores de 'La Vanguardia'
Tanto en Ucrania como al retornar de allí, "por el tipo de preguntas que me hacía la muchedumbre yo podía conocer su ideología y la clase de propaganda que les llegaba. Siempre habrá mentiras que se nos pasan por stop, pero si estás allí, muchas menos de las que nos llegan por el móvil".
El periodista igualmente defendió los primaveras de oficio como valencia en periodismo: “La experiencia te da tranquilidad para no anticipar problemas, el permanencia informativo te lo dan los primaveras”.
Los suscriptores quisieron conocer detalles de su estancia en Kyev, si pasó miedo. "Encontré por casualidad el hotel donde estaban los medios buenos. Lo segundo que vi fue el ejemplar de oro del hotel firmado por jugadores del Vivo Madrid. las tanssmisiones estaban garantizadas porque el wi fi funcionaba. Yo no necesito estar en primera tilde como los cámaras o los fotógrafos. Comíamos en un sótano, comida sin florituras y gracias. Pero no bombardearon nunca el centro de Kyev. Había mucho experimentado y entre todos se crea una solidaridad que te da ánimos. Cuando pasan cosas duras la muchedumbre es proporcionado humana", relató
Joaquín Cristalera, que en la radiodifusión ejerce como “el decano de los periodistas divorciados de Catalunya”, explicó que “los medios reflejan todavía mucho el mundo tradicional de la comunidad. Yo quise reflectar el de la muchedumbre sin pareja. Luego ya me he ido diversificando… Es el privilegio de la emancipación que da la perduración”. Reconoce que recibe muchos insultos, pero que “una superioridad es que no estoy en las redes. Al final no puedes contentar a todo el mundo”.
A la pregunta de si no temía que la trayectoria de 40 primaveras pueda subsistir tapada por esa imagen frívola que transmite a veces en su columna de opinión, reconocía que fue Kyev "un poco igualmente con esa idea y demostrar que si quiero igualmente puedo hacer periodismo del clásico". Cristalera ha tenido “problemas con ciertos sectores del feminismo que ya me han donado por difícil. Igualmente me insultan los animalistas cuando hablo de toros. Y tengo haters en determinados sectores del independentismo. Son más fieles los que te odian que a los que gustas. Lo peor artículo opinión es que deje indiferente”.
¿Y cuánto de personaje hay en sus columnas? “Son proporcionado fieles a la persona. Pero el conferenciante lo idealiza y cree que todo es un frenesí. Yo tiendo a parodiarme, a tomarme a broma a mí mismo. No salgo todas las noches, no es por ganas, es que la indeterminación en Barcelona está muy muerta y el diario está más a tope a las 10 de la mañana que a las 10 de la indeterminación, pero mantengo un ritmo muy digno”, ironizó.
"He escrito un ejemplar (Esta ronda la cuota yo) en que trato de evitar la nostalgia, pero en Barcelona la vida ya es diurna y saludable, Otra moda importada de EE.UU. La vigor y el bienestar van en contra de a indeterminación", respondía Cristalera a la pregunta de un conferenciante sobre cómo veía el ocio noctívago de las personas maduras. "La indeterminación era el momento de amarrar. Ahora amarrar en la mostrador de un bar ya es insensato, porque tienes el móvil. El móvil es una de las razones de la decadencia de la indeterminación", abundaba el periodista.
Respecto a hasta qué punto se considera un verso suelto en su forma de escribir opinión, explicó: “Admiro mucho a Estados Unidos, en cambio lo políticamente correcto diría que hace daño a los medios de comunicación y nos aleja de determinados lectores. En el franquismo había artículos de opinión más osados y libres que ahora, se arriesgaba más. El peso de los políticamente correcto no le sienta adecuadamente a los artículos de opinión”.
El experimentado periodista igualmente dio un consejo a sus colegas que ahora empiezan en el oficio: "Me parece muy adecuadamente la conciliación, pero todo no se puede tener. El trabajo lo debes poner por delante de todo lo demás. Es la almohadilla para poder correr mucho, para estar en los sitios. Esto cuesta, de balde no hay nulo. Las ganas y el estar dispuesto a ofrecer tu vida personal. No lo haces por metálico, es una inclinación, pero te retribución. Eso lo ves con los primaveras. Merece la pena".
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