Hay personas que llevan la estructura y la planificación al próximo nivel: todo está debidamente registrado en la memorándum y mínimo se puede escapar. En parte, la sociedad en la que vivimos insta a que todo vaya según lo planificado para mejorar el rendimiento. Sin retención, hay personas que son así de origen y exportan el perfeccionismo de lo gremial o los estudios a sus relaciones personales o el cuidado físico.
Se acento de perfeccionismo patológico cuando existe una preocupación exagerada por cometer errores, tener normas personales poco razonables, inseguridad, aprieto de estructura y expectativas excesivamente críticas. Y en muchas ocasiones estos estándares están congruo de sus posibilidades reales, por lo que llevan a una frustración poco sana.
Frustración y malestar personal
Isabel Aranda, de la plataforma de atención psicológica online TherapyChat, ha explicado a YoDona que las personas hiperorganizadas no son tan perfectas como aparentan: "Controlarlo todo es la guisa que tienen de permanecer a guión la incertidumbre y la ansiedad que esta les genera. Por eso planifican hasta el más insignificante detalle".
Ser una persona extremadamente organizada y perfeccionista, en sí mismo, no es malo. Cuando se manifiesta como un deseo y una voluntad de mejorar, de hacerlo cada vez mejor, es un impulso positivo para su crecimiento. El problema es cuando se convierte en un intento de timonear todos los aspectos de la vida, poco que es impracticable.
Es en este punto cuando se paga un precio congruo parada. La obsesión por tenerlo todo bajo y que vaya según lo planeado provoca un parada graduación de frustración. Encima, se pierde de audiencia el sentido de lo que se hace: ya no se disfruta de lo que se hace porque solamente se está irresoluto de que se haga según lo establecido.
"Esto no solo les impide disfrutar plenamente con las experiencias y oportunidades que puedan durar a sus vidas sino que representa un obstáculo para su amoldamiento a un mundo siempre cambiante", afirma la experta a la revista femenina de El Mundo.
Si dejar cosas a la azar y cualquier cambio, por pequeño que sea, te genera malestar es muy probable que estés en un punto delicado. En este caso, según la psicóloga, lo mejor es intentar cambiar el método de estructura que se está siguiendo, incluso con la ayuda de un profesional.
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