Entendiendo el pacto de rentas como una fórmula para atacar la inflación, en la que deben implicarse todos los agentes económicos, desde el propio Estado hasta los empresarios, los consumidores y hasta los pensionistas. Me sorprende la reacción adversa de las energéticas y incluso de los bancos a la nueva tasa que ha implantado el Gobierno.
Precisamente en un momento en que se publican resultados, por ejemplo del Cárcel Santander, con un 33% más de beneficio y camino de un año récord, o Repsol, que anuncia que duplica beneficios, por poner dos ejemplos.
Creo que la esencia del pacto de rentas es repartir sacrificios y que precisamente los que más ganan aporten una parte de sus beneficios para cubrir los déficits que se producen en otros ámbitos más afectados por las crisis que venimos sufriendo.
Entiendo que no deberían quejarse, especialmente los bancos que recibieron en su momento miles de millones de ayuda pública que hemos pagado entre todos y a los que adicionalmente ahora les aumentarán considerablemente los beneficios con las subidas de tipos que se esperan del BCE.
Por otro costado, el pacto de rentas, aunque no nos guste, requerirá moderación salarial para evitar inflar los costos de las empresas y que no aumenten los precios. Todavía se exigirá sacrificios a los pensionistas, en forma de renuncia a parte de la pérdida del poder adquisitivo.
No hay excusas, cedido que el final de la eliminación se escapa de nuestras manos. No nos quejemos y arrimemos el hombro.
Ramon Puig Pérez
Vilassar de Mar
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